Análisis: el fin del PKK tras 40 años de guerra y miles de muertos
El Partido de los Trabajadores del Kurdistán, que recientemente anunció su disolución, impulsado por su líder y fundador Abdullah Öcalan, nació en 1978 con el objetivo inicial de establecer un Estado kurdo independiente aunque con el tiempo moderó sus demandas hacia una mayor autonomía y derechos culturales dentro de Turquía.

Un hombre sostiene un retrato de Abdullah Öcalan, líder del PKK
El Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo) fue fundado en 1978 por Abdullah Öcalan, un estudiante de ciencias políticas en Turquía, en respuesta a la opresión sistemática de la población kurda en el país.
Los kurdos, un grupo étnico de unos 30 millones de personas repartidas entre Turquía, Irak, Siria e Irán, enfrentaban restricciones culturales, lingüísticas y políticas tras la reconfiguración de fronteras posterior a la Primera Guerra Mundial.
El PKK nació con el objetivo inicial de establecer un Estado kurdo independiente que abarcara partes del sureste de Turquía, el norte de Irak, el noroeste de Irán, el noreste de Siria y pequeñas áreas de Armenia y Azerbaiyán. Sin embargo, con el tiempo moderó sus demandas hacia una mayor autonomía y derechos culturales dentro del territorio turco.
Abdullah Öcalan, el legendario líder del PKK
Abdullah Öcalan, de 76 años, ha sido la figura central del PKK desde su fundación. A pesar de estar encarcelado desde 1999 en una prisión en la isla de Imrali, frente a Estambul, Turquía, su influencia sigue siendo determinante.
En los últimos años, Öcalan promovió un modelo de “confederalismo democrático”, una visión de autogobierno descentralizado que no necesariamente implicaba la separación de Turquía. El grupo también se posicionó como defensor de la liberación femenina y los derechos de las minorías.
La lucha armada y su designación como organización terrorista
El PKK inició su lucha armada en 1984 con ataques contra objetivos militares y gubernamentales en el sureste de Turquía, una región de mayoría kurda. Esta insurgencia incluyó tácticas de guerrilla, como emboscadas y sabotajes, dirigidas contra el Ejército turco y la Policía.
El conflicto se intensificó durante esa década y la de 1990, con enfrentamientos frecuentes en áreas rurales y montañosas. El PKK también estableció bases en las montañas de Qandil, en el norte de Irak, desde donde coordinaba operaciones transfronterizas.
En los últimos años, el grupo participó indirectamente en la lucha contra el Estado Islámico (ISIS) en Siria a través de las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo), vistas por Ankara como una extensión del PKK y el componente principal de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), lo que le dio cierta relevancia internacional, aunque no legitimidad oficial.
El PKK ha sido considerado una organización terrorista por Turquía desde sus inicios, debido a sus acciones armadas contra el Estado. Además, Estados Unidos, la Unión Europea, la OTAN y otros países aliados de Ankara lo incluyeron en sus listas de organizaciones terroristas, especialmente tras los ataques de los años 80 y 90.
Esta designación complicó las relaciones del PKK con actores internacionales y limitó su acceso a financiamiento y apoyo político.
El conflicto armado con Turquía
El PKK llevó a cabo numerosos ataques, incluyendo atentados con bombas en ciudades turcas, asaltos a puestos militares y secuestros de funcionarios. Entre los más notorios está el atentado de 2016 en Ankara, que dejó 37 muertos y 122 heridos, y los enfrentamientos en Diyarbakir y otras ciudades del sureste turco durante los picos del conflicto. El último ataque de envergadura del PKK se llevó a cabo en octubre pasado, cuando dos miembros de la organización detonaron explosivos y abrieron fuego contra la empresa aeroespacial y de defensa TUSAS, matando a cinco personas e hiriendo a otras 22 cerca de Ankara.
Por otro lado, el PKK sufrió intensos ataques por parte de Turquía, que lanzó operaciones militares masivas, como las incursiones aéreas y terrestres en el norte de Irak y Siria. Estas operaciones, como las campañas Garra iniciadas en 2019, buscaban desmantelar las bases del PKK y resultaron en numerosas bajas para el grupo y civiles.
Además, los servicios de inteligencia turcos capturaron a líderes clave y llevaron a cabo asesinatos selectivos de comandantes del PKK.
La influencia de la caída de Bashar al-Assad en Siria
La caída del régimen de Bashar al-Assad en Siria, ocurrida en diciembre de 2024, tuvo un impacto significativo en el PKK y su decisión de disolverse, ya que a través de sus aliados de las YPG y las FDS, había establecido una presencia sólida en el noreste de Siria, controlando áreas como Rojava bajo un modelo de autogobierno kurdo.
Durante la guerra civil siria, las YPG se convirtieron en aliados clave de Estados Unidos en la lucha contra ISIS, lo que otorgó al PKK una relevancia estratégica indirecta. Sin embargo, la caída de Assad y el ascenso de un nuevo Gobierno liderado por el grupo islamista radical Hayat Tahrir al-Sham (HTS) alteraron el panorama.
Turquía, que apoyó a la oposición siria, intensificó su presión para limitar la influencia kurda en Siria, considerando a las YPG una amenaza directa por su vínculo con el PKK.
La pérdida del respaldo tácito de un régimen sirio debilitado y la creciente hostilidad de Turquía en la región redujeron el espacio de maniobra del PKK, debilitando su posición estratégica. Este cambio probablemente influyó en la decisión de Öcalan de abogar por la disolución, ya que la inestabilidad en Siria y la falta de aliados fiables dificultaban la continuación de la lucha armada.
La disolución del PKK y el fin de una lucha que dejó 40.000 muertos
El 12 de mayo de 2025, el PKK anunció su disolución tras su 12º Congreso, celebrado entre el 5 y el 7 de mayo en el norte de Irak. La decisión, impulsada por el llamado de Öcalan, marcó el fin de una insurgencia de más de 40 años que dejó al menos 40.000 muertos. El grupo declaró que había “cumplido su misión histórica” y que los problemas kurdos ahora podían resolverse mediante la política democrática.
Turquía acogió la noticia con cautela, con el presidente Recep Tayyip Erdogan y su Gobierno enfatizando que el proceso debe incluir el desarme total y aplicarse a todas las ramas y afiliados del PKK, incluyendo las YPG en Siria.
Anteriormente, en febrero de 2025, Öcalan hizo un llamado histórico para que el PKK depusiera las armas y se disolviera, abriendo la puerta a una posible reforma democrática.
Días después, el 1 de marzo, el PKK anunció un alto el fuego inmediato con las fuerzas turcas.
El presidente de la región semiautónoma del Kurdistán iraquí, Nechirvan Barzani, celebró la disolución como un “paso decisivo” hacia la paz y la estabilidad en Turquía y Oriente Medio. La comunidad internacional, incluyendo al secretario general de la ONU António Guterres también expresó optimismo, aunque instó a que el proceso se implemente plenamente.