Desde el 7 de octubre, los judíos canadienses han estado bajo ataques constantes: tiroteos, bombas incendiarias, boicots, vandalismo e intimidación, acoso en las calles...

Desde la masacre del 7 de octubre en el sur de Israel, los judíos en Canadá han vivido un asedio permanente. Sus escuelas han sido tiroteadas, sus instituciones bombardeadas, sus empresas boicoteadas y vandalizadas. Los imanes han incitado a sus congregaciones en el odio antisemita, diciéndoles que los judíos son "alimañas". Han habido marchas ininterrumpidamente, donde los activistas pro-Hamás corean "larga vida a la intifada" y "desde el río hasta el mar, Palestina será libre" -un eufemismo para la aniquilación de un miembro democrático de las Naciones Unidas, Israel-.

Sólo en Montreal, la policía registró 38 informes de crímenes de odio y otros incidentes dirigidos a la comunidad judía en las semanas posteriores al Sábado Negro. Según Shimon Fogel, director ejecutivo del Centre for Israel and Jewish Affairs:

Hay una razón por la que los judíos están siendo atacados en las calles de Toronto, Vancouver o Montreal. Hay una razón por la que se están arrojando bombas incendiarias contra escuelas y sinagogas. Es porque la antipatía es hacia el pueblo judío, y el Estado judío es una extensión del pueblo judío, no algo independiente y separado.

En Columbia Británica, donde hay aproximadamente 35.000 judíos, el primer ministro provincial, David Eby, dijo que había oído relatos "devastadores" de antisemitismo. Tras reunirse con líderes de la comunidad, aseguró que el odio se extendía por "las escuelas, la sociedad civil, el sector privado" y que creía que "algunas personas lo han vivido dentro del servicio público del gobierno de Columbia Británica".

Según Eby, en un incidente un maestro de escuela primaria había pedido a los estudiantes que "se identificaran como judíos" y luego les exigió que explicaran a toda la clase "lo que Israel estaba haciendo en Gaza". En otro incidente, un estudiante que se opuso a la opinión de un profesor sobre Hamás e Israel fue acusado de "crear disturbios" y le dijeron que se sentara fuera de la clase.

En Thornhill, un suburbio fuertemente judío de Toronto, manifestantes pro-Hamás se reunieron frente a dos sinagogas ortodoxas y gritaron "del río al mar", "intifada" y "regresen a Polonia". Los judíos que caminaban por la calle fueron intimidados y acosados. En otra parte de la ciudad, una tienda de delicatessen de propiedad judía fue incendiada, después de que en las puertas pintaran "Palestina libre".

En Montreal, circularon en las redes sociales listas de empresas judías y se pidió a la gente que boicoteara los establecimientos. También sirvieron de guía para que las turbas se reunieran frente a estos negocios para pedir boicots, como hicieron frente al Café Landwer, en Toronto.

"Creo que sería imposible para nuestra comunidad no sentirse nerviosa y preocupada por los problemas de seguridad que enfrenta", dijo Jaime Kirzner-Roberts, vicepresidente para el área metropolitana de Toronto del Centre for Israel and Jewish Affairs (CIJA).

Dado el dramático aumento de los delitos motivados por el odio que estamos viendo, dado que los judíos están siendo atacados en las calles, los negocios judíos son blanco de boicots, campañas de intimidación y ahora incendios provocados, es natural que la comunidad esté preocupada.

Según el diario Globe and Mail, en octubre la Policía investigó incidentes en que había "personas supuestamente golpeando puertas de casas judías y robando mezuzot".

Las universidades canadienses están inmersas en una retórica antisemita y los estudiantes judíos son acosados, algunos incluso son amenazados de muerte y tienen que mantenerse alejados del campus. "Son señalados y demonizados simplemente por ser judíos", dijo Jay Solomon de Hillel Canada, una red de clubes de universitarios judíos, añadiendo que el antisemitismo se encuentra en niveles sin precedentes.

Según el Vancouver Sun:

Seis destacadas universidades canadienses y varios sindicatos de estudiantes se enfrentan actualmente a demandas colectivas de alumnos que les acusan de haber permitido que florezca un ambiente hostil en el campus.

Una estudiante judía, Samantha Kline, recibió intimidaciones tan graves que dejó de ir al campus. También aseguró que veía grafitis antisemitas a diario: "Entraba todos los días y veía 'que se jo*** los judíos', 'no son bienvenidos aquí', 'odiamos a los sionistas' y 'mátate'".

Mientras tanto, hay protestas en las que se pueden ver esvásticas y escuchar a oradores que piden la destrucción de "los arrogantes sionistas", "matarlos a todos, y no eximir ni siquiera a uno de ellos", además de llamados constantes a la "intifada", la "resistencia" y la aniquilación de Israel.

Lamentablemente, pocos legisladores están dispuestos a condenar de todo corazón aunque sea una parte de todo esto. Con algunas excepciones, optan por emitir declaraciones faltas de entusiasmo y no hacer prácticamente nada para combatir la explosión de odio contra los judíos.

En 2022, el Gobierno canadiense invocó la Ley de Emergencias para poner fin a las protestas de camioneros, en las que miles se manifestaron para pedir el fin de los mandatos federales de vacunación contra el Covid-19. En 2008, el autor Mark Steyn fue procesado en Canadá por haber advertido, en su libro America Alone, sobre las posibles consecuencias del Islam en Occidente. El año pasado, en una medida que recuerda a "las salas psiquiátricas de rehabilitación" de Stalin, el célebre psicólogo Jordan Peterson recibió la orden del Colegio de Psicólogos de Ontario de ser "disciplinado" en un "campo de reentrenamiento al estilo soviético" o arriesgarse a perder su licencia, simplemente por haber expresado opiniones personales sobre una variedad de temas, desde la obesidad hasta la ideología transgénero.

Estos mismos líderes y funcionarios canadienses, sin embargo, no parecen ver como necesario siquiera comentar sobre las turbas que piden el genocidio de los judíos.

Vivian Bercovici, exembajadora canadiense en Israel, escribió el 21 de octubre:

El primer ministro de Canadá emitió un comunicado ya bien entrado el domingo 8 de octubre. Justin Trudeau condenó los ataques, pero con un lenguaje mucho más cuidadoso y comedido que el de la mayoría de los líderes occidentales...

Mientras tanto, en todo Canadá, ha habido un aumento alarmante en los crímenes de odio contra los judíos. En Toronto, el boca a boca habla de muchas familias judías que retiran mezuzot (un símbolo de que la casa está habitada por judíos) de los marcos exteriores de sus puertas...

La gente tiene miedo de ir a los centros comunitarios judíos, a las escuelas judías, a las zonas judías y a las tiendas judías. De hecho, como muestra de comprensión y apoyo, el jefe de policía de Toronto se propuso visitar un emblemático restaurante judío en Lawrence Plaza, United Bakers, para demostrar solidaridad y apoyo.

En octubre, el Gobierno de Trudeau acusó falsamente a Israel de haber bombardeado un hospital en Gaza. Rápidamente se demostró que la explosión había sido causada por un cohete lanzado por la Yihad Islámica Palestina. El incidente desencadenó violentas protestas en todo el mundo por parte de partidarios de Hamás, también en Canadá. Trudeau se negó a admitir los hechos de la explosión del hospital durante una semana entera, aunque la verdad ya era conocida en todo el mundo a las pocas horas del ataque.

Trudeau también decidió reanudar la financiación de la UNRWA antes de que la ONU hubiera terminado de investigar si los empleados de la agencia habían participado en la masacre del 7 de octubre o eran miembros de Hamás u otras organizaciones terroristas. Resulta que al menos 30 de ellos participaron en las atrocidades y, además: "1.468 de los 13.000 miembros del personal de la UNRWA en Gaza son miembros de Hamás o de la Yihad Islámica Palestina". "Canadá levantará su pausa temporal de la financiación para la agencia", dijo el ministro canadiense de Ayuda Internacional, Ahmed Hussen. "La UNRWA desempeña un papel vital en Gaza."

Además, el Gobierno decidió esta semana poner fin a la venta de armas a Israel, según la ministra de Asuntos Exteriores, Mélanie Joly, tras la aprobación de una moción no vinculante en el parlamento, que pedía a Canadá "reconocer oficialmente al Estado de Palestina".

"Los judíos canadienses han visto un aumento alarmante e insondable del antisemitismo después del 7 de octubre", dijo Michael Levitt, presidente y director ejecutivo del Friends of Simon Wiesenthal Center.

Para empeorar las cosas, en un momento en el que necesitamos que nuestro Gobierno federal cumpla su promesa de "siempre respaldar a la comunidad judía y a Israel", ese no está siendo el caso.

Como golpe final a los judíos canadienses, la Administración ha decidido implementar nuevas normas que efectivamente pondrán fin a la práctica de la matanza kosher. Según el Kashruth Council of Canada (COR):

"La Agencia Canadiense de Inspección de Alimentos (CFIA), el organismo regulador que rige el sacrificio de animales, introdujo nuevas directrices que de hecho, si no intencionalmente, ponen en peligro la 'shejitá' (sacrificio ritual judío)".

El rabino Eric Grossman, director de la escuela Akiva de Montreal, escribió el 11 de marzo:

"El viernes pasado se presentó un Aviso de Aplicación legal en nombre de las organizaciones 'kashrut' de Canadá contra el fiscal general en un último intento por impedir la implementación de las nuevas normas que pondrán fin a la 'shejitá' dentro de los próximos dos meses. El proceso está en marcha y ya un tercio de los mataderos de Canadá han dejado de producir carne 'kosher'. Los certificadores 'kosher' y sus representantes habían estado trabajando con el Gobierno para encontrar una solución, incluida una reunión reciente en Ottawa, pero según la solicitud "esos esfuerzos han resultado infructuosos".

La solicitud afirma que poner fin a la 'shejitá' viola los derechos de los judíos canadienses a practicar su fe garantizados por la Carta Canadiense de Derechos y Libertades. Como tal, esta nueva política es uno de los golpes más severos jamás asestados a la comunidad judía canadiense, que ha vivido en esta tierra durante más de doscientos años".

¿Está Canadá intentando deshacerse de sus judíos? ¿De sus libertades? Si sigue así, podría lograr hacer ambas.

© Gatestone Institute