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Texas celebra el 'Día de Pakistán' mientras Pakistán destruye los derechos humanos

Cristianos, hindúes y otras comunidades no musulmanas sufren de una violencia y persecución crecientes en el país ahora conmemorado por los legisladores texanos.

Día de la Independencia en Pakistán

Día de la Independencia en PakistánRana Sajid Hussain/Pacific Press/Cordon Press.

La Cámara de Representantes de Texas aprobó una resolución el 28 de marzo reconociendo oficialmente el 23 de marzo como el Día de Pakistán. La resolución, presentada por el representante estatal Dr. Suleman Lalani, afirma que los texanos paquistaníes han hecho "importantes contribuciones en las esferas social, religiosa, lingüística y económica del estado". Presente en el acto estuvo el cónsul general de aquel país en Houston, Muhammad Aftab Chaudhry.

El problema es que al mismo tiempo que Texas celebraba el Día de Pakistán, en Pakistán ciudadanos cristianos eran detenidos y condenados a muerte por blasfemia, y jóvenes de la misma fe eran secuestradas por musulmanes que pretendían abusar sexualmente de ellas, casarlas a la fuerza y forzarlas a convertirse al islam.

El parlamento nacional y los provinciales en la nación asiática han dado su consentimiento a estas atrocidades. En 2019, la Asamblea Provincial de Sindh rechazó un proyecto de ley que penalizaba las conversiones religiosas forzadas. Se trataba del segundo intento de promulgar una ley semejante en el territorio: en 2016 el gobernador tumbó un proyecto aprobado por los asambleístas. 

En 2021, un comité de la Asamblea Nacional de Pakistán rechazó un texto legislativo contra la conversión forzada después de que el Ministerio de Asuntos Religiosos se le opusiera.

Cristianos, hindúes y otras comunidades no musulmanas de Pakistán han sufrido un aumento de la violencia y la persecución.

Ataques contra mujeres, niñas, católicos...

El 25 de marzo, musulmanes armados atacaron a Adnan Masih, de 34 años, y a su esposa en el distrito de Faisalabad, robándoles a punta de pistola. Según Masih:

"Cuando les dije que era un cristiano pobre y un trabajador corriente en un horno de ladrillos, empezaron a susurrarse algo al oído... Uno de ellos agarró a mi mujer del brazo y la arrastró hasta un cañaveral cercano... y se turnaron para violarla".

El 21 de marzo, un musulmán de la provincia de Punjab, Zohaib Iftikhar, acuchilló en la garganta a un compañero de trabajo cristiano, Waqas Masih, bajo la acusación de que había cometido blasfemia por tocar un libro de texto islámico "con manos impuras."

El 20 de marzo, la Policía arrestó a una influencer por presunta blasfemia en el distrito de Muzaffargarh. Se presentó una denuncia contra la mujer por "publicar comentarios despectivos":

"La policía inició un caso contra la tiktoker en virtud de los artículos 295-A (Actos deliberados y malintencionados con la intención de ofender los sentimientos religiosos de cualquier clase insultando su religión o sus creencias religiosas) y 298-A (Palabras con la intención deliberada de herir los sentimientos religiosos) del Código Penal de Pakistán (PPC). Posteriormente fue detenida... y enviada a la cárcel en prisión preventiva judicial...".

El 17 de marzo, funcionarios de la Agencia Federal de Investigación (FIA) arrestaron a Arsalan Gill, cristiano de 24 años, "en virtud de una ley sobre blasfemia que impone la pena de muerte en relación con material que apareció, sin que Gill lo supiera, en Facebook":

"La empobrecida familia católica quedó conmocionada cuando un funcionario de la FIA les comunicó a última hora de la noche que su hijo había sido detenido y acusado de compartir contenido blasfemo en grupos de Facebook. Los funcionarios de la FIA no les permitieron reunirse con él esa noche".

No se trata de casos aislados. Según la legislación paquistaní sobre blasfemia, cualquier persona declarada culpable de insultar al islam, a su profeta o a otras figuras religiosas puede ser encarcelada y condenada a muerte.

En enero, un tribunal sentenció a cuatro paquistaníes a muerte por "publicar material sacrílego en las redes sociales sobre figuras religiosas islámicas y el Corán":

"Junto con las penas de muerte, el juez impuso multas colectivas de 4,6 millones de rupias (unos 16.500 dólares) y penas de cárcel a cada uno de los cuatro en caso de que un tribunal superior anule sus condenas a muerte".

Aunque todas las mujeres de Pakistán son vulnerables a la violencia de género, las pertenecientes a minorías religiosas sufren de violencia redomada. Cada año, según el Movimiento por la Solidaridad y la Paz, hasta mil niñas y jóvenes cristianas e hindúes son secuestradas por hombres musulmanes.

Estas niñas, de tan sólo 7 años, procedentes en su mayoría de familias pobres e incluso con discapacidades físicas, son casadas a la fuerza, agredidas sexualmente y obligadas a convertirse al islam bajo amenaza de muerte. Muchas familias no vuelven a verlas, y las autoridades estatales rara vez toman medidas para recuperarlas o llevar a sus captores ante la justicia. La Policía suele ser parcial y se niega a presentar denuncias de cristianos e hindúes.

En su lugar, la Cámara de Representantes de Texas podría haber dedicado el 23 de marzo a las víctimas de secuestros y niños maltratados en Pakistán.

"Quienes causaron daño a los cristianos han quedado deliberadamente impunes, añade Puertas Abiertas".

La Campaña del Jubileo informó en una declaración escrita de 2023 al Consejo de Derechos Humanos de la ONU que "las niñas víctimas son casadas a la fuerza con hombres que les doblan la edad o más y que ya están casados con hijos cercanos a la edad de las víctimas."

Puertas Abiertas, organización de derechos humanos que vigila la persecución anticristiana a escala mundial, coloca a Pakistán en el puesto número ocho de su Lista de Vigilancia Mundial:

"El sistema legal falla repetidamente a estas jóvenes. El trauma psicológico y los malos tratos continúan incluso si se presenta una demanda para recuperar a la niña. Muchas de ellas se ven obligadas a decir que tienen más de 18 años o que se convirtieron voluntariamente".

Una niña de 10 años de Faisalabad fue secuestrada y convertida a la fuerza el 12 de febrero de 2024. Otros casos recientes incluyen el secuestro de una niña de 13 años el 13 de marzo de 2024, y el de una niña de 15 años de la provincia de Sindh que fue secuestrada el 11 de marzo de 2024, convertida a la fuerza al islam y casada.

El 20 de enero de 2025, tres musulmanes secuestraron Ariha Masih, niña cristiana de 12 años, a punta de pistola en su casa de la provincia de Punjab y la amenazaron con venderla como esclava sexual. Su madre, Sumera, identificó al secuestrador de su hija como Sajjad (Saajhu) Baloch, un vecino de 40 años. Baloch y dos cómplices habían entrado por la fuerza en la casa de la familia Masih.

Un proyecto de ley para tipificar como delito la conversión forzada se paralizó en la Asamblea Nacional de Pakistán en 2021, a pesar de que los informes mostraron un aumento del 177% de casos de este tipo contra minorías religiosas desde el año anterior. El proyecto de ley, que proponía que sólo los no musulmanes "maduros" pudieran convertirse al islam, fue calificado de "antiislámico" por el Ministerio de Asuntos Religiosos y Armonía Interconfesional.

Seis relatores especiales de las Naciones Unidas escribieron una carta pública al Gobierno en 2022 sobre la práctica de los matrimonios forzados y las conversiones. Hasta la fecha, no se ha hecho pública ninguna respuesta. En 2024, los relatores reiteraron su declaración:

"Los relatores especiales de la ONU exigieron a Pakistán que elevara a 18 años la edad legal para que las niñas contrajeran matrimonio, como medida disuasoria contra la explotación".

"Los expertos de la ONU instaron a Pakistán a llevar a los responsables ante la justicia, a hacer cumplir las protecciones legales existentes contra el matrimonio infantil, precoz y forzado, el secuestro y la trata de niñas pertenecientes a minorías, y a respetar las obligaciones internacionales del país en materia de derechos humanos".

No está claro si los esfuerzos que se están haciendo para proteger a los niños en Pakistán tendrán éxito y se llevarán realmente a la práctica. Según Qamar Rafiq, defensor de los derechos humanos de Pakistán:

"La situación actual hace improbable que veamos un cambio suficientemente significativo en la política del país como para formular pronto un proyecto de ley contra las conversiones forzadas".

La organización Church in Chains afirmó el 20 de marzo:

"Un grave problema para los cristianos de Pakistán es que cada año cientos de niñas y jóvenes cristianas son secuestradas y obligadas a convertirse al islam y casarse con sus secuestradores".

"Los gobiernos federal y provinciales no han tomado medidas para abordar el problema, y los padres denuncian a menudo que la Policía no les ayuda a recuperar a sus hijas. Las fuerzas del orden tardan en registrar las denuncias de secuestros y los autores saben que las probabilidades de condena son escasas. Cuando los casos llegan a los tribunales, los jueces tienden a fallar basándose en la 'sharia' (ley islámica) y no en la ley federal, por lo que las decisiones favorecen a los autores y las niñas pierden todo contacto con sus familias".

"Normalmente, una adolescente cristiana o hindú de una familia pobre desaparece y, al cabo de un tiempo, su angustiada familia es informada de que se ha convertido voluntariamente al islam y se ha casado con su presunto secuestrador".

"Primero se lleva a la niña a una mezquita o madraza local para su conversión..... En el certificado de conversión suele constar que la edad de la niña es mayor de 18 años. La ceremonia de conversión puede ir seguida inmediatamente de una Nikah (boda musulmana) y, si la niña es menor de edad, el certificado de matrimonio falsificará su edad. Los tribunales suelen negarse a aceptar documentación oficial como certificados de nacimiento, bautismo o escolares como prueba de la edad e insisten en un examen médico, que es intrusivo y no puede ofrecer un resultado exacto".

"Si un caso llega a los tribunales, se coacciona a la niña para que se ponga del lado de su secuestrador, a menudo mediante amenazas de matarla a ella y a su familia si no testifica que se convirtió y se casó por voluntad propia; su secuestrador puede estar en la sala del tribunal cuando ella presta testimonio y las turbas islamistas suelen abarrotar las salas, intimidando a jueces, abogados y familias, especialmente en los tribunales inferiores".

"[E]l agresor y sus partidarios pueden tener acceso a la niña... y seguir presionándola y amenazándola, y ella puede ser presionada por las mujeres mayores del refugio para que vuelva con su secuestrador...".

"En las ocasiones en que una niña escapa o es rescatada de sus secuestradores, el calvario no termina con su vuelta a la vida familiar... debido a las continuas amenazas de su secuestrador".

"¿Han hecho algo los texanos paquistaníes para ayudar a las víctimas de estos horribles abusos contra los derechos humanos en Pakistán o han sensibilizado sobre ellos de alguna manera durante su estancia en Estados Unidos?".

La organización Insight UK informó el 12 de marzo:

"El caso de Chanda Maharaj en Pakistán pone de relieve la difícil situación de las niñas pertenecientes a minorías, especialmente hindúes, sometidas a secuestro, conversión forzosa y matrimonio. Chanda, una niña hindú de 15 años de Sindh, fue secuestrada el 12 de agosto de 2022 por Shaman Magsi. Fue convertida a la fuerza al islam, casada con su secuestrador y agredida repetidamente. A pesar de su testimonio y de los esfuerzos de su familia por demostrar que era menor de edad, los tribunales de Pakistán fallaron a favor del secuestrador, citando certificados de nacimiento poco fiables y evaluaciones médicas que afirmaban que era biológicamente mayor".

Según Puertas Abiertas, las violaciones generalizadas de los derechos humanos y el carácter dictatorial de la política pakistaní posibilitan el terrorismo islámico:

"Pakistán experimenta una cultura cada vez más islamizante y alberga una plétora de grupos islámicos radicales. Resulta difícil seguir la pista de los distintos grupos islamistas de tamaño, nombres e influencia variables, ya que se dividen, fusionan y reaparecen según las necesidades. Uno de los que ha entrado recientemente en la esfera pública y ha acaparado titulares es Tehreek-e-Labaik (TLP). La comunidad cristiana se siente cada vez más atrapada entre estos grupos radicales, la cultura islámica de la sociedad pakistaní y un Gobierno que apacigua a estos grupos. Quienes mantienen una perspectiva radical basada en la ideología wahabí y siguen creyendo en la teología del califato y el trato a los 'infieles', parecen tener la voz más fuerte en la sociedad. Se identifican firmemente con los partidarios del grupo Estado Islámico (EI) y los talibanes".

"La introducción de un 'Currículo Nacional Único' en las escuelas denigra a las minorías religiosas e impone la enseñanza del Corán y de asignaturas como Matemáticas y Ciencias de forma islamizada. Así, la religión está impregnando la educación escolar, dividiendo a los niños y a las familias. Los grupos islámicos radicales están floreciendo -a pesar de la continua represión de algunos de ellos por parte del Ejército- y son utilizados por diversas facciones políticas como aliados. Su poder para movilizar a cientos de miles de personas, en su mayoría jóvenes, y sacarlas a la calle sigue siendo una herramienta política y ofrece una gran influencia para imponer objetivos políticos. Incluso los esfuerzos para proteger a las niñas menores de edad pertenecientes a religiones minoritarias de ser secuestradas, convertidas a la fuerza y casadas se ven obstaculizados, y, a menudo, los tribunales, sobre todo los inferiores, se limitan a seguir las alegaciones de los perpetradores sobre la edad y el libre albedrío de la víctima".

"Aunque los sucesivos Gobiernos se han opuesto activamente a algunos grupos radicales y violentos, también han intentado cooptar a otros y utilizarlos con fines políticos (internacionales). Estos grupos son innumerables e incluso una prohibición sólo hará que se reorganicen, cambien de marca y resurjan. La opción por defecto para hacer frente a los movimientos islámicos radicales (que son capaces de movilizar a millones de personas en manifestaciones callejeras) es el apaciguamiento e incluso la acomodación".

"Durante muchos años, la política en Pakistán ha sido un negocio familiar, una tendencia que sólo se rompió recientemente y que vuelve a estar en marcha. Sin embargo, quienquiera que esté en el poder tiende a aferrarse, haciendo todo lo posible para obtener los apoyos necesarios. Uno de los principales impulsores de esta tendencia es un actor político que rara vez actúa abiertamente: el Ejército. El modo en que corteja a algunos grupos islámicos radicales para utilizarlos como herramienta hace que los cristianos también sean objetivo de esos grupos".

Quienes han causado daños a los cristianos han quedado deliberadamente impunes, añade Puertas Abiertas.

"Una de las tendencias más preocupantes de los últimos años ha sido que los ataques contra presuntos blasfemos no sólo se toleran, sino que incluso se celebran. En un caso, un musulmán acusado de blasfemia fue asesinado por un policía en lo que la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán calificó de "ejecución extrajudicial". Era el segundo asesinato de este tipo en una semana. En otro caso, la familia de la víctima dijo que perdonaba al policía que había matado a su pariente porque, en efecto, estaba mal blasfemar. Esta impunidad se ve claramente en el caso de la persecución de cristianos por el hecho de que más del 90% de los sospechosos de el atentado de 2023 en Jaranwala siguen en libertad."

Todos los cristianos sufren discriminación institucionalizada, señala Puertas Abiertas:

"Las autoridades reservan a los cristianos oficios considerados bajos, sucios y degradantes, como limpiar alcantarillas o trabajar en hornos de ladrillos. A muchos creyentes se les llama 'chura', un término despectivo que significa 'sucio'. Los cristianos también son vulnerables a ser atrapados en trabajos forzados".

En enero de 2025, funcionarios de la Unión Europea emitieron una advertencia a Pakistán sobre las violaciones de derechos humanos, incluidas las leyes contra la blasfemia, las conversiones forzadas y otras persecuciones selectivas contra minorías religiosas. Si no hace caso, sus relaciones con la UE podrían peligrar.

¿Han hecho algo los texanos pakistaníes para ayudar a las víctimas de estas horribles violaciones de los derechos humanos en Pakistán o han sensibilizado sobre ellas durante su estancia en Estados Unidos? ¿En qué ámbitos han cooperado eficazmente con el Gobierno estadounidense? ¿Han utilizado sus recursos para luchar contra los grupos terroristas islámicos? ¿Ha sido Pakistán un gran aliado de Estados Unidos? 

¿Qué ha hecho realmente el Gobierno paquistaní para merecer ser celebrado con un día oficial por la Cámara de Representantes de Texas?

Uzay Bulut es periodista turca, investigadora del Philos Project y Distinguished Senior Fellow del Gatestone Institute.

© Gatestone Institute

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