Hamás masacra a tres palestinos frente al júbilo de la población en Cisjordania: ¿dónde está la Autoridad Palestina?

No habrá marchas por los asesinados. Nadie pedirá por sus derechos humanos, nadie reclamará a Mahmoud Abbas por la carencia de institucionalidad ni le cuestionarán sobre la división de poderes y la ausencia de juicios justos.

Durante el viernes 24 de noviembre se llevó a cabo la primera etapa de intercambio convenida entre Israel y Hamás, en el marco de un alto el fuego de pocos días acordado a tal fin. El intercambio consiste en que Hamás libere a las personas secuestradas durante el ataque del 7 de octubre, mayormente niños, a cambio de que Israel entregue delincuentes palestinos encerrados en cárceles israelíes. Conforme a lo pactado, el intercambio fue ampliamente cubierto en redes y medios de comunicación. Se pudo ver la recepción de los secuestrados, su llegada a Israel, el reencuentro con sus familias y la atención de las autoridades.

Pero del otro lado la situación fue muy distinta. Luego el regreso de los palestinos a Cisjordania, frente a la complacencia o inacción de la Autoridad Palestina que gobierna la región, ocurrieron al menos tres ejecuciones salvajes, profusamente celebradas y documentadas por los asistentes. El ala militar de Hamás ejecutó a tres de los palestinos liberados, bajo la sospecha de espiar para Israel. Su ejecución fue realizada por un pelotón de fusilamiento, según un documento publicado por la organización.

Dos de los ejecutados fueron asesinados en la ciudad de Tulkarem y otro en Jenin. Por supuesto que Hamás no realizó ningún juicio, los muertos no tuvieron debido proceso. Tampoco la sociedad palestina lo demandó. En cambio, cientos de personas participaron del evento y documentaron el asesinato, como se pueden ver en X y en otras redes. Trascendió el nombre de dos de ellos, los masacrados son Hamza Ahmed Hamza Mubarak, de 31 años y Azam Jamal Hafid Jaubera, de 29 años. Mubarak vivía en Tulkarem, mientras que Javabra residía en Kfar Rai, Jenin.

El ala militar de Hamás en Cisjordania sostiene que los compatriotas a los que asesinó fueron acusados ​​proporcionar información a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y a la inteligencia israelí sobre personas buscadas. A Hamza y a Azzam les ataron las manos y los pies y les cubrieron el rostro mientras los arrastraban por las calles, antes de ser ejecutados. Tras ser fusilados, fueron colgados en un poste y luego los cuerpos fueron arrojados a la basura horriblemente mutilados. Las partes de sus cuerpos mezcladas con residuos y bolsas se pueden ver con absoluta claridad, gracias a los cientos de videos que los congregados subieron a redes sociales. El macabro festejo y el éxtasis asesino de los participantes hiela la sangre. En los videos se puede ver a una turba abusando de los cuerpos que cuelgan, mientras la multitud grita: "¡Traidores!".

En los medios masivos, la ejecución de tres civiles palestinos en Cisjordania despierta poco interés.

La impunidad de Hamás para realizar estos actos deja muchos interrogantes frente a las posibilidades de solución del conflicto. El primero es dónde estaba la Autoridad Palestina mientras semejante delirio sanguinario se llevaba a cabo. Hace tan sólo unas pocas horas  el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, había mantenido en Ramallah un encuentro con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, junto al primer ministro de Bélgica, Alexander de Croo. En dicho encuentro, los tres mandatarios departían sobre poner fin a "este ciclo de violencia y construir una paz duradera". ¿Lo harán con estos mecanismos de seguridad? ¿Entenderán los mandatarios del mundo con qué tipo de líderes están conversando? ¿Con las imágenes de Hamza y Azzam torturados, mutilados, asesinados y exhibidos para la satisfacción de una sociedad sedienta de odio hacia Israel y hacia sus propios miembros, piensa Ramallah convencer al mundo de que son capaces de recuperar el control de Gaza? Suena improbable.

La multitud vitoreando la ejecución y publicando los crímenes a través de sus celulares (por cierto, ¡que bien provista de teléfonos de última generación y servicios digitales está la población palestina!) representa la atmósfera de guerra en Cisjordania, el nulo control de la Autoridad Palestina y la decadencia moral de esa sociedad.

Versiones periodísticas indican que la tregua podría durar más días si Hamás continúa liberando rehenes, impidiendo reanudar la guerra. Las FDI entienden esto muy bien, pero es un precio que parecen dispuestas a pagar. Hamás hará todo lo posible para alargar la guerra psicológica y así profundizar las tensiones en la sociedad israelí. Mientras tanto continúan las manifestaciones en todo el mundo a favor de la causa palestina, sin considerar el júbilo de los propios palestinos ante la ejecución de dos civiles compatriotas recién regresados. No habrá marchas por los asesinados. Nadie pedirá por sus derechos humanos, nadie reclamará a Abbas por la carencia de institucionalidad ni le cuestionarán sobre la división de poderes y la ausencia de juicios justos. En los medios masivos, la ejecución de tres civiles palestinos en Cisjordania despierta poco interés. Cuando los palestinos asesinan a otros palestinos no es noticia.