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Las armas predilectas de China: primero el covid, ahora el fentanilo

Los chinos creen haber encontrado una forma de reducir a Estados Unidos a una nación de segunda categoría sin tener que disparar un solo tiro. Es hora de que Trump prometa hacerles frente.

Esta foto de distribución proporcionada por la Oficina del Sheriff del Condado de Alameda el 20 de diciembre de 2022, muestra 92,5 libras de fentanilo ilícito que fue incautado en abril por el Grupo Especial del Condado de Alameda en California. (

Fentanilo incautado en CaliforniaAFP/Oficina del Sheriff del Condado de Alameda.

Podemos debatir sobre la economía, protestar por cómo los inmigrantes se burlan de nuestra frontera y clamar contra los criminales trastornados que debemos ir sorteando mientras caminamos nuestras calles, pero la daga empuñada hacia el corazón de Estados Unidos es el esfuerzo deliberado de desestabilizar a nuestra nación a través del fentanilo.

Un tercio de los votantes declararon que conocían a alguien que había sido perjudicado por el fentanilo en una encuesta nacional llevada a cabo por la reputada McLaughlin & Associates. Consideremos esa cifra: más de 100 millones de personas han visto el impacto devastador de esta droga. Refleja, así, una crisis que deja en segundo plano las pasadas plagas de la heroína y cocaína.

La administradora de la Agencia Antidroga (DEA), Anne Milgram, lo reconoció a principios de año cuando dijo:

"El paso de drogas de origen vegetal, como la heroína y la cocaína, a drogas sintéticas de base química, como el fentanilo y la metanfetamina, llevó a que Estados Unidos se esté enfrentando a la crisis de drogas más peligrosa y mortal de su historia".

Envenenar América con drogas

Aunque es cierto que Donald Trump conecta con el pueblo estadounidense en numerosas cuestiones vitales para nuestro futuro, no puede dejar de comprometerse a acabar con el azote del fentanilo. Debe ser un pilar central de su próxima Administración. Para ello tendrá que enfrentarse al proveedor mundial de ese veneno: China. 

Los déspotas de aquella nación conocen el insidioso papel que las drogas pueden desempeñar en el desmoronamiento de una sociedad. La introducción del opio en la China de mediados del siglo XIX creó una masa de adictos estupefactos. Según los historiadores, unos 40 millones de chinos se volvieron adictos, es decir, alrededor del 10% de su población. Pocos discuten que las drogas hayan contribuido al colapso del dominio imperial y al comienzo de lo que las autoridades comunistas ahora conocen como "un siglo de humillación", ya que las mismas potencias occidentales que suministraron el opio también impusieron duros tratados comerciales a una China debilitada.

La DEA reconoce que el gigante asiático no sólo es un centro de fabricación de los productos químicos necesarios para fabricar fentanilo, sino que también sirve de banquero ilícito que permite a los distribuidores de la droga con sede en México blanquear y gestionar sus beneficios.

En una nación donde el Gobierno controla rígidamente el uso de internet, prohíbe las manifestaciones públicas y encarcela a cualquiera que cuestione la sabiduría de su líder, es evidente que se ha tomado la decisión estratégica de permitir las operaciones de fentanilo

Igual de obvio es que piensan que puede ser una forma mucho más rentable de dañar a Estados Unidos que los billones de yuanes que invierten en ampliar sus fuerzas militares. Creen haber encontrado la forma de reducir a nuestra nación a una de segunda categoría sin disparar ni un solo tiro. Bien pueden haber adoptado un mantra como "hay que hacerles a los otros lo que te hicieron a ti"... Hay que envenenar a Estados Unidos con drogas.

La encuesta de McLaughlin reveló además que esta estrategia no pasa desapercibida para los votantes estadounidenses. Más de la mitad de los encuestados cree que la fabricación de precursores del fentanilo es una decisión consciente de China. Más de la mitad también piensa que nuestras relaciones diplomáticas con Pekín deberían condicionarse al cierre esas fábricas de fentanilo.

Como presidente que nunca dejó lugar a confusión sobre sus posturas, ni frente a amigos ni enemigos, Trump debería prometer que declarará la guerra contra el fentanilo. No sólo para hacer a Estados Unidos grande de nuevo, sino también para volverlo seguro ante una potencia extranjera que eligió una insidiosa droga letal como arma predilecta.

© Gatestone Institute

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