El retiro del gobernador antes de las primarias en New Hampshire fue el final de una carrera llena de titulares negativos, errores de novato y un problema estructural en lo más profundo de su equipo.

Nada que arranque tan mal puede terminar bien. Si ya el gobernador Ron DeSantis tenía un reto mayúsculo por delante al plantar cara a un coloso político como Donald Trump, su campaña fue un cúmulo de errores no forzados que lo sacaron fuera de combate demasiado rápido.

En términos tenísticos, es similar a cuando un jugador top del circuito ATP se enfrenta a Novak Djokovic: las chances están allí, quizás tienes el potencial para salir victorioso, pero debes cometer la menor cantidad de errores posibles. Desafortunadamente para sus aspiraciones, la campaña de DeSantis cosechó lo opuesto a un partido competitivo. A continuación, sus principales pecados capitales.

No aprovechar el “momentum” de las midterms

Parece que fue hace una eternidad, pero no. Las elecciones de medio término se realizaron en noviembre de 2022, es decir, hace tan solo catorce meses atrás.

La expectativa era de una ola roja, considerando la desastrosa gestión de Biden y los problemas internos del Partido Demócrata. Sin embargo, el Partido Republicano desaprovechó una oportunidad histórica de dominar ambas Cámaras, los demócratas sobrevivieron, los candidatos de Donald Trump en los estados pendulares no estuvieron a la altura en la Cámara Alta y solo una persona salió fortalecida en el GOP: Ron DeSantis.

El gobernador no solo fue reelegido, sino que aplastó a todos sus adversarios demócratas y convirtió a Florida en un estado rojo de forma definitiva. Era la confirmación de que su fórmula era la correcta si los republicanos querían hacer buenas gestiones y ganar elecciones. DeSantis, apodado “DeFuture” por ese entonces, tenía bajo su brazo un dulce y poderoso 'momentum' político que, inexplicablemente, dejó diluir.

Las encuestas estatales y nacionales lo ponían a la altura de un Trump debilitado. Pero el gobernador, en lugar de aprovechar, reculó y tardó meses en anunciar definitivamente su campaña. En el interín, el expresidente ganó fuerza, las acusaciones políticamente motivadas en vez de enterrarlo lo elevaron y toda esa energía las canalizó no contra los demócratas, sino contra su principal amenaza: DeSantis.

Donald Trump Ron DeSantis
El gobernador Ron DeSantis y el expresidente Donald Trump. (Cordon Press)

Trump pasó meses atacando a DeSantis de una manera apabullante, algo que no se veía desde la campaña de 2016, cuando el entonces outsider aplastó al establishment republicano. Mientras tanto, el gobernador de Florida no se metió en el barro, se dejó golpear y permitió que el favorito acrecentara su figura. Un error imperdonable que el propio escritor y comentarista político Ryan Girdusky se lo comentó a DeSantis en una reunión privada con influencers conservadores.

“La primera vez que lo ignoras, pareces honorable; la quincuagésima vez, pareces un maric*”.

¿Un Twitter Space? ¿En serio?

DeSantis no solo dejó pasar su envión tras las midterms, sino que también perdió la enorme oportunidad de relanzar su carrera con su anuncio de campaña.

¿Qué tan diferente hubiese sido la carrera por la nominación republicana si DeSantis optaba por un mitin masivo en Florida en lugar de un Twitter Space defectuoso y eclipsado por la figura de Elon Musk? Es difícil saberlo, pero diversos estrategas políticos de trayectoria coinciden en que fue el peor anuncio electoral de la historia moderna de los Estados Unidos.

El espacio de DeSantis y Musk acaparó titulares negativos por sus fallos técnicos y, además, el gobernador perdió la brillante oportunidad de fotografiarse, hacer vídeos y generar merchandising electoral que le hubiese permitido ganar fondos.

Desde ese momento, según un reportaje de NBC News publicado antes del retiro oficial de DeSantis, empezaron a surgir muchas dudas en torno a su candidatura desde su círculo íntimo.

“Cuando decidieron lanzar Twitter Spaces, tal vez en ese momento supe que eran estúpidos”, dijo bajo anonimato un exasesor de Never Back Down, el problemático Super PAC que apoyó a DeSantis.

Algo similar dijo Girdusky, a propósito de la “innovadora” idea del Twitter Space: “Esta es la idea más estúpida que he escuchado en mi vida”.

No hablar con los medios fue una pésima idea

El mismo DeSantis lo reconoció.

“Llegué sin hacer mucho ruido en los medios”, dijo el gobernador al locutor de radio conservador Hugh Hewitt. “Tendría que haber estado cubriendo todo. Debería haber ido a todos los programas corporativos. Debería haber ido a todo”.

Por más que DeSantis se hizo popular a nivel nacional, en gran parte, por sus voraces ataques al mainstream media, en una campaña presidencial ceder los espacios de los medios corporativos todavía es como irte a una competencia de caza sin rifle. Cedes espacios donde puedes brillar, hablar de los temas de conversación que importan, llegar al electorado independiente y, básicamente, obtener publicidad gratis.

Es absolutamente fáctico que un DeSantis provocador, sagaz e inspirador en CNN, MSBNC, ABC o cualquier otra cadena de corte progresista iba a ser mucho más beneficioso para su campaña que un DeSantis en las sombras.

Never Back Down: la condena definitiva de DeSantis

Un Super PAC bien organizado que respeta sus límites puede ser un gran impulso para llevarte hasta la línea final, mientras que uno problemático y demasiado inmiscuido simplemente puede echar por tierra todos tus esfuerzos. Never Back Down estuvo más cerca de lo segundo que de lo primero.

“La campaña de DeSantis contrató a docenas de empleados en las primeras etapas de la carrera, minando la operación del muy necesario efectivo inicial. En los primeros dos meses, el 40 % de las contrataciones iniciales fueron despedidas para conservar recursos”, se lee en NBC News. “Una campaña con problemas de liquidez elevó el papel de Never Back Down, que prometió gastar 200 millones de dólares para impulsar su candidatura, pero terminó sumida en luchas internas que a menudo generaron titulares negativos que eclipsaron la campaña misma”.

Por ejemplo, un momento clave de la campaña fue cuando DeSantis completó su gira por los 99 condados de Iowa, el estado donde prácticamente puso todos sus esfuerzos políticos y económicos para competir en las primarias. Una situación así solo debería servir para titulares elogiosos. Sin embargo, en ese momento, los medios tenían algo más atractivo que cubrir: la enésima crisis interna de Never Back Down, que había elegido a su tercer director general en apenas dos semanas.

El candidato a la nominación del GOP Ron DeSantis durante un discurso de campaña.
Imagen de archivo de Ron DeSantis (Cordon Press)

Dicho Super PAC también llamó la atención de los medios y recibió denuncias electorales porque, según la ley, los comités de acción política deben permanecer “independientes” de los candidatos federales o sus campañas, es decir, no deben coordinarse con ellos. Never Back Down siempre estuvo en el fino límite y atrajo mucho foco negativo. Un ruido innecesario para la campaña de DeSantis.

Pero además de todo, falló en los caminos. Never Back Down apostó por una enorme campaña de puerta en puerta como núcleo principal para derrotar a Trump. Pero claramente no funcionó. Los votantes rurales de Iowa, más trumpistas, no cedieron a los esfuerzos de la campaña DeSantis para atraerlos y, por si fuera poco, el personal de campaña dejó un poco de lado a los suburbios. El resultado está a la vista.

No sirvió correr a la derecha de Trump

DeSantis, en definitiva, intentó ganar una carrera corriendo a Trump desde la derecha. El problema es el mismo que se vio en las urnas: el margen a la derecha del expresidente era muy poco, ínfimo. Y correr a la derecha automáticamente te quitaba la posibilidad de atraer a los votantes que están a la izquierda de Trump: moderados, independientes o republicanos del establishment que estaban encantados, hasta hace muy poco, con DeSantis.

La base, el núcleo duro del GOP, está indudablemente con Trump y DeSantis debió entender que no tenía las habilidades políticas y carismáticas necesarias para romper esa hegemonía. Su enfoque, ciertamente, fue interesante: mostrarse más conservador y con mejores resultados que Trump, pero no contó con dos imponderables: 1. Las acusaciones; 2. Que la base, al momento de la verdad, prefirió al candidato original y no al Trump 2.0 de Florida.

Lo positivo para DeSantis es su juventud y que, contra todo pronóstico, puso fin a una carrera que ya no tenía sentido. Evitó la humillación en New Hampshire y ahora tiene varios años para reconquistar su popularidad en Florida y buscar otra oportunidad en cuatro años. Si se mira al espejo y entiende los fallos, su futuro todavía podría ser auspicioso.