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El curioso caso de Paraguay: libertad económica, estabilidad y el desafío de la corrupción estructural

Ubicado en el corazón de Sudamérica, el país albirrojo ha sido un alumno destacado en materia macroeconómica, pero sigue sin saldar una deuda más compleja: garantizar que ese crecimiento llegue a todos los paraguayos.

Vista del edificio del Ministerio de Hacienda tomada en Asunción en la icónica calle Palma

Vista del edificio del Ministerio de Hacienda tomada en Asunción en la icónica calle PalmaAFP / Norberto Duarte

Emmanuel Alejandro Rondón

En una región caracterizada tristemente por la inestabilidad política y el desequilibrio macroeconómico, Paraguay, un país bilingüe de menos de siete millones de habitantes, destaca como un estudiante aplicado en un salón de clases lleno de malas influencias. Con niveles de inflación controlados, una moneda estable —el guaraní—, políticas fiscales prudentes y altos índices de libertad económica; el país albirrojo se ha convertido —con muy poca prensa— en un destino cada vez más atractivo para emprendedores, compañías e inversores; especialmente gracias al crecimiento del sector inmobiliario y la facilidad para abrir empresas.

Sin embargo, aunque blindado por un andamiaje económico sólido, existe un problema estructural que no deja a Paraguay despegar como una potencia regional: la corrupción endémica, el peligroso avance del crimen organizado y un Estado ineficiente —demasiado grande en proporcionalidad territorial—, que además no logra traducir el crecimiento sostenido en una institucionalidad plena para sus ciudadanos.

Vista de la represa hidroeléctrica binacional Itaipú, cerca de Hernandarias, Paraguay

Vista de la represa hidroeléctrica binacional Itaipú, cerca de Hernandarias, ParaguayAFP / Daniel Duarte

Libertad económica, bajo costo fiscal y crecimiento silencioso

Paraguay tiene varias características que lo vuelven un destino exótico y atractivo. Por ejemplo, el arraigo en su fuerte herencia cultural lo destaca como un país singular en la región, siendo el único en tener dos idiomas oficiales, el español y el guaraní (una lengua ancestral).

Además, destaca como un país muy feliz y con gente muy cálida y hospitalaria, un hecho que hace que los turistas y extranjeros que conocen Paraguay vuelvan con recurrencia, incluso mudándose permanentemente.

Sin embargo, hay una tercera característica, menos conocida, que lo vuelve un destino indispensable: según el Índice de Libertad Económica 2024 de la Heritage Foundation, Paraguay es uno de los países más libres de Sudamérica, superando a gigantes como Brasil y Argentina, países vecinos que, durante 1864 y 1870, se unieron a Uruguay para luchar contra Paraguay en la famosa, sanguinaria y terrible Guerra de la Triple Alianza, que culminó con el país paraguayo perdiendo gran parte de su territorio y población. Muchos historiadores consideran este conflicto un genocidio.

Sin embargo, más de 140 años después, Paraguay mira a sus vecinos con cierto orgullo gracias a su estabilidad macro: la baja presión fiscal —un impuesto a la renta corporativa del 10% y un IVA de los más bajos de la región—, se conjuga con un tipo de cambio estable y apertura comercial, convirtiendo al país en un entorno amigable para hacer negocios.

Después del duro impacto pandémico, durante el año 2023, la inflación alcanzó el 4,63%; en 2024, no superó el 3,85%; consolidando la reputación de su política monetaria. El guaraní, a diferencia de muchas otras monedas regionales, ha mostrado una notable estabilidad desde su creación en 1943

En paralelo, sectores como la agroindustria, los servicios, la energía, el mercado inmobiliario, el oro y las criptomonedas siguen en expansión; fortaleciendo el Producto Interno Bruto (PIB) del país, que creció un 4,2% en 2024; y estabilizando el mercado laboral, cuya tasa de desempleo se ubicó en un 5,6%, la más baja en un primer trimestre desde 2017. 

A esto se suma un clima de inversión impulsado por costos competitivos y una esperada y necesaria digitalización administrativa.

Un trabajador revisa los racks de minería de criptomonedas en una planta en Hernandarias, Paraguay

Un trabajador revisa los racks de minería de criptomonedas en una planta en Hernandarias, ParaguayAFP / Daniel Duarte

La formalización vía EAS: un caso de éxito

Uno de los avances más notables en los últimos años, y que marca fuertemente como Paraguay busca diferenciarse de sus vecinos regionales, ha sido el combate a la informalidad empresarial mediante la figura de las Empresas por Acciones Simplificadas (EAS).

Desde su implementación en febrero de 2021 hasta noviembre de 2024, se constituyeron un total de 13.744 empresas bajo este modelo, lo que representa el 28% de todas las nuevas sociedades en el país. Solo en 2024 se registraron, 5.472 EAS, un 21% más que el año anterior.

“Creé mi EAS hace un par de años en menos de dos semanas. Todo el proceso fue vía online y sin ayuda de nadie. Esta formalización me ayudó a empezar a facturar legalmente, abrir cuentas bancarias y expandir mi negocio”, dijo a VOZ Mathias Lugo, dueño de Alzati, una librería-cafetería que hace vida en el eje corporativo de Asunción.

La clave del éxito de esta herramienta impulsada por el Estado Paraguay radica justamente en su agilidad, el costo cero de apertura, la tramitación digital en un plazo de, en teoría, 72 horas hábiles que en la práctica suele llevar entre siete a diez días. Antes, según comentaron otros emprendedores a VOZ, el problema de las EAS era que no estaba suficientemente vinculado al sistema financiero, pero ahora abrir una cuenta bancaria es mucho más sencillo y rápido justamente gracias este nuevo tipo de figuras jurídicas.

De hecho, según el Ministerio de Industria y Comercio, el capital invertido mediante las EAS en estos cuatro años supera los $588 millones, de los cuales el 89% es de origen nacional y un 11% extranjero.

Así que el modelo está cumpliendo dos objetivos primordiales: reducir las barreras para la formalización de miles de emprendedores y convertir a Paraguay en un destino confiable para la inversión regional.

Vista del monumento al arpa paraguayo en Asunción el 3 de diciembre de 2024

Vista del monumento al arpa paraguayo en Asunción el 3 de diciembre de 2024AFP / Daniel Duarte

Las dudas sobre Paraguay: el crimen organizado y la fragilidad institucional

A pesar de que Paraguay tiene todo lo necesario para ser un faro de libertad y prosperidad en una región propensa al desastre, no todo es estabilidad en el corazón de Sudamérica.

A pesar de que sigue figurando entre los países más seguros de Latinoamérica —según rankings como el de Global Peace Index 2024—, Paraguay ha descendido algunos puestos en los últimos años, en gran parte por el avance del crimen organizado.

Según Insight Crime, las cárceles del país se convirtieron en un epicentro de violencia y control criminal, especialmente tras el motín del grupo Clan Rotela en la penitenciaría de Tacumbú en 2023. Si bien el Gobierno lanzó algunos operativos para contener a los líderes y reforzar el control penitenciario, los problemas estructurales —como los hacinamientos, la debilidad judicial y la corrupción policial—, siguen sin resolverse.

Más allá del problema puntual de los penitenciarios, Paraguay también subió muchos puestos en el Índice Global de Crimen Organizado del 2023, ubicándose en el puesto número 4 de entre los 193 Estados miembros de la ONU incluidos en el estudio, uniéndose a Colombia, México y Myanmar en lo más alto de la tabla.

Entonces, la amenaza es evidente: sin reformas profundas, el crimen organizado podría destruir el principal activo del país, su relativa paz interna.

El crimen organizado, además, prolifera en gran medida gracias a la corrupción sistémica.

Paraguay, lastimosamente, ocupa un lugar preocupante en el índice de percepción de corrupción de Transparencia Internacional, siendo superado solo por Venezuela en Sudamérica. Un puesto que se ha ganado debido a los escándalos de sobornos, la captura institucional y el clientelismo político.

De hecho, los analistas políticos locales coinciden en que, a pesar de la sana macroeconomía y las libertades que gozan los ciudadanos, Paraguay enfrenta el dilema de lucir y ser atractivo para los extranjeros, pero mucho menos fiable para sus propios ciudadanos que no son salpicados por muchas bondades del sistema.

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