Golden State Warriors: un desenlace inimaginable para el último roster que imperó en la NBA

La derrota frente a los Sacramento Kings evidencia el final de una dinastía que dominó la mejor liga de baloncesto del mundo durante la última década.

Allá por el año 2009, la NBA nos trajo uno de los mejores drafts que se recuerda en la era contemporánea: Blake Griffin, James Harden, DeMar DeRozan, Jrue Holiday... y Stephen Curry. Los Golden State Warriors, en un momento en el que pasaban por una época llena de sombras en la que apenas lograron clasificarse para los playoffs una vez en 15 temporadas, se decantaron en su primera selección por aquel jugador nacido en Ohio en 1988 y que procedía de los Davidson Wildcats (Carolina del Norte) de la NCAA. El equipo californiano confió en él y la apuesta salió a pedir de boca, siendo el líder del último gran equipo que dominó, durante años, la NBA.

Con Curry como el gran protagonista de la historia, los Warriors rotulan el último capítulo de un libro que incluye a los éxitos de las grandes dinastías de la NBA. El episodio cuenta con quince páginas, una por cada temporada desde que el base llegó a San Francisco y fue el gran artífice del viraje de la franquicia. En esta aventura no estuvo solo: además de Curry, los Warriors contaron con un elenco idóneo conformado por Steve Kerr, Klay Thompson, Draymond Green, Kevin Durant o Andre Iguodala -estos dos últimos ya no están en el equipo- para que su relato tuviese un guion impecable.

Las primeras páginas del capítulo, es decir, las tres primeras campañas con Curry alistado, representan una presentación ilusionante. Pese a no lograr en ninguna de las tres la clasificación para la fase decisiva de la mejor liga de baloncesto del planeta, los Warriors comenzaban a asomar la cabeza y dar muestras de que algo bueno se avecinaba. El desarrollo de la historia comienza a manifestarse a partir de la cuarta página y corresponde a la temporada 2012-2013, campaña en la que los Warriors volvían a saber lo que es disputar unos playoffs. Cayeron en las semifinales de la Conferencia Oeste frente a los San Antonio Spurs.

Dos periodos después, llegó el momento culmen, la oportunidad de colocarse el Anillo de campeón en la mano. Llegaron a las Finales de la NBA y no fallaron: derrotaron a los Cleveland Cavaliers y se hicieron con el primer de los cuatro trofeos Larry O'Brien que ha logrado el equipo con Curry liderando en el parqué. Tras aquel hito, el guion del desarrollo siguió la ruta pautada: tres Anilllos más (2016-2017, 2017-2018 y 2021-2022) y dos Finales perdidas (2015-2016 y 2018-2019). Un lapso de tiempo que tuvo dos pequeños baches en las temporadas 2019-2020 y 2020-2021, donde ni siquiera avanzaron a los playoffs. En la pasada campaña, los Warriors se presentaron en las semifinales de la Conferencia Oeste: ronda en la que cayeron por sorpresa frente a Los Angeles Lakers y ponía el punto y final al desarrollo de la historia.

Visto lo visto en la pasada campaña, esa designación de ser uno de los grandes favoritos a conquistar un nuevo Larry O'Brien en la campaña 2023-2024 apenas aparecía en la boca de unos pocos expertos y aficionados, y más sabiendo que otras franquicias -como los Boston Celtics, los Denver Nuggets, los Miami Heat o los Milwaukee Bucks- han construido un roster más equilibrado que el conformado por los Warriors. La temporada regular de la franquicia californiana ha sido la más irregular -valga la redundancia- de este tan exitoso viaje, a excepción de aquellas dos temporadas en las que se quedaron fuera de los playoffs.

Para poder estar en la fase decisiva, tenía que pasar por los play-in, ronda en la que les esperaba unos Sacramento Kings liderados por Domantas Sabonis, Keegan Murray o Malik Monk, entre otros. Al quedar en décimo lugar en la clasificación de la Conferencia Oeste, los Warriors estaban obligados a ganar en el duelo californiano para avanzar al siguiente juego que sería decisivo para incorporarse a la nómina de aspirantes al Anillo. Pero no cumplieron con su cometido y cayeron con estrépito frente a su rival por 118-94. Se acabó la temporada para los Warriors. Una decimoquinta página o un desenlace inimaginable para un equipo que lo ha sido todo.

Prácticamente, ninguno de los jugadores que estuvieron en pista estuvieron a la altura de un juego tan determinante. Ni Curry, quien sumó 22 puntos, ni Green ni, por supuesto, Thompson, quien no sumó ni un solo punto en los 32 minutos que estuvo sobre el parqué. Los tres están en una edad avanzada para mantenerse al máximo nivel -36, 34, y 34 años, respectivamente- y el físico, la versatilidad y la velocidad que están mostrando las nuevas generaciones están siendo concluyentes. El único que se salva de esta 'hecatombe' es el joven Jonathan Kuminga (16 puntos, 7 rebotes y 2 asistencias frente a los Kings), sobre quien están puestas la mayoría de las expectativas para que los Warriors comiencen una nueva era de triunfos.

Señalado queda también Kerr. Hace dos meses, la ejecutiva le dio su máxima confianza al ampliarle su contrato dos temporadas más y convertirlo en el director técnico mejor pagado de la historia de la NBA -35 millones de dólares en total-. Con la eliminación frente a los Kings, las dudas están depositadas en el arquitecto del mejor Warriors de todos los tiempos y deberá remar a contracorriente para devolver a la franquicia al lugar en el que ha estado desde que tomó las riendas en 2014 para ganarse el apoyo absoluto no solo de los mandatarios, también de los aficionados de los Warriors.

Los Golden State Warriors de Curry, Kerr y compañía han sido la última de las dinastías más triunfantes de la historia, emulando el dominio y los éxitos que en su día obtuvieron los Celtics de Bill Russell entre las décadas de los 50 y los 60, Lakers de Magic Johnson y Kareem Abdul-Jabbar en los 80, los Chicago Bulls de Michael Jordan en los 90, los Lakers -nuevamente- de Kobe Bryant y Shaquille O'Neal a principios del siglo XXI o los San Antonio Spurs de Greg Popovich, Tim Duncan, Manu Ginobili y Tony Parker también a comienzos de la primera década de los 2000.