Nueva muleta mediática para Kamala Harris: un Town Hall con preguntas predeterminadas
Los medios de izquierda siguen ayudando en todo lo posible a la candidata demócrata en sus intervenciones ante sus constantes errores y pérdidas de papeles.
Las continuas meteduras de pata de Kamala Harris en sus apariciones ante los medios, a pesar de que casi siempre ha acudido a territorio amigo, han obligado a la prensa afín a multiplicar sus ayudas a la vicepresidente para limitar los daños. Desde moderadores partidistas (Debate contra Donald Trump en ABC), emisión de programas editados sin sus fallos (60 Minutos, CBS) a la última: un Town Hall en el que las preguntas estaban predeterminadas y no se permitió intervenir al público.
La izquierda, volcada con Kamala Harris
Salvo el debate presidencial, en el que contó con la inestimable ayuda de los -supuestos- moderadores que actuaron como dos demócratas más, cada una de las apariciones en los medios de Kamala le ha supuesto una pérdida de votos. La vicepresidente, que sigue sin conceder una rueda de prensa desde hace casi 100 días, comenzó a admitir entrevistas de los medios afines en la recta final de la campaña, con una considerable ventaja sobre su rival según la encuestas, y porque su negativa a los platós estaba comenzando a ser llamativa, e incluso criticada por la prensa de izquierda.
Para ello, eligió los medios más cómodos y cercanos a ella, pero los resultados no han sido los esperados. Los votantes han penalizado gravemente sus contradicciones, su afán por tratar de no decir nada que demuestre su ideología radical para tratar de pasar por una moderada, sus intentos de adjudicarse los -escasos- logros de la Administración Biden-Harris mientras trataba de hacer creer que no tenía nada que ver con sus errores. Incluso trató de blanquear su responsabilidad como zarina de la frontera, algo con lo que muchos periodistas cercanos al Partido Azul tragaron.
El debate con Trump, punto de inflexión en la campaña de Kamala Harris
El punto de inflexión mediático de la campaña fue el debate ante Trump. La candidata, lejos de reconocer que los verdaderos ganadores del debate fueron los moderadores partidistas de ABC, quienes se dedicaron a puntualizar a Trump constantemente mientras arropaban las falacias de Harris, se creyó realmente que ella había sido la vencedora, por lo que decidió comenzar a frecuentar los platós de grandes medios e influencers en las redes sociales.
Sin embargo, cada aparición de ella o de su candidato a vicepresidente Tim Walz suponía una sangría de votos en las encuestas. De hecho, lejos de ser una ayuda, Walz ha lastrado aún más las proyecciones electorales del Partido Demócrata, sobre todo tras su desastroso debate ante J.D. Vance, su homólogo republicano.
La desaastrosa entrevista de Kamala Harris en Fox
Preocupada, Harris llegó a acceder a ser entrevistada en Fox por Bret Baier para tratar de revertir la situación. ¿El resultado? Un auténtico desastre. A pesar de los intentos de su equipo por boicotear y acortar la conversación -llegando tarde, haciendo gestos para cortar-, Kamala tuvo tiempo suficiente para hacer varias de sus ya célebres ensaladas de palabras y perder los estribos frente al correcto y educado Baier. La campaña trató de justificar el patinazo acusando a la cadena conservadora de haber preparado "una emboscada".
Poco después, llegaría el anuncio de que Harris acudiría al programa 60 Minutes de CBS. La cadena promocionó el acto con extractos de Kamala hablando sobre la frontera, y uno de los cortes incluía una ensalada de palabras de las suyas. Sorprendentemente, cuando el programa se emitió esta parte no apareció, lo que provocó una campaña en redes -en la que el propio Trump participó- reclamando la emisión de la entrevista íntegra.
Un Town Hall con preguntas pactadas de antemano
Con su ventaja bajo mínimos, y las proyecciones de encuestadores de renombre como Nate Silver o medios como The Hill o The Economist situando a Trump como ganador de las elecciones, su último Town Hall en Michigan con Liz Cheney tampoco salió como esperaba. Todo parecía bajo control hasta que una asistente quiso hacer lo que hacen los asistentes a un evento de estas características: preguntar. Para su sorpresa -y vergüenza de Harris- la moderadora Maria Shriver informó a la mujer que las preguntas ya estaban predeterminadas de antemano.