En la muerte de Haniyeh
Derrotar de forma nítida y decisiva a sus enemigos no está entre las prioridades o los intereses del Estados Unidos de Obama y Biden (que es el mismo), y no quiero pensar en uno de Kamala.
Israel ha matado en Teherán al líder político de Hamás, Ismail Haniyeh. Cuentan los medios que con una bomba colocada por elementos comprados por el Mosad de la Guardia Revolucionaria Islámica en la habitación en que se hospedó Haniyeh tras asistir a la proclamación del nuevo presidente de Irán. La eliminación de Haniyeh, y antes la del jefe militar de Hezbolá Fuad Shukr, ha sido recibida por EEUU con indisimulada incomodidad.
Aunque Haniyeh participara con el resto de los presentes en los tradicionales coros de "muerte a Israel y muerte a América" en la investidura del nuevo presidente de Irán, y pese a la responsabilidad de Shukr en la masacre en 1983 en Líbano de 241 marines estadounidenses, la Casa Blanca ha dejado claro que no tenía conocimiento de las operaciones. El presidente Biden ha llegado a decir que no ayudarán a lograr un acuerdo por los rehenes, y su Administración ha vuelto a llenar la prensa de las habituales advertencias contra una escalada en la región.
La política exterior, contra el enemigo interior
Las advertencias van siempre dirigidas a Israel y no a Hezbolá o a Irán, al que los demócratas -y, por supuesto, la Unión Europea, que envió a su segundo en política exterior, Enrique Mora, a la investidura del nuevo presidente de la República Islámica- siguen viendo como un potencial socio pese a la guerra abierta que libra contra el supuesto aliado de Washington (Israel) en la zona. Como ha escrito Mike Doran del Hudson Institute, la lógica de esta retórica, y de las acciones y omisiones que la acompañan, es que Irán y sus satélites terroristas paraestatales pueden atacar dónde y cuando quieran sin que Israel tenga derecho a las represalias.
El mensaje de la política demócrata sobre Irán, Israel y Oriente Medio debería ser claro para todos los que creen tener en Washington a un aliado. Derrotar de forma nítida y decisiva a sus enemigos no está entre las prioridades o los intereses del Estados Unidos de Obama y Biden (que es el mismo), y no quiero pensar en uno de Kamala. Su guerra es contra el enemigo interior, incluyendo aquí a los Gobiernos democráticos de países aliados a los que profesan hostilidad ideológica, como el de Bibi en Israel y el de Orbán en Hungría.
(En el espectro opuesto a esta tendencia incorregible por el apaciguamiento y la contención está Ucrania. Kiev se ha prometido castigar allá donde pueda encontrarles a los militares rusos que han convertido Ucrania en un infierno. En los últimos meses, el diario Kyiv Post ha informado de operaciones de la inteligencia militar ucraniana contra mercenarios o soldados rusos desplegados en Siria y Sudán...
Esta misma semana la publicación ha contado que fuerzas ucranianas atacaron un aeródromo ruso situado al este de Alepo, destruyendo equipamiento militar y radioelectrónico. También esta semana, rebeldes tuareg en el norte de Mali han posado con una bandera ucraniana después de matar en una emboscada a una cincuentena de mercenarios rusos de Wagner que apoyan a la junta militar golpista de Bamako. La bandera y la presencia de dos hombres armados blancos en la foto han desatado los rumores sobre una posible participación ucraniana en la operación...
La inteligencia militar de Kiev ha alimentado estos rumores. Su portavoz Andrí Yusov afirmó que los rebeldes tuaregs recibieron "la información necesaria" para perpetrar la emboscada, aunque cuando le pregunté si se la dio Ucrania me dijo que él no había dicho eso. Un coronel retirado con el que he hablado negó cualquier contacto directo de Kiev con estos rebeldes que cooperan con Al Qaeda y me dijo cómo pudo haber llegado: alguien en Mali o Mauritania olvida en algún lugar una carpeta con documentos y fotografías que es encontrada por un integrante del movimiento tuareg. Ucrania se está convirtiendo por audacia y determinación en sobrevivir y castigar a sus enemigos en un nuevo Israel).
Venezuela, Estados Unidos, Haniyeh...
Pasemos de aquí al fraude electoral chavista en Venezuela. Liderada por María Corina, la oposición no sólo consiguió volver a despertar el entusiasmo de una población que muchos considerábamos demasiado castigada y decepcionada como para superar el cinismo. Aun bajo la implacable persecución chavista, que llevó a algunas de las figuras claves de la campaña a haber de hacerla bajo protección diplomática en la embajada argentina en Caracas, donde siguen encerrados, aún bajo esa implacable persecución chavista, decía, el mando opositor tuvo la inteligencia práctica de crear un mecanismo de supervisión electoral que le mostrara al mundo de manera definitiva la naturaleza mentirosa y criminal de la maquinaria electoral chavista.
Con la colaboración de funcionarios del régimen con decencia, y gracias sobre todo a una formidable red de voluntarios que estuvieron físicamente en los colegios exponiendo su seguridad e integridad física, la oposición consiguió más de un ochenta por ciento de las actas originales que arrojan un resultado radicalmente distinto al que se inventó la comisión electoral chavista para darle la victoria al tirano. Las actas originales disponibles muestran que el candidato opositor, Edmundo González, obtuvo un 67% de los votos, por el 30% que sacó Maduro.
"Sabemos por experiencia que ni el reconocimiento expreso de Edmundo como presidente ni las sanciones serán suficientes para acabar con la pesadilla de un cuarto de siglo de los venezolanos".
El titánico trabajo de la oposición ha mostrado al mundo que González -el diplomático jubilado que en un acto de valiente generosidad aceptó ser candidato de la vetada María Corina- es el presidente legítimo de Venezuela. Algunos países como Perú o ese prodigio de claridad moral que es la Argentina de Milei ya lo han reconocido así. Otros, como EEUU, se limitan de momento a reconocer la victoria opositora. Y otros como los Gobiernos de izquierda de Brasil, Chile, la UE o España se limitan de momento a pedir a Maduro que muestre las actas, como si no las hubiera presentado ya la oposición.
Los países de los dos últimos grupos están haciendo, además, llamamientos a la calma, como si en una situación de estabilidad fuera posible que las instituciones venezolanas resolvieran el enredo en favor de la verdad y la justicia. Calma y estabilidad es precisamente lo que necesita el régimen chavista para sofocar una vez más las protestas y seguir en el poder como hasta ahora.
Sabemos por experiencia que ni el reconocimiento expreso de Edmundo como presidente ni las sanciones serán suficientes para acabar con la pesadilla de un cuarto de siglo de los venezolanos. Si se descarta una intervención militar directa, será necesario, como ya se hizo con Trump en Washington cuando la presidencia encargada de Guaidó, maniobrar para lograr que los servicios de seguridad se pasen del lado del pueblo. Casi se logró entonces -recuerden cómo fue liberado Leopoldo López- y puede conseguirse ahora.
Mundo
Nicolás Maduro anuncia la preparación de campos de reeducación para recluir a los manifestantes detenidos
Emmanuel Alejandro Rondón
Y un último apunte, sobre los recién llegados a la carrera presidencial en EEUU. Los demócratas han comenzado una campaña llamando "weird" (raro) al candidato de Trump a vicepresidente, JD Vance. Empezó a decirse en algún sitio y ya lo repite como un solo hombre el commentariat con eficacia de cadena de producción de fábrica. Recuerda por la disciplina y el fervor al éxito que han tenido en la España de izquierdas expresiones de Moncloa como "pseudomedios" o "la máquina del fango".
La otra recién llegada a la carrera es Kamala Harris, cuya nominación trucha a la candidatura demócrata ha sido recibida por los hacedores de opinión dominantes con una ola de entusiasmo por las cualidades que la harían una buena presidenta: su pasión por la cocina y cierto desparpajo que muestra a la hora de bailar y de hablar.
(Habrán visto algunos lectores que los medios se refieren a Haniyeh como la cara "moderada" de Hamás. El historiador Edward Luttwak ha explicado la lógica de la etiqueta: "Insistió en que todos los judíos de Israel debían ser asesinados, pero no dijo nada de los judíos de Australia. Esto lo hace moderado").