El economista liberal, candidato a las presidenciales por La Libertad Avanza, pasó de ser 'el desquiciado de cabello extraño' a ser la voz de la rabia contra la política tradicional.

Corría el año 2013 cuando supe por primera vez acerca del economista liberal Javier Milei. Pocos meses antes yo había regresado a Buenos Aires, Argentina, tras vivir casi siete años en Israel. Luego de un breve tiempo en el país, me invitaron a formar parte de un programa de radio llamado Los violinistas del Titanic por FM Palermo, siendo Milei uno de nuestros habituales invitados.

Las declaraciones del economista durante las entrevistas eran demasiado técnicas; de hecho, debo confesar, no siempre entendía lo que decía. Sus palabras parecían apuntar a académicos y no al público general, como nosotros queríamos. Sin embargo, con el tiempo, fue mejorando en este aspecto para universalizar su mensaje.

En esos tiempos, Milei ya era invitado a algunos conocidos programas televisivos y radiales, no solo porque presentaba unas ideas diferentes a las que se solían escuchar, sino también por su carisma y su estilo excéntrico y pasional para explicar las ideas de la libertad. Era, digamos, demasiado original como para no invitarlo a participar de programas de debate político y económico. Sin embargo, el tiempo que le otorgaban para expresarse era muy escaso y pronto lo interrumpían para dar espacio a otros que repetían las mismas consignas de siempre. Aparentemente, les servía más el personaje que las ideas.

No obstante, en el escaso tiempo que le otorgaban, lograba hacer llegar sus ideas de la mejor manera y se terminaba debatiendo sobre lo que él había manifestado. Por supuesto que en algunas ocasiones las discusiones eran muy acaloradas y Milei perdía los estribos, un aspecto en el que también ha ido mejorando y hoy, salvo excepciones, mantiene la calma a la hora de responder a un argumento, por más disparatado que sea.

Poco a poco, los conductores de los diversos programas de televisión le iban dando cada vez más tiempo para expresarse y el interés de sus interlocutores incrementaba. De pronto, en medios masivos de comunicación se comenzaba a hablar de la escuela austriaca de economía o de la Escuela de Economía de Chicago; apellidos como Hayek y Mises empezaban a hacerse conocidos y apellidos demonizados como Friedman se mencionaban sin titubeos. Además, la importancia de reducir el gasto público y las regulaciones comenzaron a resonar muy fuertemente; pero por sobre todas las cosas Milei se animaba a decir lo que pensaba de muchos políticos, intelectuales y periodistas en su propia cara. De hecho, el concepto “casta política” se ha expandido en Argentina gracias a él.

Milei, poco a poco, pasó de ser el desquiciado de cabello extraño a ser la voz de la rabia contra la política tradicional.

En el año 2017, cuando Milei estaba atravesando por ese proceso de loco pintoresco de la televisión a un candidato a presidente con serias chances de obtener una victoria, le pedí que me prologara mi libro, Relatos de un progre. Tuve el honor de que haya aceptado hacerlo y de haber tenido la posibilidad de presentarlo junto con él en abril de ese año. Durante las reuniones que mantuve con él previas a la realización del prólogo y a la presentación del libro, pude notar que Milei nunca podría ser un político tradicional, ya que es en la vida privada del mismo modo que en los medios de comunicación; no tiene 10 caras, tiene una sola. Uno puede estar de acuerdo o no con sus palabras o con su accionar, pero él es así.

Por supuesto que Milei cometió errores en el camino. En el año 2018, participó en una manifestación contra el Gobierno de Mauricio Macri organizada por el multimillonario sindicalista mafioso Hugo Moyano, secretario general de Camioneros y ex secretario general de la CGT. Recuerdo haber debatido con gente que había justificado su accionar, arguyendo que era una buena oportunidad para difundir las ideas. No obstante, desde mi óptica no era el mejor lugar para hacerlo, ya que las personas allí presentes no estaban confundidas ni buscaban dialogar, sino que era una demostración de fuerza de una mafia enorme y bien organizada.

Milei no es perfecto y comete errores, y eso es algo que todos deben entender. El culto a la personalidad no le hace bien al país ni al mismo Milei. La popularidad del economista ha crecido muy rápidamente. Tras una serie de gobiernos fallidos y sobre todo en un marco de profunda crisis y altísima inflación, mucha gente deposita una gran esperanza en este outsider debido a los reiterados fracasos de la política tradicional. Seguramente, la mayoría de los que votarán por él no saben o no entienden muy bien cuál es su plan para sacar al país de la crisis, y en caso de que llegue a ser presidente, muchas de esas coherentes medidas tendrán que atravesar por varias mafias enquistadas relacionadas con el peronismo y la izquierda, que no quieren perder sus privilegios y tienen el suficiente poder para no dejarlo gobernar. De hecho, podemos observar actualmente cómo, a pesar del estrepitoso Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, a pesar de la pésima situación en la que se encuentra el país, las protestas violentas y las huelgas que sufrió la Administración Macri no aparecen.

De todas las propuestas de Milei, la dolarización es hoy la más resonante debido a que el peso argentino está extremadamente devaluado y su valor sigue cayendo. En realidad, lo que el candidato plantea es una libre competencia de monedas, pero seguramente utiliza el término dolarización para que el común de la gente lo entienda, ya que el dólar es la moneda más buscada por los argentinos para refugiarse de los desastres monetarios llevados a cabo por el Gobierno y la que otorga un valor de referencia. Por supuesto que hay discusiones técnicas respecto de cómo podría implementarse la dolarización, pero es bueno que el asunto esté en el centro del debate. Y este es, quizá, el logro más importante de Milei: corrió el eje de la discusión. Los liberales que están hoy en la alianza Juntos por el Cambio se pelean con el candidato de La Libertad Avanza; pero la pelea ahora está de ese lado del mapa ideológico. Por supuesto que hubo otros economistas, como José Luis Espert o Ricardo López Murphy -ambos en Juntos por el Cambio- que también influyeron en este cambio, pero Milei ha sido el principal.

El inconveniente que surge, como sucede cada vez que un movimiento se torna masivo, es que también empiezan a aparecer las manzanas podridas; todo tipo de oportunistas que buscan fama, acomodos, o incluso imponer ideas nefastas bajo el disfraz del liberalismo. Lo cierto es que uno ya puede empezar a observar estos problemas en el partido, por lo que Milei debe estar atento y saber identificar esos peligros. En este sentido, es acertado que el economista, católico de nacimiento, exprese su admiración por el pueblo judío, su interés por estudiar la Torá y que Israel será el primer país que visitará en caso de ser presidente. De esta manera, mantiene a raya a cualquier naZionalista antisemita y xenófobo que haya en La Libertad Avanza.

En el aspecto de la política internacional, Milei se alejará de las tiranías y se acercará al mundo libre. Otro punto a favor para el economista en un país conducido por un Gobierno que insiste en quedar del lado incorrecto de la historia, defendiendo -disimuladada o abiertamente- a los régimenes más autoritarios del mundo, como los de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Irán, China, Rusia, los territorios bajo control palestino, etc.

Por supuesto que ha habido periodistas que le tendieron trampas a Milei. En algunas oportunidades le preguntaron si estaba de acuerdo con la libre venta de órganos o la libre portación de armas. Milei respondió mostrándose a favor de ambas políticas, basándose en el principio de la libertad del individuo a decidir sobre su propio cuerpo y a defenderse de los delincuentes. Quizá no lo explicó de la mejor manera para que lo pudiera entender una sociedad que no está preparada para escuchar semejantes declaraciones, pero seamos claros: tiene razón. No obstante, fue muy criticado, incluso por aquellos que comparten su visión, porque, según ellos, perdería votos. Sin embargo, considero que si uno quiere abrirse de la política tradicional, Milei tiene que decir lo que piensa, aunque pierda votos y por momentos falle a la hora de explicarlo. Ha demostrado que puede mejorar en este aspecto.

Milei, con sus aciertos y errores, ha logrado algo impensado, que es, como mencioné anteriormente, correr el eje del debate. Sin embargo, la pregunta es obligada: ¿podrá implementar sus políticas en caso de llegar a la presidencia? ¿Lo dejarán gobernar las mafias enquistadas en el Estado que ya están amenazando con cometer actos de violencia en caso de que no se respeten sus caprichos y se les quiten las cajas con las que practican el populismo rancio? Yo, sinceramente, creo que no podrá gobernar o le será casi imposible hacerlo. Pido a Dios estar equivocado y que Argentina vuelva a ser un país próspero donde se pueda hacer negocios con certidumbre, trabajar en libertad, y salir a la calle sin temor a ser asesinado por un delincuente.

Milei como presidente será el examen final para Argentina, ya que, en caso de que le permitan gobernar, el país tendrá la posibilidad de salir del precipicio en el que se encuentra hace décadas, o bien en caso de que no pueda avanzar con sus políticas, podremos confirmar en un 100% que es un país inviable y que, tal como se dice en la nación sudamericana, “la única salida es Ezeiza (localidad donde se encuentra el aeropuerto internacional Ministro Pistarini)”.