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El boicot al genio judío, antisemitismo reciclado

En nuestros tiempos de agitación global, el mundo necesita la experiencia y sabiduría de sus mentes más brillantes, incluidas las judías.

Boicot antisemita en la Alemania nazi

Boicot antisemita en la Alemania naziArchivo de Historia Mundial/Cordon Press.

En noviembre de 2024, de forma algo encubierta, a la exministra de Justicia israelí Ayelet Shaked le fue escandalosamente denegado un permiso para entrar en Australia con el propósito de participar en una conferencia sobre los acontecimientos en Oriente Medio. El evento estaba organizado por el Australia Israel & Jewish Affairs Council (AIJAC), y pretendía ser un acto de la comunidad judía.

Colin Rubenstein, director ejecutivo de AIJAC, denunció la denegación del visado, realizada por el ministro australiano del Interior Tony Burke, sin que se diera a conocer el motivo en su momento. En opinión de Rubenstein: "La decisión de denegar el visado a [...] Shaked alegando que vilipendiaría a los australianos e incitaría a la discordia entre la comunidad es un vergonzoso acto de hostilidad hacia un aliado democrático."

El rechazo de un país occidental de una exministra del gabinete israelí es simplemente un incidente más en un movimiento global de desplante contra personalidades judeo-israelíes. En enero de 2022, una veintena de actos culturales se retiraron del Festival Cultural de Sídney en protesta a un espectáculo de la compañía de danza de la ciudad patrocinado por la Embajada de Israel en Australia. El acto, basado en una obra de la Compañía de Danza Batsheva de Tel Aviv y del coreógrafo israelí Ohad Naharin, fue denostado debido a su conexión judeo-israelí.

Un informe de diciembre de 2023 del National Council for Civilian Research and Development (Consejo Nacional de Investigación y Desarrollo Civil de Israel) advertía de que se estaba produciendo un "boicot no oficial en el mundo académico occidental". Las consecuencias para Israel podrían ser graves, decía el informe, ya que estas "prácticas discriminatorias podrían perjudicar a la economía, que como start-up nation depende de sus capacidades científicas". El informe añade:

"Desde el 7 de octubre, ha comenzado una especie de boicot silencioso contra los investigadores israelíes, como nunca se había visto antes. Este boicot se refleja en la cancelación de invitaciones a conferencias conjuntas, el rechazo de artículos para su publicación, el rechazo de subvenciones a investigadores israelíes y mucho más."

El informe menciona un boicot de la Asociación de Estudios de Oriente Medio (MESA, por sus siglas en inglés), con sede en Estados Unidos, que fue instigado por el movimiento BDS (que aboga por la destrucción del Estado judío), aprobado por los miembros de MESA y luego denunciado por la Academic Engagement Agency, un grupo de vigilancia.

En respuesta a la prohibición, el rival de MESA, la Asociación para el Estudio de Oriente Medio y África (ASMEA), fundada por los fallecidos profesores Bernard Lewis y Fouad Ajami, "señaló el doble rasero de la resolución de MESA y el daño que causará a la libertad académica", según el Jewish News Syndicate.

El presidente de ASMEA, el profesor Norman Stillman, escribió en un declaración:

"Al aprobar esta resolución para poner en la lista negra y boicotear las instituciones israelíes de enseñanza superior, los miembros de la MESA han abandonado cualquier ilusión de ser una asociación académica, demostrando en cambio ser un grupo activista que persigue una causa política particular: deslegitimar a Israel. Su abandono de los principios académicos básicos de integridad y libertad, particularmente la libre expresión de ideas, está profundamente arraigado en viejos sesgos y prejuicios".

La libertad académica como fachada

Aunque todos los intentos de deslegitimar la excelencia judía en la escena mundial deben condenarse rotundamente, la hipocresía de los antisemitas y antisionistas occidentales queda de manifiesto en los acontecimientos que rodearon la publicación en 1988 de Los versos satánicos, de Salman Rushdie. En un momento de inmensa presión por parte de musulmanes ofendidos, Occidente se negó a censurar el libro. Sus líderes alegaron, con acierto, que la libertad académica formaba parte de su tradición constitucional.

Margaret Thatcher, entonces primera ministra del Reino Unido, justificó la publicación de la controvertida obra: "La libertad de expresión", dijo, "es un principio de gran importancia", y explicó que el asunto implicaba la soberanía nacional y el derecho internacional, ninguno de los cuales prohibía imprimir el texto.

En comparación con los principios que demostraron entonces los mandatarios occidentales al defender la libertad académica y la libertad de expresión, cuando se trata de aplicar tales derechos a escritores, académicos, triunfadores, intelectuales, eruditos, científicos y otros similares judío-israelíes, de repente se ignoran los alabados principios constitucionales, incluso en prestigiosas instituciones académicas como la Universidad de Pensilvania.

"Como dice Steven Spielberg, el antisemitismo 'ya no está al acecho, sino que se yergue orgulloso' como lo hacía en Alemania durante la década de 1930".

En septiembre de 2023, y en nombre de la libertad académica, UPenn acogió un Palestine Writes Literature Festival (Festival Palestina Escribe Literatura) en su campus de Filadelfia, con la participación de "algunos de los antisemitas más conocidos del mundo". Los ponentes seleccionados no eran reconocidos "escritores, académicos o expertos literarios". El evento fue descrito por un crítico como un "festival de odio antisemita pro-BDS". Como era de esperar, los participantes judíos-israelíes no fueron bienvenidos.

Del mismo modo, el Festival Palestino de Literatura (Palfest), una autodenominada "iniciativa cultural", en octubre de este año "anunció que más de 1.000 escritores" habían firmado "un boicot literario a Israel", según un reporte del Wall Street Journal.

"En una carta pública, estos escritores declararon que no permitirán que sus libros se traduzcan al hebreo, ni colaborarán con revistas y periódicos israelíes, ni asistirán a conferencias o darán lecturas en Israel, ni trabajarán con editores y agentes literarios israelíes... Palfest describe con orgullo su propio esfuerzo como 'el mayor boicot cultural contra instituciones israelíes de la historia'".

Entre los firmantes de la carta de boicot figuran ganadores del Premio Pulitzer, Premios Nobel, MacArthur Fellows, etc. Poco después, otros 5.000 escritores se sumaron al boicot.

El plan para aislar a Israel

Estos incidentes no son aislados. Son sistémicos e indican una agenda agresiva, diseminada por todo el globo, que busca borrar la influencia judía en el mundo académico, la ciencia, la tecnología y la cultura. La estrategia de los enemigos de Israel y los judíos recuerda a la del Partido Comunista Chino. Por ejemplo, en Taiwán: aislar completamente al archipiélago de los asuntos mundiales en todas las áreas. Habría sido exitosa si aliados como Estados Unidos no hubiesen respaldado a la democracia insular. Washington y las otras capitales afines deben hacer lo mismo con Israel.

Es difícil comprender la arrogancia que hay detrás del intento de cancelar, desmantelar, privar y negar la profunda sabiduría, brillantez y genialidad de hombres y mujeres excepcionales que tanto han contribuido al ethos, la cultura y la grandeza de la civilización occidental. De los premio Nobel, el 22% son judíos (comunidad que representa el 0,2% de la población mundial). La lista incluye a Albert Einstein, Niels Bohr (cuya madre era judía, lo que le puso en peligro durante la época nazi), Eli Wiesel y Milton Friedman. A estos notables también se les negaría una tribuna si aparecieran en la escena mundial hoy en día.

La verdadera explicación, al parecer, es el antisemitismo profundamente arraigado en numerosas sociedades occidentales. Se ha ocultado durante años bajo una fachada de tolerancia y sutileza social, pero ahora, como dice Steven Spielberg, el antisemitismo "ya no acecha, sino que se yergue orgulloso". Tal como ocurrió en Alemania durante la década de 1930.

Ari Ingel, director ejecutivo de la Creative Community for Peace (Comunidad Creativa por la Paz), dijo en respuesta a la carta-boicot de octubre:

"Estos llamamientos, liderados ahora por los propios miembros de la comunidad literaria, recuerdan al boicot de 1933 a los autores judíos, cuando los antisemitas quemaron más de 25.000 libros. Se incineraron obras de autores judíos como Albert Einstein y Sigmund Freud, junto a obras de estadounidenses como Ernest Hemingway y Helen Keller. Hacia allí nos dirigimos una vez más".

"El ostracismo cultural y académico es simplemente antisemitismo reciclado".

Las palabras del conde Stanislas de Claremont-Tonnerre, en tiempos de la Revolución Francesa, intentan analizar la animadversión hacia los judíos: "A los judíos debería negárseles todo como nación, pero concedérseles todo como individuos... La existencia de una nación dentro de otra nación es inaceptable para nuestro país". Stanislas, por tanto, denunció la idea de los judíos como nación; postura que fue magníficamente refutada en 1948.

El periodista Daniel Greenfield señala sobre los activistas occidentales:

"El antisemitismo siempre tuvo como premisa redefinir la existencia judía como antinatural y artificial. Ya en tiempos del faraón se denunciaba a los judíos como colonizadores.... Los judíos, por ser semitas, no pertenecen a Europa. Los judíos, siendo europeos, no pertenecen a Israel. Los judíos, por ser sionistas, no pertenecen a instituciones progresistas como Harvard o Columbia. Y los judíos, siendo ocupantes, no pertenecen a Londres".

Y continúa: "No se trata de Israel", sino que "tiene sólo que ver con los judíos". En palabras llanas, el ostracismo cultural y académico es simplemente antisemitismo reciclado.

Un mundo necesitado de genios

Al mismo tiempo, estas acciones también reflejan la agonía de esa construcción malévola que favorece al grupo sobre el individuo: la política de la identidad. Tras haber causado un enorme daño divisivo en el ámbito público, ahora se manifiesta en un prejuicio ruidoso, irracional y furioso, disfrazado de justicia social, contra una nación, una religión, un grupo étnico de estudiosos, intelectuales, científicos y genios creativos amantes de la paz que valoran la libertad, la moralidad, la innovación y la excelencia.

La nación judía tiene un llamamiento divino para "brindar luz" al mundo, con sabiduría, verdad e igualdad ante la ley. Estos valores se originaron con las Leyes mosaicas, que introdujeron rúbricas definitivas de la virtud. "El pueblo judío trajo la moralidad al mundo hace miles de años", comentó Safra Catz, consejera delegada de Oracle, "y algunos siguen enfadados por ello".

En nuestros tiempos de agitación internacional, el mundo necesita la experiencia y sabiduría de sus mentes más brillantes y sus grandes estadistas, incluidos los judíos. Si esta excelencia milenaria, heredada por generaciones, se le niega a Occidente, será en su propio detrimento. Sobre todo durante esta época de posverdad, posmoralidad y barbarie en expansión.

© Gatestone Institute

Nils A. Haug es autor y columnista. Es miembro de la International Bar Association, la National Association of Scholars y la Academy of Philosophy and Letters. Sus trabajos han aparecido en 'First Things', 'The American Mind', 'Quadrant', 'Minding the Campus' y el Gatestone Institute.
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