Javier Milei: la revolución de los 'normales'
El principal atractivo del candidato a presidente de Argentina para muchos de sus votantes no es tanto sus propuestas, sino su autenticidad.
Tras la entrevista con Tucker Carlson, Javier Milei, el popular candidato a presidente de Argentina, alcanzó una popularidad aún mayor en el mundo. Durante el programa publicado en la cuenta de X del famoso periodista estadounidense, el excéntrico economista y diputado argentino se despachó con el discurso habitual contra el socialismo, el papa Francisco, la política tradicional, etc. Quien no lo conocía, realmente se debe haber llevado una sorpresa de que existiese un candidato así en el país sudamericano.
¿Pero qué es lo que más atrae de Milei en la gente? ¿Su carisma? Seguramente. ¿Sus ideas? No siempre. Pero las personas están dispuestas a llevar este experimento a cabo debido a los continuos fracasos de la política tradicional. No obstante, reitero, ¿qué es lo que más atrae de Milei al votante común? Pues justamente que se trata del candidato que más se parece a la gente común, tanto en el aspecto positivo como en el negativo.
Cuando nos referimos a Milei como un outsider es necesario enfatizar en que no es solamente un outsider, sino que su desprecio por la política se mantiene intacto y su esencia también. Claramente, cada vez que debe actuar como político por razones de fuerza mayor, falla, pierde su naturalidad. ¿A qué me refiero? El excéntrico diputado siempre dice que él no llegó para guiar corderos, sino para despertar leones. Sin embargo, sabe que los dinosaurios pueden hacerlo caer en poco tiempo por el poder que ostentan, por lo que ha estado manteniendo reuniones con sindicalistas mafiosos y millonarios que pueden jugarle varias malas pasadas en caso de ser presidente. Es decir, ya despertó a los leones, pero ahora debe sedar a los dinosaurios, parte de la casta que él tanto repudia. Al ser consultado en reiteradas ocasiones respecto de esta contradicción, Milei tambalea, se traba, no da las mejores respuestas; no puede hacerlo porque enojaría a las bestias poderosas. Sólo afirma que así es el sistema y que en todo caso es un asunto que deben cambiar los trabajadores. Por este motivo es probable que Argentina sea un país inviable: tener que calmar a las fieras para poder gobernar es un indicio de que las cosas no pueden cambiarse drásticamente, al menos no en muchos pero muchos años. De todos modos, es mejor no tener cintura política para responder a estas preguntas que caer en la hipocresía de elogiar a las mafias sindicales.
Sin embargo, Milei es la persona más auténtica que uno puede encontrar en la política. Me he tenido que reunir con él en reiteradas oportunidades en el año 2017 para preparar la presentación del libro que me prologó en aquella oportunidad: Relatos de un progre. Y es precisamente esa autenticidad la que atrae a la gente. Muchos ven en él a alguien como ellos, quizás con más conocimientos de economía, pero con defectos y virtudes como todos. Milei mismo no busca ser un modelo a seguir o decirle a la gente qué hacer, justamente propone otorgar la mayor libertad posible para que cada uno haga con su vida y su dinero lo que le plazca. Ese es su ideal. Tiene sus propuestas, se discuten, y ese es, quizá, su principal logro: ha movido el eje de la discusión, y la izquierda y los peronistas ya no son los dueños de la moral para el común de la población.
Algunos se burlan porque afirman que su oratoria no es la mejor. ¿Hace falta mencionar a los líderes autoritarios que gobernaron y gobiernan en el mundo que tienen una oratoria fabulosa? Además, si su mensaje llega a la gente, ¿cuál es el problema de que diga “o sea” y “digamos” cada dos segundos? Incluso esto puede jugarle a favor. Hablar como un intelectual refinado puede servir en algunos ámbitos, pero no en todos.
Reitero, Milei no es sólo un outsider, está alejado de la imagen del político habitual en todo sentido, salvo en casos de extrema necesidad como en sus reuniones con sindicalistas. Cuando uno lo ve debatir o responder preguntas, a veces lo observa tranquilo y lúcido, a veces excesivamente furioso y perdiendo los estribos, a veces argumentando como los mejores (especialmente en asuntos económicos), a veces tambaleando; a veces se lo nota convincente, otras inseguro; a veces se lo nota con una gran fortaleza, otras con debilidades, etc. Acierta y yerra como cualquiera, como usted o como yo. Sin embargo, tiene un objetivo en mente, y es genuinamente otorgar más libertad y seguridad a la gente para que el país pueda despegar. Ese es su objetivo, claro, veremos si puede alcanzarlo.
Aquella persona que estaba sentada conmigo en un bar de Buenos Aires preparando la presentación no tenía aires de político, era como estar sentado con un amigo. La gente solía pensar que para estar en política era necesario ser de otra manera: haber militado siempre, haber vivido del Estado toda la vida, comportarse de una manera hipócrita cuando fuera necesario hacerlo, pertenecer a una especie de secta que nadie quiere pero que todos necesitan, incluso para desquitarse con ellos. Milei rompió con todo eso.
Milei, gusten sus propuestas o no, trae sentido común, algo que en un país como Argentina no se puede dar por sentado. Y enfrentar con sentido común al establishment político, que siempre busca complicar las cosas para sentirse superiores y encontrar excusas que den lugar a su intervención perjudicial, no es sencillo.
El sistema en Argentina lleva a que Milei deba rellenar su partido político con miles de personas que seguramente no conoce y algunos de ellos seguramente sean seres indeseables, pero no le queda alternativa. No obstante, y a pesar de sus errores, Milei es auténtico. Por más que muchos de los que lo apoyan quizá no entiendan exactamente todas sus propuestas, el mensaje ha penetrado y no sólo en Argentina.
Si gana las elecciones llegará el momento de la verdad. ¿Podrá Milei cambiar radicalmente las cosas con los leones normales que se despertaron o los dinosaurios no le permitirán modificar el status quo? El tiempo dirá. Pero por lo menos vale la pena otorgarle una primera oportunidad a Milei, que sería la última oportunidad para Argentina.