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El libertario Javier Milei asume la presidencia argentina: "Hoy damos por terminada una larga y triste historia de decadencia"

El economista pronunció un discurso sobre el estado del país que le toca gobernar, ante la presencia cientos de ciudadanos, legisladores nacionales y líderes de todo el globo.

(Cordon Press)

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El libertario Javier Milei asumió este domingo a las 11 am., hora local, la presidencia de Argentina. Desde este fin de semana, el inesperado vencedor de las elecciones de este año tomó las riendas de un país con inflación de tres dígitos, más del 40 % de la población debajo de la línea de la pobreza y corrupción en sus distintos niveles estatales.

"Hola a todos", saludó, desestructurado, impostando voz grave, el flamante presidente sudamericano en la explanada del Congreso de la Nación. "Hoy damos por terminada una larga y triste historia de decadencia y declive", prometió ante la mirada de miles de argentinos y de líderes internacionales como el Rey Felipe VI de España, el expresidente brasileño Jair Bolsonaro y el presidente de Ucrania, Volodomir Zelensky. En un discurso de prevención más que victoria -por momentos parecidos a una clase, con el presidente explicando conceptos económicos- Javier Milei vaticinó un presente oscuro, un camino difícil, pero de "reconstrucción" .

Milei recordó su victoria en las elecciones -"una voluntad de cambio que ya no tiene retorno"- y prometió un país próspero y pacífico. También recordó, como suele hacer, la "fuerte raigambre liberal" de la Constitución argentina y cómo esa ideología produjo un crecimiento sin precedentes en el país. Pero, que "la dirigencia decidió abandonar el modelo que nos había hecho ricos y abrazaron las ideas empobrecedoras del colectivismo".

El momento más esperado del discurso fue su diagnóstico de la situación actual del país. No haber expresado con claridad el legado que le dejaba el peronismo fue una de las primeras críticas que recibió el otro opositor kirchnerista que ocupó la Presidencia recientemente, Mauricio Macri (2015-2019), ya que, argumentan sus críticos, los argentinos estaban menos dispuestos a apoyar medidas extremas por no entender cuán necesarias eran.

Mieli no corrió ese riesgo: "Ningún gobierno ha recibido una herencia peor que la que estamos recibiendo nosotros", dijo antes de detallar la situación económica del país.

Como parte de la "herencia" dejada por su antecesor nombró un déficit -fiscal y externo- del 17 %, la gran mayoría del cual (15 %) corresponde al déficit del Tesoro y del Banco Central. Prometió, luego, un ajuste fiscal en el sector público nacional de 5 puntos del Producto Interno Bruto, que caería casi totalmente sobre el Estado y no sobre el sector privado.

Reiteró su promesa, asimismo, de cortar la emisión monetaria: "La única causa de la inflación". Aunque advirtió que los beneficios de sus medidas contra la subida de precios se postergarían más de un año. Su objetivo: evitar una hiperinflación -"que nos ha dejado plantada el Gobierno saliente”- que, estimó, podría resultar en una pobreza de más del 90 % y una indigencia sobre el 50 %.

Los números de Milei fueron devastadores. Una economía que no crece desde 2011. Una deuda de 25.000 millones de dólares entre el Banco Central e YPF (la principal empresa energética, mayoritariamente estatal) -que forma parte de una "bomba" de deuda aún mayor-. Un empleo informal un 33 % más grande que el formal privado. O, como intentó resumir: "Nos han arruinado la vida".

'Un nuevo contrato social'

"No hay alternativa al ajuste y no hay alternativa al shock", reafirmó el presidente antes de pasar a otros desafíos de su Gobierno: la inseguridad -donde prometió terminar con el "siga, siga" a los delincuentes-, la pobreza, la salud, la infraestructura.

La solución a estos problemas, sostuvo, se encuentra en "un nuevo contrato social". Que resumió citando una frase de su referente Alberto Benegas Lynch (hijo):

El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, cuyas instituciones fundamentales son la propiedad privada, los mercados libres de intervención estatal, la libre competencia, la división del trabajo y la cooperación social.
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