Dos hurras por el Mossad
La inteligencia israelí está a la vanguardia mundial y le permite responder a las amenazas que se ciernen sobre el Estado judío
Desde 1967, la orientación estratégica y militar de Israel fue marginando la opción de los ataques preventivos y la anticipación fue dando paso a un concepto defensivo que, básicamente, confiaba la capacidad defensiva a una capacidad de descubrir lo que el enemigo tramaba, confiar en las señales de alerta y poder reaccionar a tiempo.
Este sistema, como es lógico, ponía el énfasis en una buena -excelente- inteligencia, exterior, interior y militar. Y este sistema, como sabemos dramáticamente, saltó por los aires el pasado 7 de octubre, cuando Hamás, en contra de todas las expectativas israelíes, se lanzó a una invasión del suelo de Israel en una orgía de sangre, barbarismo y destrucción. Todavía hoy son muchos los que se preguntan cómo fue posible tal fallo de la inteligencia, incapaz de interpretar correctamente las señales que salían de Gaza y prevenir un ataque tan a gran escala. Al igual que en los Estados Unidos con Al Qaeda en el 11 de Septiembre, imagino que parte de la responsabilidad yace en el pensamiento de grupo, en la falta de imaginación y en las resistencias burocráticas a enfrentarse a opciones disruptivas.
Y hay que recordar que, tras la trágica sorpresa de la guerra del Yom Kipur en 1973, Israel instituyó profundos cambios a fin de evitar nuevas sorpresas. Como, por ejemplo, la creación de una unidad dentro de la inteligencia del “abogado del diablo”, encargada de retar los supuestos, escenarios e ideas aceptados por todos; igualmente, se dieron poderes a distintas organizaciones para evitar el monopolio de la inteligencia en la idea de que cuantos más ojos, menos se escaparía o pasaría desapercibido.
Pero como también sabemos tras el 7 de Octubre, cuando se grita muchas veces que viene el lobo, se deja de prestar atención a quien lo dice. Y la inteligencia se había tomado al abogado del diablo como una ocurrencia más, no como un elemento al que seguir prestando verdadera atención. Igualmente, el hecho de que todos los organismos involucrados en la inteligencia sobre Hamás pensaran lo mismo, no hizo saltar ninguna alarma, al contrario. Pero bien sabemos que cuando todos los generales piensan lo mismo, hay un problema.
Mundo
El líder de Hamás, Ismail Haniya, fue abatido en un bombardeo en Teherán
Emmanuel Alejandro Rondón
El 7 de Octubre fue, por tanto, mucho más que un golpe a la sociedad israelí y a las instituciones encargadas de defenderla. Fue todo un torpedo a la línea de flotación de Israel, a la idea de un Israel infalible en sus operaciones de inteligencia y a la idea de un Israel invencible. Y contra eso es lo que está luchando no sólo en Gaza, sino en el norte contra Hezbolá, en Siria contra las milicias iraníes, en Yemen contra unos Houthis que han aceptado sacrificar su país en aras de la estrategia expansiva de Teherán y también contra el régimen de los ayatolás que amenaza la existencia misma del Estado judío.
Es en este contexto de cuestionamiento existencial donde hay que colocar y valorar justamente el trabajo y los éxitos que ha ido logrando el conjunto de la inteligencia israelí, del Aman (inteligencia militar) al Mossad (inteligencia exterior), pasando por el Shabak (inteligencia interior).
Desde que comenzara la guerra lanzada por Hamás el pasado 7 de octubre, cuatro operaciones son dignas de destacarse: la primera, la eliminación del líder iraní, jefe de las fuerzas de choque Quds de la Guardia Revolucionaria, y responsable de la fuerza iraní en Líbano, Mohamed Reza Zahedi. El 1 de abril de este año, Reza Zahedi estaba reunido en Damasco con otros líderes militares iraníes y sirios cuando un misil impactó el edificio adjunto al consulado donde se encontraban, matando a siete de ellos, incluido el propio Zahedi. Habida cuenta de las extraordinarias medidas de autoprotección de los mandos de la Guardia Revolucionaria desde el ataque americano contra su líder Qasem Soleimani, la localización y la capacidad de reacción fue un claro ejemplo de la capacidad de penetración de la inteligencia israelí.
La segunda operación fue un bombardeo inusual por parte de los aviones de las IDF en la zona de Al-Mawasi, al suroeste de Gaza, cuya diana no era otro que el comandante supremo militar de Hamás, el número dos de la organización tras Sinwar en Gaza, el pasado 13 de julio. Tras unos días de análisis del bombardeo, Deif fue declarado oficialmente muerto. No hay muchos datos sobre la operación más allá de que fue ejecutada por la fuerza aérea, pero cabe pensar que la localización del líder militar de Hamás fue posible a la labor de los servicios de seguridad interior, Shabak. En un escenario donde, por ejemplo, la localización del paradero de los rehenes israelíes a manos de los palestinos de Gaza se ha revelado muy compleja, la capacidad de bombardear a un líder que pasaba la mayoría de su tiempo encerrado en los túneles de Hamas y escondiéndose entre los refugiados y en las zonas designadas por Israel como seguras, no podía más que celebrarse como un éxito de la inteligencia israelí. Los autores intelectuales de las masacres del 7 de Octubre saben que tienen los días contados.
La tercera, más reciente, fue la eliminación de Fuad Shukr, mano derecha del líder de Hezbolá, Nasrallah, a quien los Estados Unidos habían puesto precio a su cabeza como responsable del ataque contra sus fuerzas en el Líbano con el resultado de 241 marines muertos en 1983. A Shukr también se le consideraba el responsable de autorizar el ataque con un cohete que impactó el sábado 27 contra un campo de fútbol en la localidad drusa-israelí de Majdal Shams, matando a 12 niños. Según el portavoz de las IDF, el almirante Hagari, la operación fue posible gracias a los descubrimientos de la inteligencia militar quien identificó y localizó a Shukr en una casa dentro del barrio chiita de Dahiyeh, al sur de Beirut. Igualmente, teniendo en cuenta las medidas de autoprotección personal y local de los líderes de Hezbollah, sólo cabe estar de acuerdo con las palabras del ministro israelí de defensa, Yoav Gallant quien afirmó tras el ataque del pasado martes 30: "Esta noche hemos demostrado que la sangre de los nuestros tiene un precio, que no hay lugar en el mundo al que no puedan llegar nuestras fuerzas para cobrarlo".
Finalmente, hoy mismo, 31 de julio, se ha conocido que el líder de Hamás en el dorado exilio de Qatar, Ismail Haniyeh, fue eliminado durante una visita a Irán con motivo de la toma de posesión del nuevo presidente iraní. Un misil entró por el marco de la ventana del cuarto donde se hospedaba con una precisión letal. Como responsable de las relaciones entre Hamás e Irán, su muerte no deja de ser un duro golpe para los planes de Teherán. Es más, que Israel haya sido capaz de aprovechar su visita a Irán, no deja de ser un claro mensaje, no sólo para los líderes de Hamas, sino para el mismo régimen iraní, quien no puede estar más que alarmado y atemorizado por la capacidad de penetración de la inteligencia de Israel. Como el primer ministro Netanyahu ha declarado, “que no nos subestimen nuestros enemigos”.
La guerra no sólo es, como decía Klausewitz, la continuación de la política por otros medios, sino que es una actividad que ya trasciende al tradicional “campo de batalla”. Las operaciones de la inteligencia son parte integral de este ensanchado campo de batalla. Y todo parece apuntar a que Israel sigue a la vanguardia en esta esfera.