Doble rasero: el FBI se pliega ante Jordania y se hace el duro con Israel
Jerusalén no necesita la 'ayuda' del Buró, ni del Departamento de 'Justicia' ni de la Casa Blanca.
Ser corresponsal en una zona peligrosa es una profesión dura, riesgosa, compleja. No es para cualquiera. Aquellos que optan por llevar esta tarea a cabo lo saben, pero deciden hacerla igual.
Israel es un país permanentemente atacado por terroristas islamistas que viven en los territorios palestinos e incluso, en menor proporción, por algunos árabes que residen en Israel. El Estado judío hace lo que cualquier país haría en esa situación: defenderse. En algunas regiones de Israel los riesgos son mayores que en otros, pero allí están las fuerzas de seguridad para combatir a grupos islamistas o lobos solitarios que, si pudieran, asesinarían a todos los judíos, aunque sus indiscriminados ataques también matan a otros sectores de la población, incluso a los mismos árabes. No lo digo yo, lo expresan los mismos terroristas a diario.
Ahora bien, en un artículo publicado en el periódico israelí Jerusalem Post, Lahav Harkov denuncia la hipocresía del FBI, debido a que abrió una investigación por la muerte de la periodista palestino-estadounidense Shirín Abu Akleh durante un intercambio de disparos entre terroristas palestinos y fuerzas israelíes hace medio año. Sin embargo, la agencia norteamericana no se esfuerza demasiado por detener a la jordana Ahlam Ahmad al Tamimi, quien planeó el atentado en la pizzería israelí Sbarro de Jerusalén (2001) que acabó con la vida de 15 personas, incluidos dos ciudadanos de Estados Unidos. Además, agrega la periodista israelo-estadounidense, cuatro civiles norteamericanos se encontraban entre los 122 heridos. Al Tamimi fue encarcelada luego del atentado, pero en 2011 fue liberada junto a aproximadamente mil terroristas a cambio del soldado Guilad Shalit, quien se encontraba secuestrado por Hamás en Gaza. El FBI considera a Al Tamimi una peligrosa terrorista y ofrece una recompensa de 5 millones de dólares por cualquier información que lleve a dar con su paradero.
A pesar del aviso publicado por el FBI y la recompensa ofrecida, Harkov subraya que no es necesario buscar tanto, ya que Al Tamimi se encuentra en Jordania conduciendo un programa para la televisión del grupo terrorista Hamás. ¿Cuál es el problema? El país árabe se niega a extraditarla a Estados Unidos. No obstante, parece ser que para la agencia esos muertos inocentes que sólo estaban comiendo una pizza en un restaurante no son tan importantes como una periodista que se encontraba cubriendo un intercambio de disparos entre fuerzas israelíes y un grupo de terroristas que no debían de estar intentando matar personas, sino trabajando y prosperando para mejorar la vida de los palestinos.
Barak Ravid señala en el sitio de noticias Axios que, ante el enojo de las autoridades israelíes, la Casa Blanca negó haber instruido al FBI para que iniciara una investigación. No obstante, indica el periodista israelí, 20 senadores demócratas escribieron una carta instando a la agencia estadounidense a investigar. La decisión del FBI, afirma Ravid, fue tomada antes de las elecciones en Israel, pero fue informada oficialmente a Jerusalén por parte del Departamento de Justicia estadounidense tres días después de los comicios.
Ravid añade en el artículo que la Casa Blanca insistió en que no participaron en el proceso que derivó en la decisión del Departamento de Justicia. Extraño.
Harkov señala en el Jerusalem Post que Israel estuvo dispuesto a llevar a cabo una investigación inmediata, pero no logró hacerlo porque la Autoridad Palestina (AP) se negó desde un primer momento a colaborar. Sin embargo, luego de presiones estadounidenses, el liderazgo palestino en la Margen Occidental entregó la bala, que fue examinada exhaustivamente en conjunto por investigadores de Israel y Estados Unidos. Los israelíes colaboraron seriamente y fueron transparentes con sus colegas norteamericanos, por lo que en septiembre las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) afirmaron que la muerte de Abu Akleh podría haberse producido por el disparo accidental de un soldado israelí durante el enfrentamiento con terroristas palestinos. No obstante, aún no se ha llegado a una conclusión determinante.
En aquella oportunidad, la familia de la reportera comenzó a entablar contactos con algunos políticos estadounidenses que simpatizan con la causa palestina.
Israel no necesita de la ayuda del FBI ni del Departamento de Justicia estadounidense, ni de la Casa Blanca (más allá de que haya intentado desentenderse de esta situación) para investigar a sus ciudadanos, políticos y soldados. Evidentemente, lo hace mejor y con más transparencia que el FBI.
Tal como indica Harkov, esta parece ser una situación sin precedentes, ya que, si bien Estados Unidos considera oficialmente que su aliado tiene un poder judicial independiente capaz de investigar y enjuiciar a sus propios soldados cuando sea necesario, el FBI está llevando a cabo una investigación en contra de los deseos de ese aliado después de que Israel llegara a sus propias conclusiones respecto del hecho.
La autora apunta que el ataque de Sbarro es solo un ejemplo, “pero hay 49 ciudadanos estadounidenses, según la Biblioteca Virtual Judía, que han sido asesinados por palestinos desde entonces. El FBI tampoco parece haber hecho mucho para obtener justicia para ellos”.
Israel es un país perfectible, claro, pero, a pesar de estar rodeado de enemigos que quieren hacerlo desaparecer y exterminar a toda su población, sus instituciones funcionan. Es un país ordenado y la gran mayoría de sus habitantes quiere vivir en paz con sus vecinos. En el Estado judío conviven personas de diferentes etnias, religiones y culturas con los mismos derechos. Los hombres y mujeres que viven allí tienen la libertad de vivir sus vidas como quieran. De hecho, entre los árabes israelíes hay acaudalados empresarios, jueces (incluso en la Corte Suprema), policías, soldados, médicos, abogados, infinidad de estudiantes universitarios e incluso parlamentarios que escupen odio contra Israel a diario. Además, como señalé anteriormente, las instituciones funcionan, también el Poder Judicial, que es absolutamente independiente del Poder Ejecutivo. Han sido encarcelados importantes políticos por diversos motivos, y soldados que según la Justicia actuaron de manera irresponsable, incluso en casos en los que se abordaban enfrentamientos con terroristas palestinos, que en caso de ser heridos reciben un tratamiento médico como cualquier otro ciudadano, costeado por los contribuyentes israelíes.
Vaya contraste con las tiranías salvajes y primitivas que rodean al Estado judío, ¿verdad?
Israel no necesita la ayuda del FBI, ni del Departamento de Justicia estadounidense ni de la Casa Blanca (más allá de que haya intentado desentenderse de esta situación) para investigar a sus ciudadanos, políticos y soldados. Evidentemente, lo hace mejor y con más transparencia que el FBI.
¿Qué intenta lograr el FBI con esta investigación? ¿Cuán politizados están el Departamento de Justicia estadounidense y la agencia federal? ¿Por qué toman semejante decisión histórica para investigar la muerte de una periodista que se encontraba en una zona extremadamente peligrosa pero no han movido un dedo por el resto de los ciudadanos estadounidenses asesinados por terroristas palestinos? ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Quién está moviendo los hilos y por qué? ¿Realmente la Casa Blanca no ha tenido participación alguna en esta decisión? ¿El FBI investigará lo ocurrido? ¿El mismo FBI que contrató a un espía ruso en la investigación contra Trump en 2016, el mismo FBI que interfirió en la investigación de los negocios de Hunter Biden para que su padre pudiera ser presidente, el mismo FBI que ordenó a Facebook espiar a ciudadanos estadounidenses que dudaban de las elecciones del 2020, el mismo FBI que asaltó la casa de Donald Trump por oscuros motivos políticos? ¿Ese FBI?
En lugar de inmiscuirse en los asuntos de un país aliado y en el cual las instituciones funcionan como deben, tendrían que, al menos, responder a estas preguntas.