Insólito: acusan de racismo a Walgreens tras cierre de tiendas asediadas por el robo

"Son actos de discriminación racial y económica que ponen en peligro la vida”, dijo la representante Ayanna Pressley.

Estados Unidos sufre una brutal ola de robos a tiendas como Walgreens o CVS, casi a diario los empleados ven impotentes cómo ladrones entran y llenan incluso maletas con productos de las tiendas. Pero para algunos líderes de la extrema izquierda, estas empresas deberían permitir por siempre que sus productos sean robados, y si cierran ante la incapacidad de hacer frente al crimen, son acusados de racismo. “Estos cierres no son arbitrarios ni inocentes. Son actos de discriminación racial y económica que ponen en peligro la vida”, dijo la representante demócrata Ayanna Pressley.

Pressley es miembro de “the Squad”, el grupo de representantes demócratas de extrema izquierda al que pertenecen figuras conocidas por sus ideas socialistas como Alexandra Ocasio Cortez e Ilhan Omar. Esta semana, en un discurso en la Cámara de Representantes, la representante se refirió al cierre de una tienda Walgreens en Massachusetts, pero su intervención no fue para alentar la búsqueda de políticas que frenen el crimen y que alejen a los jóvenes del robo, sino para acusar a la tienda de racista, por tener que cerrar ante lo que la empresa ha descrito como "robo desenfrenado".

"Este cierre es parte de una tendencia más amplia de abandono de comunidades de bajos ingresos como los cierres anteriores en Mattapan y Hyde Park, ambos en el distrito 7 de Massachusetts(...) Cuando un Walgreens abandona un vecindario, perturba a toda la comunidad y se lleva fórmula para bebés, pañales, inhaladores para el asma, medicamentos que salvan vidas y, por supuesto, puestos de trabajo", dijo Pressley.

Lo que hacen estos políticos de extrema izquierda como Pressley es subvertir los valores. Mientras los ladrones son presentados como víctimas que no tienen cómo mantenerse y roban porque supuestamente están al borde de la muerte, los empresarios son puestos en el lugar del malo, tildados de millonarios avaros que ponen en riesgo la vida de los más necesitados por cuenta de su ambición.

"Tener un sitio web con temas de conversación sobre equidad en salud y comunidades desatendidas no es suficiente. Walgreens es una corporación multimillonaria que necesita poner su dinero en lo que dice apoyar, y dejar de desinvertir en las comunidades negras y de color", agregó la líder izquierdista, que habla de una empresa privada como si fuera una institución de caridades. De hecho, Walgreens es una de las cadenas más afectadas por el robo en tiendas que azota al país, la empresa anunció el año pasado que probablemente cerrará unas 200 tiendas a los largo del país. Pero a Pressley no le importan las pérdidas de la empresa, ni los empleados que se quedarán sin trabajo, ni las familias de esos empleados, ella está preocupada por los ladrones.

Cualquier persona que haya presenciado uno de estos robos, que son muy comunes en las grandes ciudades gobernadas por demócratas, sabe que esto no se trata de ancianos desvalidos que toman comida para sobrevivir. Son jóvenes, algunos actúan en grupo, que llenan maletas y bolsas enteras de productos. En algunos lugares esos productos son revendidos a tan solo cuadras de la tienda de la que fueron robados. Tratar de justificar el robo sistemático afirmando que se trata de un asunto de supervivencia es una mentira enorme que muy pocos creerán.

Este tipo de discursos desincentiva a los empresarios, que ya no solo tienen que lidiar con robo continuo y con leyes que defienden a los ladrones y hacen casi imposible castigarlos, sino que a eso se suma la narrativa de personajes como Pressley que los señala de ser racistas y poner en riesgo la vida de las personas. El empresario es el motor de una sociedad, es el que genera empleos y es el que produce bienes y servicios que hacen mejor la vida de las personas. Sin empresas los países son pobres.

Y la extrema izquierda no sólo desincentiva a los empresarios, sino que incentiva a los ladrones. Una de las reglas básicas para convivir en sociedad es respetar la propiedad privada, en el momento en el que desde altas esferas, como el Congreso y la Justicia, se valida el robo, lo que viene es un camino de violencia y degradación moral y económica.

Este tipo de narrativas destruyen todos los incentivos para ser una buena persona. No solo los incentivos de los empresarios para generar empleos y para producir bienes que beneficien a la sociedad, sino los incentivos de los trabajadores para levantarse cada día a hacer sus labores. Para aquellos que no tienen una estructura moral fuerte, la pregunta será: ¿qué sentido tiene trabajar cuando robar es más fácil y no es castigado?

El fenómeno del robo frecuente a tiendas no es solo un problema económico, es sobre todo un problema moral. Y figuras como la congresista Pressley lo que impulsan es una sociedad donde el ladrón es la víctima y el trabajador es el villano.