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Bolivia o el manual del golpista bananero: tragedia, después comedia y ahora puro circo

La escenificación del levantamiento se va a seguir repitiendo mientras la comunidad internacional siga cayendo en la trampa. Y la comunidad va a seguir comprando estos 'espejitos de colores' porque no sabe, no puede o no quiere enfrentar al chavismo en su propio juego

Militares en las calles durante el dudoso golpe de Estado en BoliviaAFP

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El miércoles pasado el mundo vivió un déjà vu; militares y tanques avanzando por una plaza principal latinoamericana, acercándose a una Sede Presidencial en lo que parecía una comedia de enredos, una caricatura de cualquier república bananera de los años 70. Las penosas escenas provenían de Bolivia, donde el presidente Luis Arce viralizaba su dramático llamamiento al mundo libre para que lo apoye frente a un golpe de Estado que estaba sucediendo en su país. El evento era por demás confuso, tanto que entre las filas de militares se veían carritos de helado, gente tomando fotos y los reporteros entrevistaban al líder sublevado como quien charla con un actor en la alfombra roja. El golpe tuvo todos los condimentos de una escenificación, incluyendo su duración. Fue corto, muy corto, apenas si le alcanzó al protagonista, el excomandante de las Fuerzas Armadas Juan José Zúñiga, para apersonarse en el Palacio Presidencial y tener una bizarra discusión cara a cara con el presidente Arce. Frente a frente, Arce y Zúñiga, viejos e íntimos amigos, intercambiaron unas líneas muy medidas y ampliamente televisadas. El presidente dijo: “Soy su capitán y le ordeno que retire a sus soldados. No permitiré esta insubordinación” y el insubordinado junto a sus insubordinaditos emprendieron la retirada sin más. Fin de la historia. 

Si esto suena como un mal guion, mucho peor es lo que vino después. Zúñiga, un militar sin méritos para su cargo y cuya oratoria era equiparable a la de un niño beodo, había sido removido de su cargo pocas horas antes, por razones que no están del todo claras. Luego de sus 15 minutos de fama, Zúñiga, que se había ido tranquilamente de la escena, fue arrestado y puesto bajo custodia policial. Minutos más tarde, Arce anunciaba a los nuevos jefes del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea que, por esas casualidades de la vida, ya estaban listos y acicalados, e incluso tenían preparadas unas palabras alusivas a su asunción. El recién nombrado jefe del ejército, José Wilson Sánchez, dijo que "nadie quiere las imágenes que estamos viendo en las calles" que estaban “manchando el uniforme” y acto seguido ordenó a todos los movilizados que regresen a sus unidades. El relato del golpe de Estado se desmoronaba a pasos agigantados, cayendo en una pendiente acelerada de ridículo cuando el general arrestado concluyó la farsa diciendo ante decenas de cámaras que todo había sido un plan de Arce: “El presidente me dijo: 'La situación es muy jodida, muy crítica. Es necesario preparar algo para elevar mi popularidad'”. 

En el escaso tiempo que duraron los acontecimientos de la tarde de este miércoles, los líderes del partido gobernante, Movimiento Al Socialismo (MAS), se despacharon con mensajes de apoyo a las instituciones y repudio al golpe denunciado por el presidente Arce. No quisieron ser menos y también representantes de la oposición política como Jeanine Áñez, Luis Fernando Camacho, Carlos Mesa o Jorge Quiroga se pronunciaron contra y llamaron a "defender la democracia" y vencer al MAS en las urnas en 2025. Y por supuesto que mandatarios y políticos de toda la región y el mundo siguieron al coro de indignados acríticos defensores de una democracia llena de presos políticos, degradación institucional y corrupciones a granel. Nada importaba, parecía una carrera para ver quién posteaba antes y más fuerte su corrección política acrítica. Pero cuando a la historieta mal guionada y peor actuada del presidente Arce se le notaron las costuras, fue el propio Evo Morales, mentor e inventor de Arce, quien denunció: “El presidente Luis Arce engañó y mintió al pueblo boliviano y al mundo. Es lamentable que se use un tema tan sensible como la denuncia de un golpe. Frente a esa realidad, debo pedir disculpas a la comunidad internacional por la alarma generada y agradecer por su solidaridad con nuestro país. Es importante que una investigación completa e independiente demuestre la verdad de este hecho.”

La triquiñuela golpista había sido expuesta por unos pocos analistas, periodistas y políticos, pero con el correr de la horas ya era vox populi y era evidente que la comunidad internacional había sido estafada. Resulta notable cómo el mundo aún conserva el trauma de los golpes militares de la Guerra Fría, cuando estos no tienen lugar hace décadas, y sin embargo no saben reconocer la forma en la que los tiranuelos tercermundistas usan este recurso para legitimarse, victimizarse y cobrar centralidad. Chávez, Castillo y el propio Evo Morales han recurrido a esta herramienta de las formas más evidentes y burdas. Son como la fábula del Pastorcito mentiroso, sólo que en este caso la consecuencia aleccionadora nunca llega. El mundo es más necio y abombado que estos ridículos autócratas bananeros. 

La cuestión es que Morales y Arce están en una disputa de poder dentro del mismo espacio político. La oposición está encarcelada, amenazada y desarticulada. La puja no es por modelos políticos, sino por quién se sienta en el trono; y ambos personajes buscan apoyo para sí mismos y la desgracia para su antiguo aliado. Esa reyerta ha paralizado al Gobierno, incapaz de hacer frente a la creciente debacle económica y social. La escenificación del levantamiento se va a seguir repitiendo mientras la comunidad internacional siga cayendo en la trampa. Y la comunidad va a seguir comprando estos espejitos de colores porque no sabe, no puede o no quiere enfrentar al chavismo en su propio juego. Si un personaje tan bizarro como Zúñiga puede engañar al elenco estable de indignados mundiales, es porque los líderes del mundo no tienen el criterio o la valentía de llamar a las cosas por su nombre. Son todos esclavos del relato de la izquierda más estúpida y delirante.

La herramienta del autogolpe fue la forma en la que una clase política chata, ridícula, inmoral e incapaz encontró para resolver las tensiones que se han estado gestando en Bolivia durante los últimos años. Los bolivianos han estado sufriendo un marcado cambio respecto de la década anterior si se tiene en cuenta que, en los años de crecimiento de los precios de las commodities, cuando el socialismo del Siglo XXI se instaló en el continente, la economía del país creció notoriamente. Pero al ciclo de crecimiento le siguió el abismo de la crisis y las dictatoriales medidas anticovid terminaron por arruinar la economía boliviana. Arce había sido ministro de Finanzas durante esa época de fuerte crecimiento, bajo las órdenes del presidente Evo Morales y fue Morales quien lo apadrinó, como Rafael Correa tuteló a Lenin Moreno o Cristina Kirchner a Alberto Fernández. El chavismo no brilla por su originalidad y a veces los títeres quieren tener vida propia. Al asumir la presidencia en 2020, Arce se encontró con un país social y económicamente agotado, luchando por prevalecer en una interna en la que su exjefe tiene mucho poder residual. Con esta desesperación como telón de fondo, el presidente Arce ha quedado expuesto en una maniobra burda de victimización express que sólo convenció a los convencidos y amplió aun más las tensiones políticas. 

La legisladora boliviana Luciana Campero Chávez señaló que el supuesto golpe de Estado fue una "intención de Arce para mejorar su imagen" por la crisis económica. "Es realmente vergonzoso hasta dónde puede llevar el Gobierno del MAS a toda la ciudadanía boliviana", expresó. “Después de analizar la situación desde cerca, hemos visto que esto fue un show montado por Luis Arce, fue un intento de autogolpe muy blando. Con esto quedó muy evidenciado la intención de Arce de mejorar su imagen, la cual estaba en caída por la crisis económica que estamos viviendo en mi país. El comandante Zúñiga responde única y exclusivamente al señor Luis Arce Catacora. Esto se viene preparando hace una semana, desde que tenemos la presencia de 80 militares venezolanos en el país que han ingresado a Bolivia sin el permiso de la Asamblea Legislativa Plurinacional, es decir, el Parlamento”

Campero Chávez se lamentó que la maniobra hubiera alarmado a ciudadanos y políticos de la región y refuerza su denuncia diciendo: “Además, el comandante fue quien se entregó a la policía, enfrente de los medios de comunicación”. Y cita las declaraciones del mismísimo José Zúñiga: “El domingo, el presidente me dijo que la situación está muy jodida y que esta semana va a ser crítica. Es necesario prepararse para levantar mi popularidad”. Ante la pregunta de por qué Zúñiga aceptaría el pedido de Arce a riesgo de ir preso, la diputada contesta que el militar “era el número 47 de todo su curso militar, o sea, no tenía la condición ni siquiera para asumir como comandante general del Ejército de Bolivia. Nunca un número 47 llega a ser el comandante general del Ejército, eso ha sido un favor emitido por el Gobierno de Arce. En segundo lugar, lastimosamente todo en Bolivia es prebenda”. 

La legisladora sospecha que el trato era que Zúñiga pudiera escapar del país y que Arce no ha cumplido esa parte, porque “cuando Zúñiga se retira con los militares de la plaza, el auto en el que él se encontraba iba a 5 kilómetros por hora, o sea, una persona caminaba más rápido que el vehículo. Además no iba ni un solo policía detrás del vehículo, ¿qué clase de golpe de Estado ha sido este? Fue todo tan bizarro y tan raro que el presidente lo encara, pero sin protección de los policías, cuando hay miles de puertas por donde los policías hubieran podido entrar a Palacio Quemado”.

Por su parte, el analista político y periodista Emilio Martínez Cardona sostuvo: “Esto pareció una escenificación, una guionización. Al final de la función, que duró más o menos lo mismo que una película larga, el general Zúñiga confesó lo que muchos olfateábamos desde un rato antes: que lo sucedido había contado con un puntapié inicial dado por el propio presidente Arce, quien le habría pedido unas noches atrás 'mover a los blindados, hacer algo para levantar la popularidad'”. Martínez Cardona asegura que “es muy posible que Zúñiga haya sobreactuado o extralimitado su rol, o que no supiera que el final de la comedia incluía su sacrificio civil. Ahora, Arce tiene servida una nueva narrativa que le ayudará a cambiar, al menos temporalmente, el eje de la discusión nacional, de la crisis económica cada vez más aguda a la tesis de un Gobierno defensor de la democracia que, a diferencia del Gobierno de Evo Morales, “no huyó ante el golpe”.

Bolivia ha tenido decenas de intentos de golpe y conflictos políticos y sociales alrededor de los sucesivos gobiernos desde su independencia. Se trata de un mecanismo repetitivo que no se ha detenido con los años. Evo Morales protagonizó uno al postularse inconstitucionalmente para un tercer mandato, que desató protestas multitudinarias que causaron 36 muertes y que llevaron a Morales a renunciar y huir del país amparado por gobiernos afines. El Gobierno interino de Jeanine Áñez luego fue acusado de golpista por el MAS de Morales que la encarceló injustamente. Arce, el sucesor puesto a dedo por Morales, ha encarcelado a la disidencia sin piedad, como buen alumno del socialismo chavista que lo situó en el poder. Pero ahora Evo quiere regresar y Arce no está dispuesto a irse, esta es la batalla campal por la carrera presidencial de 2025, que desató la pantomima que el mundo presenció el pasado miércoles.

Las consecuencias son graves, tal como señala Emilio Martínez Cardona: “El asunto puede tener consecuencias negativas hacia el resto del sistema político, teniendo en cuenta que, cuando las tanquetas cruzaban la Plaza Murillo, el general Zúñiga habló de 'liberar a los presos políticos como Añez y Camacho,' la expresidente y el gobernador encarcelados, en lo que podría haber sido un intento de sindicarlos o vincularlos al movimiento militar. Si esto no activa nuevas persecuciones judiciales contra opositores, seguro que sí será usado para descalificar cualquier amague de protestas políticas o simplemente sectoriales, a las que se achacará de golpistas o desestabilizadoras”. La jugada puede parecer de manual, pero aun cuando está cada vez más degradada, sigue funcionando. El manual del golpista bananero fue tragedia, después comedia, y ahora es puro circo.

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