Los pastores afroamericanos están presionando al presidente para que salve a Hamás porque se identifican con el 'oprimido' pueblo palestino, el mismo que el 7 de octubre lanzó una guerra genocida. Olvidada quedó su lucha por los derechos civiles.

Ser solidarios con los 'oprimidos'. Esa es la cuestión para los mil pastores negros que se unieron al movimiento que busca presionar al presidente Biden para que fuerce un alto el fuego en la guerra entre Israel y Hamás. Campaña que puede verse como parte de una revuelta dentro de la base del Partido Demócrata contra la política de la Administración en Medio Oriente, al igual que las peticiones firmadas por funcionarios de bajo estatus, personal del Congreso e incluso de parte de la campaña. Como han dejado claro reportes de medios como el The New York Times y NPR, la oposición de las iglesias negras es no es "marginal", sino que plantea una amenaza potencialmente letal a las esperanzas de reelección de Biden. Durante mucho tiempo, ellas han sido claves en las campañas demócratas.

Pero la clave aquí no es tanto el impacto políticos de esta campaña de presión, aunque sea significante. Es, en cambio, por qué tantos afroamericanos creen que la causa palestina está atada a sus propios intereses y creencias -especialmente los líderes eclesiásticos, que tanto influyen en sus feligreses y en la comunidad negra en general-.

La respuesta a este enigma es clara: la comunidad afroamericana ha adoptado las ideas tóxicas de los mitos interseccionales que analogan la guerra palestina para destruir al único Estado judío en el mundo con la lucha de los derechos civiles en Estados Unidos. Las enseñanzas de la Teoría Crítica de la Raza y el catecismo de la diversidad, equidad e inclusión (DEI) segregan al mundo en dos grupos inmutables, encerrados en una lucha sin fin: los opresores blancos contra las personas de color, que siempre son las víctimas. Los pastores negros se han creído y difunden por su grey la mentira neomarxista de que los judíos son opresores blancos mientras que los árabes palestinos son personas de color -por tanto, víctimas-.

Mitos raciales sobre Medio Oriente

Queda fuera del debate sobre la oposición de los negros estadounidenses a Israel que el conflicto en Medio Oriente no se trata de divisiones raciales: los judíos y árabes son de la misma etnia, y aproximadamente la mitad de los judíos israelíes son personas de color porque sus orígenes se remontan a Medio Oriente y el Norte de África. También parece quedar fuera, por ignorancia o desinterés, el repetido rechazo de los palestinos a toda oferta que incluyese algún tipo de compromiso, incluso aquellas que hubiesen garantizado la independencia y la condición de un Estado propio siempre que estuvieran dispuestos a vivir lado a lado con un Estado judío. Se omite, además, que existió un alto al fuego antes del 7 de octubre y que Gaza no había sido ocupada desde 2005 y que los judíos son el pueblo indígena en el lugar que los estadounidenses llaman "la tierra santa".

Los hechos de la centenaria guerra de los árabes palestinos contra el sinonismo no importan cuando se cree que cualquier lucha puede reducirse a una ecuación interseccional donde hay gente blanca malvada y gente buena de color -en la que los blancos siempre están equivocados, sin importar lo que hace cada grupo-.

El lenguaje utilizado por los pastores al describir su campaña para golpear a Biden -quien sabe muy bien que sólo ganó la nominación presidencial de su partido en 2020 y luego las elecciones generales gracias al apoyo de los negros- no es tanto un reflejo de cálculos políticos como un intento de enmarcar su postura pro-Palestina como una extensión de su tradicional defensa de los derechos civiles.

La narrativa de solidaridad con la causa de los palestinos ha borrado a Israel, los derechos de los israelíes, su sufrimiento o sus esfuerzos para garantizar que las atrocidades del 7 de octubre nunca se repitan.

Barbara Williams-Skinner, de la Red Nacional del Clero Afroamericano -un grupo que afirma representar a 15 millones de feligreses negros-, dijo al Times que "el clero negro ha visto la guerra, el militarismo, la pobreza y el racismo, todos conectados". Dijo también que la ira en las protestas contra Israel excedía a la que había escuchado sobre Afganistán e Irak y que las imágenes del sufrimiento de los palestinos despertaba una "angustia profundamente arraigada en los negros" que no había "visto desde el movimiento por los derechos civiles".

Otra pastora citada por el Times se hizo eco de esto: "Los vemos como parte de nosotros", dijo la reverenda Cynthia Hale, fundadora y pastora principal de la Iglesia Cristiana Ray of Hope en Decatur, Georgia. "Ellos son gente oprimida, nosotros somos gente oprimida".

En estas declaraciones falta cualquier mención al contexto de la guerra. También quedan fuera de la ecuación qué es lo que quieren los palestinos oprimidos, cómo están tratando de lograr sus objetivos y si estos deseos y modos tienen aunque sea algo en común con los objetivos del movimiento por los derechos civiles. De hecho, la narrativa de la solidaridad con la causa de los palestinos ha anulado todo capítulo sobre Israel, los derechos de los israelíes y su sufrimiento o sus esfuerzos por garantizar que las atrocidades del 7 de octubre nunca se repitan. Esta narrativa debería, asimismo, terminar de extinguir los últimos vestigios de una asociación que en antaño muchos daban por sentado: la alianza entre afroamericanos y judíos.

Borrando el antisemitismo

Cuando se les presiona para que reconozcan cómo comenzó la guerra, los pastores dicen que están en contra del terrorismo y a favor de la liberación de los cerca de 136 israelíes que continúan secuestrados por Hamás. Niegan, además, cualquier vinculación con el antisemitismo. Pero esto no convence a los judíos, que se preguntan por qué los ha abandonado un grupo al que apoyaban con firmeza.

Desde los pogromos de Hamás contra comunidades del sur de Israel el 7 de octubre, ha habido un aumento sin precedentes del antisemitismo en Estados Unidos. Este impactante incremento del odio en las calles de las ciudades y en los campus universitarios, así como en numerosos comentarios en medios de comunicación como el Times, está ligado con los esfuerzos por demonizar a Israel y tratar a sus ciudadanos y sus partidarios estadounidenses como juego limpio para el terrorismo.

Sin embargo, las mismas personas con las que los grupos judíos liberales siempre han trabajado estrechamente –los líderes espirituales negros– están tan obsesionadas con sus supuestos puntos en común con los palestinos que ignoran por completo la forma en que sus antiguos amigos son asediados por incidentes antisemitas y discursos de odio.

Este es un giro impactante, especialmente si se considera la lealtad que los grupos judíos tradicionales han mantenido con la comunidad afroamericana incluso cuando abundaba la evidencia de que la afinidad no era recíproca. Organizaciones como la Anti-Defamation League (Liga Antidifamación) y el American Jewish Committee (Comité Judío Estadounidense) han respaldado al movimiento Black Lives Matter a pesar de que sus líderes odian a los judíos. También siguen decididos a apoyar las políticas de DEI que allanan el camino para el antisemitismo, algo que se volvió obvio cuando las universidades, después del 7 de octubre, dejaron a sus alumnos judíos solos frente al odio de la turbas israelíes.

La verdad sobre los palestinos

Las imágenes del sufrimiento de los palestinos que han inundado los medios de comunicación pueden explicar en parte la simpatía por su causa, pero sólo si se ignora el origen de ese sufrimiento o sus alternativas prácticas.

La población de Gaza sufre terriblemente como resultado de una guerra que ella misma comenzó el 7 de octubre con una orgía de asesinatos en masa, violaciones, torturas y secuestros que inicialmente celebró como una gran victoria. Después de haber sembrado el terrorismo, cosecharon la respuesta de las fuerzas israelíes, que buscan erradicar a Hamás en sus bastión de Gaza. La devastación es enorme debido a que los yihadistas se atrincheraron en la Franja, en una red de túneles bajo tierra con salidas en casas, mezquitas, escuelas y hospitales.

Los habitantes de Gaza no protestaron cuando miles de millones de dólares de ayuda humanitaria internacional eran desviados para convertir el área en una fortaleza subterránea donde los terroristas podían esconderse detrás de los civiles, a quienes expondrían deliberadamente al daño.

La noción de que Israel no tiene derecho a atacar Gaza después del 7 de octubre es una teoría novedosa de la guerra. Si los terroristas tienen ahora derecho a usar a la población civil como escudo humano, los asesinos son, en esencia, inmunes incluso si cometen los crímenes más bárbaros. Eso es lo que sucederá si se impone un alto al fuego a Israel antes de que Hamás sea erradicado.

Los afroamericanos que luchaban contra las 'leyes Jim Crow' no buscaban matar a los blancos ni establecer el principio de que los negros deben gobernar, como sí hacen los islamistas de Hamás.

Los activistas negros que creen que la causa palestina no es diferente de la suya no reconocen las razones de Hamás para iniciar los combates con un ataque como el del 7 de octubre. La organización terrorista con base en la Franja es explícita sobre el hecho de que su objetivo es destruir a Israel y masacrar a su pueblo. Contrariamente a algunas de las declaraciones falsas de Biden sobre el tema, las votaciones y las encuestas han demostrado consistentemente que la plataforma genocida de Hamás cuenta con un amplio apoyo entre los palestinos.

El sufrimiento de los palestinos comenzó cuando Hamás lanzó sus ataques asesinos contra Israel. Podría haber terminado en cualquier momento con la rendición del grupo terrorista y la liberación de todos los rehenes. Pero a Hamás y sus aliados no les importa el sufrimiento palestino. Por el contrario, desean maximizarlo para granjear más simpatía extranjera.

Los pastores negros afirman oponerse a la ocupación, sin entender que para los palestinos ese término se refiere a cualquier tierra que controle Israel. Estos líderes del clero pueden afirmar que se oponen a todo lo que Hamás representa y a la vez apoyarlo porque han aceptado la mentira de que los judíos son intrínsecamente malvados al tratar de defender sus hogares y a sus familias.

¿Cómo se diferencia esto del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos? Los afroamericanos que luchaban contra las leyes Jim Crow no buscaban matar a los blancos ni establecer el principio de que los negros deben gobernar, como sí hacen los islamistas de Hamás. Querían igualdad de derechos y el fin de la segregación legal. El objetivo de Martin Luther King Jr. era la convivencia y una sociedad donde sus hijos fueran juzgados por "el contenido de su carácter más que por el color de su piel".

Pastores moralmente arruinados

El mundo del revés de la interseccionalidad y la Teoría Crítica de la Raza pone patas arriba esas esperanzas. Es absurdo que la comunidad afroamericana, que se dice defensora de los derechos civiles, adopte una causa con fuerte raigambre genocida e intolerante con cualquier noción de coexistencia interreligiosa o étnica.

Es impactante que los pastores negros, que pretenden tener autoridad moral, se identifiquen con una causa que beneficia a los asesinos de Hamás. Es igualmente sorprendente que se unan a las turbas que gritan por la destrucción de Israel ("del río al mar") y por el atacar a los judíos dondequiera que estén ("globalizar la intifada"). Pero en este nuevo y feliz mundo interseccional, eso es lo que la comunidad negra considera como defender los derechos civiles.

Aún más inquietante se vuelve al considerar que las fuerzas islamistas están perpetrando atrocidades contra los africanos negros en países como Nigeria, Mauritania o Sudán, incluidas matanzas en masa, violaciones y una versión moderna de la esclavitud. ¿Por qué los pastores no hablan de estas atrocidades ante sus congregaciones? Habiendo aceptado la interseccionalidad, ahora están dispuestos a ignorar delitos cometidos contra personas con las que deberían tener una afinidad natural (los africanos negros) porque los perpetradores son musulmanes o árabes, mientras afirman que los palestinos -que quieren masacrar a los israelíes- son dignos de simpatía y, aún más, merecedores de su capital político.

Viene siendo hora de que dejen de esconder la cabeza en la arena los grupos judíos que se han aferrado servilmente a la pretensión de que existe una alianza con estos pastores y las organizaciones a las que representan. Quienes permiten el antisemitismo y ayudan a los asesinos de judíos son enemigos, no amigos.

No hay término medio cuando se trata del apoyo a Hamás y la indiferencia ante el antisemitismo. Los pastores negros que buscan demonizar a Israel y guardan silencio sobre el odio a los judíos inherente en la causa que apoyan no deben engañarse. A pesar de su retórica altisonante sobre la compasión y los oprimidos, estos pastores están moralmente arruinados. Los judíos estadounidenses que han estado a su lado durante mucho tiempo en la lucha por los derechos civiles deberían decir, sin rodeos, que darán la espalda a los antisemitas vestidos en atuendos clericales.

© Gatestone Institute