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Netanyahu, Orbán y Trump desafían a la CPI y a un orden mundial moralmente en quiebra

Con la reelección de Donald Trump, la retirada de Viktor Orbán de la CPI, Netanyahu está demostrando que Israel puede ganar su guerra justa en el campo de batalla físico y también en el diplomático.

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y su homólogo israelí, Benjamin Netanyahu, en Budapest, Hungría.

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y su homólogo israelí, Benjamin Netanyahu, en Budapest, Hungría.Attila Kisbendek / AFP

En un anuncio sorprendente, el primer ministro Viktor Orbán anunció este jueves que Hungría se retiraría de la Corte Penal Internacional (CPI). El anuncio se hizo durante una rueda de prensa conjunta con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de visita en el país.

La CPI había emitido una orden de detención contra Netanyahu y su entonces ministro de Defensa Yoav Gallant en noviembre pasado, citando presuntos "crímenes contra la humanidad de asesinato, persecución y otros actos inhumanos". Las órdenes fueron emitidas a pesar de que Hamás lanzó la guerra contra Israel con una masacre no provocada el 7 de octubre de 2023, matando a unos 1.200, incluidos cientos de civiles en sus casas, y secuestrando a más de 250 israelíes. Cincuenta y nueve israelíes permanecen cautivos en la Franja de Gaza.

A lo largo de la guerra, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han hecho más esfuerzos que ningún otro Ejército en la historia para reducir las bajas civiles. Se trata de un logro que será estudiado durante años por los Ejércitos de todo el mundo, y que resulta aún más impresionante por el empeño de Hamás en aumentar sus propias bajas civiles ocultando e incrustando a sus terroristas entre la población civil y las infraestructuras. Además, Israel ha facilitado niveles sin precedentes de ayuda humanitaria a Gaza.

Estos esfuerzos no impidieron que la CPI emitiera las órdenes de detención. Tampoco el fiscal jefe del tribunal, Karim Khan, que actualmente está siendo investigado por conducta sexual inapropiada, aceptó la oferta de Israel de mostrarle de primera mano cómo trabaja día tras día para reducir y evitar las víctimas civiles.

Es bien sabido que Hamás nunca esperó derrotar a Israel en el campo de batalla militar, ni siquiera cuando ese campo de batalla es el entorno de combate urbano, densamente poblado y lleno de trampas explosivas que es Gaza.

La estrategia de Hamás desde el principio fue matar, violar y mutilar a israelíes y tomar tal número de rehenes que Israel se viera obligado a declarar la guerra y entrar en Gaza. Una vez que eso ocurriera, Hamás planteaba que el Estado judío no podría llevar a cabo sus operaciones militares sin matar a un gran número de civiles gazatíes.

A medida que aumentara el número de muertos, los palestinos utilizarían los medios de comunicación y las redes sociales para poner a la opinión pública mundial en contra de Israel. Y los organismos internacionales, dominados por la izquierda globalista, emprenderían acciones -incluyendo juzgar al Estado judío por genocidio en la Corte Internacional de Justicia, y emitir órdenes de arresto contra líderes o soldados israelíes en la CPI- que presionarían a Israel para que detuviera la guerra antes de alcanzar sus objetivos bélicos. Entonces, la organización terrorista Hamás, maltrecha pero no eliminada, podría cantar victoria sobre uno de los Ejércitos más avanzados tecnológicamente y preparados para la batalla del mundo.

Y aunque la estrategia ha funcionado en gran medida, Netanyahu ha soportado una inmensa presión desde todos los rincones, fuera y dentro de Israel, para detener la guerra antes de lograr la devolución de todos los rehenes restantes y eliminar a Hamás como fuerza militar y de gobierno en la Franja de Gaza.

El equipo de Biden

Esta presión fue respaldada en gran parte por la Administración de Biden, que continuamente ajustó sus políticas en contra de Israel, a pesar de ciertas declaraciones y acciones de apoyo. El equipo de Biden allanó el camino hacia embargos de armas contra el Estado judío reteniendo municiones clave, y allanó el camino hacia sanciones económicas a gran escala imponiendo sus propias sanciones a los israelíes que consideraba que se oponían a las políticas estadounidenses. No importaba que estos israelíes, incluido un batallón de soldados ortodoxos, nunca fueran condenados por ningún delito.

Del mismo modo, la Administración Biden permitió que la Corte Penal Internacional y el Tribunal Internacional de Justicia aumentaran la presión sobre Israel, lanzando ridículas acusaciones de genocidio y crímenes de guerra.

Sin embargo, con la reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y las recientes acciones de Viktor Orbán, Netanyahu no sólo está demostrando que su viaje puede extenderse mucho más allá de las fronteras de Israel, sino que el Estado judío puede ganar su guerra justa en el campo de batalla físico y también en el diplomático.

Entre otras numerosas revocaciones de las políticas de la Administración Biden, como el restablecimiento del flujo de armas a Israel y la eliminación de las mencionadas sanciones contra israelíes inocentes, Trump impuso en febrero sus propias sanciones a Karim Khan, fiscal jefe de la CPI.

Al hacerlo, la Casa Blanca declaró que "la CPI, sin una base legítima, ha afirmado su jurisdicción y ha abierto investigaciones preliminares sobre personal de Estados Unidos y de algunos de sus aliados, incluido Israel, y ha abusado aún más de su poder al emitir órdenes de arresto sin fundamento contra el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y el exministro de Defensa Yoav Gallant. ... Esta conducta maligna amenaza a su vez con vulnerar la soberanía de Estados Unidos y socava la labor crítica de seguridad nacional y política exterior del Gobierno de Estados Unidos y de nuestros aliados, incluido Israel".

La declaración de febrero dejaba claro que no se esperaba que la acción fuera unilateral. "Estados Unidos se opone inequívocamente y espera que nuestros aliados se opongan a cualquier acción de la CPI contra Estados Unidos, Israel o cualquier otro aliado de Estados Unidos que no haya consentido la jurisdicción de la CPI", expresó.

La postura de Orbán

Al declarar que Hungría se retiraría de la CPI, Orbán dejó claro que está con Estados Unidos e Israel en contra del orden internacional globalista de izquierda. La CPI "ha quedado reducida a una herramienta política y Hungría no desea desempeñar ningún papel en ella", declaró este jueves.

Orbán se ha acostumbrado a oponerse al orden progresista.

Orbán se ha opuesto sistemáticamente a las políticas de la Unión Europea que han tratado de reducir las culturas y políticas nacionales de las distintas naciones europeas en favor de políticas seleccionadas para ellas por una élite continental con sede en Bruselas y otras capitales de Europa Occidental. En particular, Orbán ha rechazado de plano las políticas de inmigración musulmana forzosa que están devastando a los países europeos que abrieron sus fronteras.

No es casualidad, por tanto, que Hungría, hogar de la tercera comunidad judía más grande de Europa, sea el país más seguro de Europa para los residentes y turistas judíos.

La postura de Orbán contra las políticas perjudiciales de la UE ha sido un pilar fundamental de su apoyo interno. Sus principios para rechazar la inmigración musulmana generalizada y proteger a la próspera comunidad judía húngara han convertido a Budapest en una de las capitales europeas más agradables y seguras para visitar.

A diferencia de las visitas realizadas incluso a Estados Unidos, Netanyahu y su séquito aún no se han topado con un solo manifestante durante su visita a Hungría. Las banderas israelíes ondean en los edificios nacionales y en los puentes que cruzan el río Danubio. Si Netanyahu hubiera aterrizado en Londres, París, Roma o Berlín, el encuentro habría sido menos acogedor y podría haber acabado en detención.

Netanyahu agradece la amistad mostrada por Orbán, su hospitalidad y su posición de principios.

"Y acabas de adoptar una posición audaz y de principios sobre la CPI, y te doy las gracias, Viktor. Esto no sólo es importante para nosotros, es importante para todas las democracias", declaró el dirigente israelí.

Netanyahu, que ha ejercido un liderazgo mundial en un periodo en el que el mundo occidental prácticamente se ha rendido al radicalismo islámico, señaló acertadamente que el movimiento de Orbán no era solo por Hungría, por Israel o por ganarse el favor de la Administración Trump.

El audaz movimiento de Orbán probablemente será seguido por otros, dijo Netanyahu. "Es el primero, me atrevo a decir, no creo que el último, pero sí el primer Estado que sale de esta corrupción y de esta oscuridad. Y creo que será profundamente apreciado, no solo en Israel, sino en muchísimos países de todo el mundo", manifestó el primer ministro israelí.

Al dar las gracias a Orbán, Netanyahu señaló que la retirada de Hungría de la CPI es una postura "a favor de toda la civilización en nuestra lucha contra la barbarie".

Todos los que se oponen al radicalismo islámico y a un orden globalista progresista tienen que dar las gracias a Netanyahu, Trump y Orbán.

© JNS

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