“Una revolución de sentido común”: la transcripción del discurso inaugural de Donald Trump
El nuevo presidente habló durante casi 30 minutos frente a los expresidentes presentes, miembros del Congreso, empresarios y algunos líderes internacionales.

Trump prestó juramente en la rotonda del Capitolio/ Kenny Holston
Donald Trump fue juramentado como nuevo presidente de los Estados Unidos. En una ceremonia atípica dado que tuvo lugar a puertas cerradas en la rotonda del Capitolio, el republicano se convirtió en la segunda persona en la historia en servir dos mandatos no consecutivos.
La senadora Debra Fischer (R-NE) presentó posteriormente a Trump para que brindara su discurso inaugural, el cual duró un poco menos de treinta minutos.
Entre otras cosas, estableció la seguridad fronteriza y la independencia energética como máximas prioridades para su segundo paso por la Casa Blanca, prometiendo también llevar adelante una "revolución de sentido común".
"Muchas gracias. Muchas gracias a todos. Muchas, muchas gracias. Vicepresidente Vance. 'Speaker' Johnson. Senador Thune. Presidente de la Corte Suprema Roberts. Jueces de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Presidente Clinton, presidente Bush, presidente Obama, presidente Biden, vicepresidente Harris, y mis conciudadanos, la edad de oro de América comienza ahora mismo.
A partir de hoy, nuestro país florecerá y volverá a ser respetado en todo el mundo. Seremos la envidia de todas las naciones, y no permitiremos que se sigan aprovechando de nosotros. Durante todos y cada uno de los días de la Administración Trump, pondré sencillamente a Estados Unidos en primer lugar.
Se recuperará nuestra soberanía. Se restaurará nuestra seguridad. Se reequilibrará la balanza de la justicia. Se pondrá fin a la instrumentalización despiadada, violenta e injusta del Departamento de Justicia y de nuestro Gobierno. Y nuestra máxima prioridad será crear una nación orgullosa, próspera y libre.
Estados Unidos será pronto más grande, más fuerte y mucho más excepcional que nunca.
Vuelvo a la Presidencia confiado y optimista de que nos encontramos en el inicio de una nueva y emocionante era de éxito nacional. Una marea de cambio está barriendo el país, la luz del sol se derrama sobre el mundo entero, y Estados Unidos tiene la oportunidad de aprovechar esta oportunidad como nunca antes. Pero primero, debemos ser honestos sobre los retos a los que nos enfrentamos. Aunque son abundantes, serán aniquilados por este gran impulso que el mundo está presenciando ahora en los Estados Unidos de América.
Al reunirnos hoy, nuestro Gobierno se enfrenta a una crisis de confianza. Durante muchos años, una clase dirigente radical y corrupta ha extraído poder y riqueza de nuestros ciudadanos, mientras los pilares de nuestra sociedad yacían rotos y aparentemente en completo deterioro.
Ahora tenemos un Gobierno que no puede gestionar ni siquiera una simple crisis en casa, mientras que al mismo tiempo tropieza con un catálogo continuo de acontecimientos catastróficos en el extranjero. No protege a nuestros magníficos ciudadanos estadounidenses respetuosos de la ley, pero proporciona santuario y protección a criminales peligrosos, muchos de ellos procedentes de prisiones e instituciones psiquiátricas que han entrado ilegalmente en nuestro país desde todo el mundo.
Tenemos un Gobierno que ha dado financiación ilimitada a la defensa de las fronteras extranjeras, pero se niega a defender las fronteras estadounidenses o, lo que es más importante, a su propio pueblo.
Nuestro país ya no puede prestar servicios básicos en tiempos de emergencia, como ha demostrado recientemente el maravilloso pueblo de Carolina del Norte. Ha sido tratado muy mal. Y [como también demuestran] otros estados que todavía están sufriendo por un huracán que tuvo lugar hace muchos meses.
O, más recientemente, Los Ángeles, donde vemos cómo siguen ardiendo trágicamente los incendios. Desde hace semanas, sin ni siquiera una pizca de resistencia, están arrasando casas y comunidades, afectando incluso a algunas de las personas más ricas y poderosas de nuestro país, algunas de las cuales están sentadas aquí ahora mismo. Ya no tienen casa. Eso es notable.
Pero no podemos dejar que esto ocurra.
Todo el mundo parece incapaz de hacer algo al respecto. Eso va a cambiar. Tenemos una sanidad pública que no cumple en tiempos de catástrofe, y sin embargo se gasta en ella más dinero que en cualquier país del mundo. Y tenemos un sistema educativo que enseña a nuestros hijos a avergonzarse de sí mismos en muchos casos, a odiar a nuestro país a pesar del amor que tan desesperadamente intentamos proporcionarles.
Todo esto cambiará a partir de hoy, y cambiará muy rápidamente.
Mi reciente elección es un mandato para revertir completa y totalmente una horrible traición y todas estas muchas traiciones que han tenido lugar, y para devolver al pueblo su fe, su riqueza, su democracia y, de hecho, su libertad. A partir de este momento, el declive de América ha terminado.
Nuestras libertades y el glorioso destino de nuestra nación ya no serán negados. Y restauraremos inmediatamente la integridad, la competencia y la lealtad del Gobierno de América.
En los últimos ocho años he sido puesto a prueba y desafiado más que ningún otro presidente en nuestros 250 años de historia. Y he aprendido mucho por el camino. El viaje para recuperar nuestra República no ha sido fácil, eso puedo decírselo. Quienes desean detener nuestra causa han tratado de arrebatarme la libertad y, de hecho, de quitarme la vida.
Hace sólo unos meses, en aquel hermoso campo de Pensilvania, la bala de un asesino me atravesó la oreja. Pero sentí entonces, y creo aún más ahora, que mi vida fue salvada por una razón.
Fui salvado por Dios para hacer a América grande de nuevo.
Muchas gracias. Muchísimas gracias.
Por eso cada día, bajo nuestra Administración de patriotas americanos, trabajaremos para afrontar cada crisis con dignidad, poder y fuerza. Nos moveremos con propósito y velocidad para devolver la esperanza, la prosperidad, la seguridad y la paz a los ciudadanos de toda raza, religión, color y credo. Para los ciudadanos estadounidenses, el 20 de enero de 2025 es el Día de la Liberación.
Espero que nuestras recientes elecciones presidenciales sean recordadas como las elecciones más importantes y trascendentales de la historia de nuestro país.
Como demostró nuestra victoria, toda la nación se está unificando rápidamente detrás de nuestro programa, con un aumento espectacular del apoyo de prácticamente todos los elementos de nuestra sociedad: jóvenes y mayores, hombres y mujeres, afroamericanos, hispanoamericanos, asiático-estadounidenses, urbanos, suburbanos, rurales y, lo que es muy importante, tuvimos una poderosa victoria en los siete estados indecisos, y el voto popular lo ganamos por millones de personas.
A las comunidades negra e hispana, quiero darles las gracias por la tremenda efusión de amor y confianza que me han demostrado con su voto. Hemos batido récords y no lo olvidaré. He escuchado sus voces en la campaña y espero trabajar con ustedes en los próximos años.
Hoy es el Día de Martin Luther King y en su honor... eso es un gran honor... pero en su honor nos esforzaremos juntos para hacer realidad su sueño. Haremos realidad su sueño.
La unidad nacional está volviendo a Estados Unidos, y la confianza y el orgullo se están disparando como nunca antes. En todo lo que hagamos, mi Administración se inspirará en una firme búsqueda de la excelencia y el éxito implacable. No olvidaremos a nuestro país, no olvidaremos nuestra Constitución y no olvidaremos a nuestro Dios. No podemos hacerlo.
Hoy firmaré una serie de órdenes ejecutivas históricas. Con estas acciones comenzaremos la completa restauración de América y la revolución del sentido común.
Todo es cuestión de sentido común.
Primero, declararé una emergencia nacional en nuestra frontera sur. Se detendrá inmediatamente toda entrada ilegal y comenzaremos el proceso de devolver a millones y millones de extranjeros criminales a los lugares de donde vinieron.
Reinstauraremos mi política de Permanecer en México. Pondré fin a la práctica de captura y liberación. Y enviaré tropas a la frontera sur para repeler la desastrosa invasión de nuestro país.
Bajo las órdenes que firmaré hoy, también designaremos a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras.
E invocando la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, ordenaré a nuestro Gobierno que utilice todo el inmenso poder de las fuerzas del orden federales y estatales para eliminar la presencia de todas las redes criminales de bandas extranjeras, que traen una delincuencia devastadora al suelo estadounidense, incluidas nuestras ciudades y centros urbanos.
Como comandante en jefe no tengo mayor responsabilidad que defender a nuestro país de amenazas e invasiones, y eso es exactamente lo que voy a hacer. Lo haremos a un nivel que nadie ha visto antes.
A continuación, daré instrucciones a todos los miembros de mi gabinete para que utilicen los amplios poderes de que disponen para derrotar lo que fue una inflación récord y reducir rápidamente los costes y los precios.
La crisis inflacionista fue causada por un gasto excesivo y una escalada de los precios de la energía. Por eso hoy también declararé una emergencia energética nacional. Vamos a perforar y perforar ['drill baby drill'].
Estados Unidos volverá a ser una nación manufacturera, y tenemos algo que ninguna otra nación manufacturera tendrá jamás: la mayor cantidad de petróleo y gas de cualquier país de la Tierra, y vamos a usarlo. Vamos a utilizarlo.
Bajaremos los precios, volveremos a llenar nuestras reservas estratégicas hasta arriba y exportaremos energía estadounidense a todo el mundo.
Volveremos a ser una nación rica, y es ese oro líquido bajo nuestros pies el que nos ayudará a conseguirlo. Con mis acciones de hoy, pondremos fin al nuevo pacto verde ['Green New Deal'] y revocaremos el mandato de los vehículos eléctricos, salvando nuestra industria automovilística y cumpliendo mi sagrada promesa a nuestros grandes trabajadores automovilísticos estadounidenses.
En otras palabras, podrá comprar el coche que quiera.
Volveremos a fabricar automóviles en Estados Unidos a un ritmo que nadie habría soñado posible hace tan solo unos años. Y gracias a los trabajadores del automóvil de nuestra nación por su inspirador voto de confianza. Nos ha venido muy bien su voto.
Comenzaré inmediatamente la revisión de nuestro sistema comercial para proteger a los trabajadores y las familias estadounidenses.
En lugar de gravar a nuestros ciudadanos para enriquecer a otros países, arancelaremos y gravaremos a los países extranjeros para enriquecer a nuestros ciudadanos. Para ello, vamos a crear el Servicio de Impuestos Exteriores, que recaudará todos los aranceles, derechos e ingresos. Serán cantidades masivas de dinero que entrarán a nuestro tesoro, procedentes de fuentes extranjeras.
El sueño americano pronto estará de vuelta y prosperando como nunca antes. Para devolver la competencia y la eficacia a nuestro Gobierno federal, mi Administración creará el flamante Departamento de Eficiencia Gubernamental.
Tras años y años de esfuerzos federales ilegales e inconstitucionales para restringir la libertad de expresión, también firmaré una orden ejecutiva para poner fin inmediatamente a toda censura gubernamental y devolver la libertad de expresión a Estados Unidos.
Nunca más se utilizará el inmenso poder del Estado como arma para perseguir a los oponentes políticos, algo de lo que sé algo. No permitiremos que eso ocurra. No volverá a ocurrir.
Bajo mi liderazgo, restableceremos una justicia justa, equitativa e imparcial en el marco del Estado de derecho constitucional. Y vamos a devolver la ley y el orden a nuestras ciudades.
Esta semana también pondré fin a la política gubernamental de tratar de imponer socialmente la raza y el género en todos los aspectos de la vida pública y privada.
Forjaremos una sociedad que no discrimina por el color de piel y basada en el mérito. A partir de hoy, la política oficial del Gobierno de Estados Unidos será que sólo hay dos géneros, masculino y femenino.
Esta semana, reincorporaré a todos los miembros del servicio que fueron expulsados injustamente de nuestro ejército por oponerse al mandato de la vacuna covid, con el pago completo de sus salarios atrasados. Y firmaré una orden para impedir que nuestros guerreros sean sometidos a teorías políticas radicales y experimentos sociales mientras están de servicio. Esto terminará inmediatamente.
Nuestras Fuerzas Armadas serán libres para centrarse en su única misión: derrotar a los enemigos de Estados Unidos.
Como en 2017, volveremos a construir el ejército más fuerte que el mundo haya visto jamás. Mediremos nuestro éxito no solo por las batallas que ganemos, sino también por las guerras que terminemos y, quizá lo más importante, por las guerras en las que nunca nos metamos.
El legado del que me sentiré más orgulloso será el de un pacificador y unificador. Eso es lo que quiero ser, un pacificador y un unificador.
Me complace decir que desde ayer, un día antes de asumir el cargo, los rehenes de Oriente Medio vuelven a casa con sus familias. Gracias a todos.
América reclamará su legítimo lugar como la nación más grande, más poderosa y más respetada de la Tierra, inspirando el asombro y la admiración del mundo entero. Dentro de poco, cambiaremos el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América. Y devolveremos el nombre de un gran presidente, William McKinley, al monte McKinley, donde debe estar y donde pertenece.
El presidente McKinley hizo muy rico a nuestro país, gracias a los aranceles y al talento. Era un hombre de negocios nato y le dio a Teddy Roosevelt el dinero para muchas de las grandes cosas que hizo, incluyendo el Canal de Panamá, que tontamente se le ha dado al país de Panamá después de los Estados Unidos. Los Estados Unidos - quiero decir, piensen en esto - gastaron más dinero que nunca antes en un proyecto y perdieron 38.000 vidas en la construcción del Canal de Panamá.
Nos han tratado muy mal con este tonto regalo que nunca debió hacerse. Y se ha roto la promesa que Panamá nos hizo. El propósito de nuestro trato y el espíritu de nuestro tratado han sido totalmente violados.
Los barcos estadounidenses están siendo severamente sobregravados y no se les está tratando de manera justa. Y eso incluye a la Marina de los Estados Unidos. Y sobre todo, China está operando el Canal de Panamá, y nosotros no se lo dimos a China, se lo dimos a Panamá. Y lo recuperaremos.
Por encima de todo, mi mensaje de hoy a los estadounidenses es que ha llegado el momento de que volvamos a actuar con el valor, el vigor y la vitalidad de la mayor civilización de la historia. Así, al liberar a nuestra nación, la conduciremos a nuevas cotas de victoria y éxito. No nos amilanaremos.
Juntos pondremos fin a la epidemia de enfermedades crónicas y mantendremos a nuestros niños seguros, sanos y libres de enfermedades.
Estados Unidos volverá a considerarse una nación en crecimiento, que incrementa nuestra riqueza, expande nuestro territorio, construye nuestras ciudades, eleva nuestras expectativas y lleva nuestra bandera hacia nuevos y hermosos horizontes.
Y perseguiremos nuestro destino manifiesto hacia las estrellas, lanzando astronautas estadounidenses para plantar las barras y estrellas en el planeta Marte.
La ambición es la savia de una gran nación. Y ahora mismo, nuestra nación es más ambiciosa que ninguna otra. No hay nación como la nuestra. Los estadounidenses son exploradores, constructores, innovadores, emprendedores y pioneros. El espíritu de la frontera está inscrito en nuestros corazones.
La llamada de la próxima gran aventura resuena en nuestras almas. Nuestros antepasados estadounidenses convirtieron un pequeño grupo de colonias al borde de un vasto continente en una poderosa república integrada por los ciudadanos más extraordinarios de la Tierra. Nadie se les acerca.
Los estadounidenses recorrieron miles de kilómetros a través de una tierra agreste e indómita. Cruzaron desiertos, escalaron montañas, desafiaron peligros incalculables, ganaron el Salvaje Oeste, acabaron con la esclavitud, rescataron a millones de la tiranía, sacaron a miles de millones de la pobreza, aprovecharon la electricidad, dividieron el átomo, lanzaron a la humanidad a los cielos y pusieron el universo del conocimiento humano en la palma de la mano del hombre.
Si trabajamos juntos, no hay nada que no podamos hacer ni ningún sueño que no podamos alcanzar.
Muchos pensaban que era imposible que yo protagonizara un regreso político tan histórico. Pero como ven hoy, aquí estoy. El pueblo estadounidense ha hablado.
Me presento ante ustedes como prueba de que nunca deben creer que algo es imposible de hacer.
En Estados Unidos, lo imposible es lo que mejor sabemos hacer.
De Nueva York a Los Ángeles, de Filadelfia a Phoenix, de Chicago a Miami, de Houston a Washington D.C., nuestro país fue forjado y construido por generaciones de patriotas que dieron todo lo que tenían por nuestros derechos y nuestra libertad. Eran granjeros y soldados, vaqueros y obreros, trabajadores del acero y mineros del carbón, policías y pioneros que siguieron adelante, marcharon hacia delante y no dejaron que ningún obstáculo venciera su espíritu o su orgullo.
Juntos construyeron los ferrocarriles, levantaron los rascacielos, construyeron grandes autopistas, ganaron dos guerras mundiales, derrotaron al fascismo y al comunismo y triunfaron sobre todos y cada uno de los retos a los que se enfrentaron. Después de todo lo que hemos pasado juntos, estamos a punto de vivir los cuatro mejores años de la historia de Estados Unidos.
Con su ayuda, restauraremos la promesa estadounidense y reconstruiremos la nación que amamos. Y la amamos tanto.
Somos un pueblo, una familia y una gloriosa nación bajo Dios. Así que a todos los padres que sueñan con su hijo, y a todos los niños que sueñan con su futuro, estoy con ustedes, lucharé por ustedes y ganaré por ustedes. Vamos a ganar como nunca antes. Gracias, gracias. Gracias, gracias. Gracias, gracias. Gracias. Gracias.
En los últimos años, nuestra nación ha sufrido mucho. Pero vamos a recuperarla y hacerla grande de nuevo, más grande que nunca. Seremos una nación como ninguna otra, llena de compasión, coraje y excepcionalismo.
Nuestro poder detendrá todas las guerras y traerá un nuevo espíritu de unidad a un mundo enfadado, violento y totalmente impredecible.
Estados Unidos volverá a ser respetado y admirado, incluso por personas de religión, fe y buena voluntad.
Seremos prósperos, estaremos orgullosos, seremos fuertes y ganaremos como nunca antes. No nos conquistarán, no nos intimidarán, no nos doblegarán y no fracasaremos.
A partir de hoy, los Estados Unidos de América serán una nación libre, soberana e independiente.
Nos levantaremos con valentía, viviremos con orgullo, soñaremos con audacia y nada se interpondrá en nuestro camino porque somos estadounidenses.
El futuro es nuestro. Y nuestra edad de oro acaba de empezar. Gracias, que Dios bendiga a América, gracias a todos".