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 EL TIEMPO QUE LLEVA KAMALA HARRIS SIN COMPARECER EN UNA CONFERENCIA DE PRENSA

Estados Unidos debe sancionar a la CPI

Las acciones del fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, privarán a Israel de su soberanía y socavarán la defensa de Occidente contra terroristas y déspotas. Washington debe ponerles fin.

Imagen de archivo del fiscal de la Corte Penal Internacional Karim Khan posa durante una entrevista con AFP en la Cour d'Honneur del Palais Royal de París el 7 de febrero de 2024.

Karim Khan, fiscal de la Corte Penal Internacional
AFP

En un escrito presentado a la CPI la semana pasada, Khan redobló sus exigencias de detener al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y al ministro de Defensa, Yoav Gallant. Respondía así a una multitud de escritos presentados ante la Sala de Cuestiones Preliminares para impugnar las órdenes de detención exigidas por su oficina. 

La mayoría de ellos se referían a la jurisdicción de la corte sobre Israel más que al fondo de las alegaciones; que, sobre la base de nuestras propias investigaciones exhaustivas en Israel y Gaza, creemos carecen de fundamento.

Los argumentos de Khan a favor de la jurisdicción equivalen a contorsiones jurídicas para perseguir una agenda política, lo que refleja el enfoque altamente politizado de este tribunal hacia Israel. También resultan extremadamente peligrosos, no sólo para el Estado judío, sino para todas las democracias occidentales. Israel, al igual que Estados Unidos y muchos otros países, no es Estado parte de la Corte Penal Internacional. Antes de 2015, eso situaba a Jerusalén fuera del alcance de las competencias legales de la CPI, por mucho que el tribunal deseara lo contrario.

"Hamás y los de su calaña se envalentonarán al saber que sus enemigos son vulnerables a las acciones legales de la CPI".

Ese año Palestina se convirtió en miembro de la CPI a pesar de no ser un Estado miembro de pleno derecho de la ONU. Para asegurarse la jurisdicción sobre el Estado putativo, y por extensión también sobre Israel, la corte decidió unilateralmente sus fronteras: Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza. Por supuesto, dichas fronteras sólo pueden acordarse mediante negociaciones directas entre Israel y la Autoridad Palestina, algo que no se ha conseguido. Sin embargo, se trata de un detalle incómodo que debe ignorar una CPI que quiere sentar a los israelíes en el banquillo de los acusados de La Haya.

Una de las principales cuestiones planteadas por quienes impugnan la solicitud de Khan, incluido el anterior gobierno del Reino Unido, es que la jurisdicción de la CPI sobre Israel viola los Acuerdos de Oslo. No importa, dice el fiscal: el Estatuto de Roma, que fundó la Corte Penal Internacional, anula incluso ese tratado bilateral jurídicamente vinculante.

Khan se opone a los restringidos poderes legales concedidos a la Autoridad Palestina en virtud de los Acuerdos de Oslo, que de hecho anulan la jurisdicción de la CPI sobre los israelíes en el territorio controlado por la AP, incluida Gaza. Según él, eso no puede ser así porque no corresponde a Israel, como "potencia ocupante", imponer restricciones legales a un pueblo soberano. Por supuesto, rechaza la realidad, tan debatida durante tantos años, de que Palestina no es un Estado soberano e Israel no puede ser un ocupante de un territorio sobre el que ha tenido soberanía legítima desde 1948 -incluyendo Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza-.

Khan también descarta imperiosamente toda preocupación por el principio fundamental de la complementariedad. Esto significa que la CPI no puede tomar medidas sobre acusaciones contra individuos que se encuentran en un Estado capaz y dispuesto a investigar por sí mismo y presentar cargos penales si corresponde. Israel, que cuenta con un sistema judicial respetado internacionalmente, entra en esa categoría, como el propio fiscal ha reconocido anteriormente. Pero eso no es suficiente para apagar la determinación de Khan de llevar a los israelíes al banquillo de los acusados, argumenta ahora que como Israel no ha acusado a Netanyahu y Gallant de los mismos cargos que él ha formulado unilateralmente, la corte debe asumir la jurisdicción. Incluso tiene la temeridad de sugerir que "si se da el caso de que Israel no pueda en este momento llevar a cabo los mismos procedimientos que la Corte debido a las limitaciones del conflicto armado en curso, esto requiere la acción de la Corte".

Órdenes de detención poco realistas e infundadas

No conocemos ningún otro país que haya recibido un trato similar. Por ejemplo, Australia y el Reino Unido llevaron a cabo investigaciones que duraron muchos años sobre crímenes de guerra y no fueron objeto de intervención por parte de la CPI. Israel, sin embargo, aparentemente debe ser objeto de un trato especial. Las órdenes de detención fueron solicitadas por Khan siete meses después del inicio del conflicto.

Una investigación de la CPI es una cosa. Ordenar la detención de dirigentes nacionales es algo totalmente distinto. En su última presentación, Khan justifica su solicitud únicamente en que la detención de Netanyahu y Gallant "podría evitar más daños a las víctimas que permanecen en Gaza y a las que se vieron obligadas a marcharse pero siguen sufriendo daños físicos y mentales". Eso es manifiestamente absurdo y suficiente para desestimar la solicitud de inmediato. 

¿Espera Khan que Israel detenga y entregue a su primer ministro y a su ministro de Defensa porque él lo dice? O tal vez piensa que los ministros viajarán al territorio de un Estado miembro, que los encarcelará y los enviará a sus garras. Obviamente, ninguna de las dos cosas ocurriría, pero si ocurrieran, ¿cree realmente que sus sucesores pondrían fin a la guerra defensiva de Israel (léase: entregar la rendición a Hamás)?

Khan debe saber que su pretendida justificación no es realista y que, por tanto, su pedido carece totalmente de mérito. La verdad es que sus anheladas órdenes de detención no son otra cosa que una farsa performativa, destinada a insultar a Israel y socavar su soberanía y legitimidad.

Hemos dicho antes que este episodio no es sólo peligroso para Israel, sino para todo el mundo. Por supuesto, la inclusión de terroristas de Hamás en la solicitud de órdenes de detención de Khan es un teatro más, destinado a fingir ante el mundo que la CPI es imparcial. Ningún grupo extremista o régimen despótico ha sido ni va a ser disuadido en modo alguno por los majestuosamente togados de La Haya. Más bien al contrario. Hamás y los de su calaña se envalentonarán al saber que sus enemigos son vulnerables a las acciones legales de la CPI mientras que ellos mismos permanecen, por definición, intocables. Khan lo reconoció en la práctica al no molestarse siquiera en aducir ninguna justificación para las órdenes de detención de Hamás, como la de impedir nuevas atrocidades contra Israel.

"Como tantas otras veces, Israel es el canario en la mina de carbón".

Desgraciadamente, las acciones militares son la única manera de hacer frente a semejantes bandas terroristas sedientas de sangre, no las demandas dictadas por la CPI. Paradójicamente, las malintencionadas maquinaciones de Khan sirven para disuadir tal acción al intimidar a aquellos líderes que necesitan usar la fuerza para la legítima defensa de sus países.

Si los jueces, que no deben rendir cuentas a nadie, sucumben a la demanda de Khan, tendremos una confirmación más de que se guían por una agenda política carente de lógica o razón jurídica. Sólo Estados Unidos puede hacer algo al respecto. Tanto el Presidente Biden como el Secretario Blinken condenaron la solicitud de Khan en mayo, pero no parecen dispuestos a ir más allá de las meras palabras. Anteriormente, la Administración estadounidense sancionó a funcionarios de la CPI por intentar llevar a sus compatriotas ante el tribunal. En junio, la Cámara de Representantes de EEUU votó a favor de una ley para sancionar a la CPI por su actuación contra Israel. Las negociaciones con el Senado para conseguir la aprobación de ese proyecto deben reanudarse con la máxima urgencia.

Como tantas otras veces en la presente cruzada política antioccidental, Israel es el canario en la mina de carbón. Si se le permite perdurar, este precedente volverá a poner a los líderes políticos y militares estadounidenses en el menú de la CPI y el mundo será un lugar más peligroso.

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