¿Por qué nadie se preocupa de los palestinos cuando son asesinados por otros palestinos?
Porque no anda Israel de por medio: así de simple y así de siniestro.
Caso 1: Nizar Banat era un destacado activista pro derechos humanos de la zona de Hebrón, en la Margen Occidental. En junio de 2020, Banat fue golpeado hasta la muerte por agentes de seguridad palestinos que fueron a detenerlo por sus frecuentes críticas a la corrupción en la Autoridad Palestina (AP).
Caso 2: Shirín Abu Akleh era una reportera cristiana palestino-estadounidense que trabajaba para la cadena de televisión Al Yazira, de propiedad qatarí. En mayo de 2022, Abu Akleh fue abatida mientras cubría los enfrentamientos armados entre el Ejército israelí y pistoleros de la Yihad Islámica Palestina, respaldada por Irán, en la localidad de Yenín, en la Margen.
Aunque ha pasado más de un año desde el brutal asesinato de Banat, los grandes medios de comunicación occidentales no han realizado investigación alguna sobre su caso.
Incluso las protestas que estallaron en Ramala, capital de facto de los palestinos, contra el asesinato de ese defensor de los derechos humanos y activista contra la ocupación atrajeron poca atención de la comunidad internacional y de los medios de comunicación. Y eso que la policía de la AP hizo un uso excesivo de la fuerza para dispersar a los manifestantes, muchos de los cuales fueron golpeados y detenidos durante días.
En cambio, en el caso de Abu Akleh, los medios de referencia, como The New York Times, CNN, The Washington Post y Associated Press, llevaron a cabo sus propias «investigaciones» sobre su trágica muerte, para llegar a la conclusión infundada de que probablemente perdió la vida por disparos israelíes.
El caso de Abu Akleh ha recibido una cobertura amplia, casi sin precedentes, en los medios de comunicación. ¿Se debe a que era ciudadana estadounidense? No es probable: ciertamente no fue la primera periodista estadounidense fallecida en un conflicto en lo que va de año.
¿Alguien recuerda a Brent Renaud, galardonado periodista estadounidense abatido por las fuerzas rusas en Irpin, Ucrania, el pasado marzo? ¿Por qué CNN, The New York Times y otros medios de comunicación no enviaron un equipo de expertos y periodistas de investigación a Ucrania para investigar la causa de su muerte? Por la misma razón por la que no investigaron el asesinato de Banat: no había forma de culpar a Israel.
Banat fue asesinado por efectivos de la AP. Renaud fue abatido por tropas rusas. Abu Akleh, en cambio, recibió un disparo mortal durante una operación militar del Ejército israelí contra terroristas de la Yihad Islámica Palestina, lo que significa que hay una oportunidad para que todos los que israelófobos señalen a Israel señalen con dedo acusador.
Eso es exactamente lo que los antiisraelíes vienen haciendo desde la muerte de la periodista de Al Yazira: afanarse en implicar a Israel, a pesar de la alta probabilidad de que fuera alcanzada por una bala disparada por un terrorista palestino.
La mayoría de los periodistas extranjeros que cubren el conflicto israelo-palestino son plenamente conscientes de que Banat, el activista pro derechos humanos, fue asesinado por agentes de la policía palestina, al parecer siguiendo instrucciones de altos funcionarios de la AP. ¿Cuántos de ellos han escrito artículos o reportajes denunciando el crimen y pidiendo que se responsabilice plena y directamente a la AP? Muy pocos. ¿Por qué? Porque su historia carece de perspectiva antiisraelí. No hay forma de culpar a Israel por el despiadado secuestro y apaleamiento hasta la muerte de Banat.
La Administración estadounidense también mide con un doble rasero los casos de Banat y Abu Akleh.
Para empezar, la cuestión de Banat no figuró en el orden del día de la reunión entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente de la AP, Mahmud Abbas, celebrada el pasado día 15 en Belén. En segundo lugar, el secretario de Estado, Antony Blinken, invitó a la familia de Abu Akleh a reunirse con él en Washington. En cambio, la familia de Banat nunca ha sido invitada a la capital de EEUU para este tipo de reuniones.
Mientras que el Gobierno de Biden y otros actores internacionales han presionado a Israel para que inicie una investigación completa y exhaustiva sobre la muerte de Abu Akleh, a la AP se la ha dejado al margen en el caso del asesinato de Banat. Nadie ha exigido explicaciones a la AP sobre por qué ha liberado a los 14 oficiales acusados en un tribunal militar palestino de participar en el secuestro y asesinato del activista.
La AP afirma que los acusados fueron puestos en libertad bajo fianza debido a la propagación del coronavirus en las cárceles. Si eso fuera cierto, ¿por qué la AP no liberó a todos los presos que están recluidos en sus cárceles?
El director de la Comisión Independiente de Derechos Humanos en el sur de la Margen Occidental, Farid al Atrash, publicó en su página de Facebook que la liberación injustificada de los acusados de matar a Banat antes del primer aniversario del crimen significa que la Justicia puede haber muerto.
"Por desgracia, no puedo hablar más porque no me siento seguro y no hay protección para los defensores de los derechos humanos. Nizar Banat solía decir que él tampoco se sentía seguro y que lo perseguían. Dispararon a su mujer y a sus hijos, y nunca se detuvo a nadie. No pudimos protegerle".
En una declaración separada, la Comisión Palestina Independiente para los Derechos Humanos (CPIDH) reveló que la decisión de liberar a los oficiales acusados fue emitida por el fiscal militar de la AP debido a las circunstancias sanitarias derivadas de la propagación del coronavirus. «Pedimos a la autoridad judicial palestina que acelere los procedimientos para el juicio de los acusados a fin de garantizar que se brinde justicia a Nizar Banat, a su familia y sus amigos», decía la CPIDH. «A pesar de que ha pasado un año desde el asesinato del activista Banat, el tribunal militar no ha emitido hasta ahora una sentencia sobre el caso, que requiere, sobre todo, una búsqueda seria de justicia rápida».
Cabe destacar que, a diferencia de lo que sucedió en el caso de Abu Akleh, el Gobierno de Biden no hizo ningún comentario sobre la liberación de los oficiales palestinos acusados de asesinar al activista palestino pro derechos humanos.
Del mismo modo, los medios de comunicación internacionales, cuyos representantes en Oriente Medio se proclaman a menudo guardianes de los derechos humanos y de la libertad de expresión y consideran que su misión como periodistas ilustrados y progresistas es ponerse del lado de los desvalidos (en este caso, los palestinos), no han tenido nada que decir sobre el hecho de que la AP no haya juzgado como es debido a los oficiales acusados. Además, nunca se han molestado en informar sobre el clamor palestino ante la liberación de los acusados. Estos periodistas, cabe señalar, son los mismos que han escrito docenas de artículos sobre Abu Akleh, la reportera de Al Yazira, en las últimas semanas.
Cuando un grupo de palestinos celebró una manifestación en Ramala a fin de exigir justicia para Banat, los mismos periodistas que se han obsesionado con la historia de la reportera de Al Yazira optaron por mirar para otro lado.
Los manifestantes lanzaron consignas pidiendo justicia para Nizar y el fin de la represión de la AP. La protesta no fue cubierta por los medios de comunicación internacionales porque estaba dirigida contra Mahmud Abás y sus funcionarios, no contra Israel.
Ghasán Banat, hermano del activista asesinado, dijo que fue Abás quien dio la orden de liberar a los funcionarios.
Amnistía Internacional escribió en un comunicado reciente:
"La Justicia sigue mostrándose esquiva un año después de la muerte de Nizar Banat, activista palestino que murió poco después de ser detenido y agredido brutalmente por las fuerzas de seguridad palestinas en junio de 2021".
La ONG ha pedido a las autoridades palestinas que garanticen que los responsables de la muerte de Banat rindan cuentas ante la Justicia civil, ya que los procedimientos en los tribunales militares están fundamentalmente comprometidos.
«El viciado juicio militar a los 14 oficiales de seguridad de bajo rango no hará justicia«, ha declarado Heba Morayef, directora regional de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África.
"Es necesario que haya un juicio civil que siga las normas internacionales, no una mera cortina de humo para proteger a los oficiales de mayor rango. Es esencial que también rindan cuentas las personas que dieron la orden de detener a Nizar Banat sin ningún motivo legal y supervisaron la agresión. La Autoridad Palestina debe transferir inmediatamente este caso al sistema de justicia civil, para garantizar que los procedimientos son independientes de los implicados en el crimen. El proceso judicial parece una farsa".
Que no se exijan responsabilidades a la AP por el asesinato de Nizar Banat mientras se ataca incesantemente a Israel por la muerte de Shirín Abu Akleh es un ejemplo más del doble rasero y del profundo racismo de la Administración Biden y del resto de la comunidad internacional y de los medios de comunicación, que siguen señalando a Israel en el marco de una campaña para deslegitimarlo y demonizar a los judíos.
Este doble rasero no sorprende a quienes están familiarizados con el modo en que la comunidad internacional y los medios de comunicación abordan desde hace tanto el conflicto israelo-palestino, en el que se responsabiliza total e indefinidamente a Israel de cualquier fechoría, mientras que los palestinos nunca son considerados agentes de su propio destino.
Una pequeña pero significativa nota a pie de página: pocos palestinos sabían que Abu Akleh era ciudadana estadounidense, porque apenas mencionaba este hecho en su currículum o en sus emisiones. No es difícil especular por qué. El pueblo de Abu Akleh, el palestino, detesta a Estados Unidos, y puede que a ella tampoco le gustase demasiado.