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En las trincheras: cómo políticos, ONG y funcionarios progresistas se alistan para hacer la guerra a Trump

La oposición al presidente electo se encuentra preparando guías, ultimando alianzas y convocando a la ciudadanía con los ojos puestos en la inauguración del 20 de enero. "Desde el primer día, estamos listos para luchar".

Manifestantes protestan contra el mitin de Donald Trump en el Madison Square Garden de Nueva York, Nueva York, el 27 de octubre de 2024.

Protesta anti TrumpGabriele Holtermann-Gorden/Cordon Press.

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El presidente Donald Trump ha comenzado a llenar de nombres el organigrama de su inminente Administración. Susie Wiles, Tom Homan, Stephen Miller… El objetivo, como adelantó su equipo durante la campaña, es estar listos para trabajar desde el día uno. Desde la izquierda no quieren quedar rezagados.

Tras el duro golpe de las elecciones, con un Partido Demócrata descabezado, dividido, sin rumbo claro, la idea de montar una resistencia está surgiendo como posible aglutinador de la oposición. La meta es minar el campo político, legislativo y judicial para que el Gobierno de Trump deba ganar cada metro. 

Para describir sus planes de acción, estos políticos, funcionarios y ONG recurren muchas veces a términos combativos, incluso bélicos. Juegos de guerra, un llamado al campo de batalla, luchar con todo lo que tenemos...  

California, ¿punta de lanza?

El primer llamado a las armas llegó desde California: "California está lista para luchar", sostuvo el gobernador Gavin Newsom al anunciar que había convocado a una sesión especial para "ayudar a reforzar nuestros recursos legales y proteger nuestro estado contra cualquier acción ilegal de la inminente Administración Trump". Aquello, tan solo dos días después de las elecciones.

"Newsom está ansioso por presentarse como el salvador que nadie está pidiendo", le espetaron desde el Partido Republicano de California (CAGOP) en un comunicado. Sus beligerantes palabras, aseguraron, demuestran lo desconectado que está de la política californiana. Su mira está puesta en la Casa Blanca.

También apuntaron contra el fiscal general demócrata Rob Bonta, "quien está enfocado en reemplazar a Newsom como gobernador". Bonta también dijo en una conferencia de prensa que su oficina había emprendido preparativos para "defender el Estado Dorado durante los próximos cuatro años y más allá". 

Pero California está lejos de ser el único estado que cava trincheras.

Gobernadores en pie de guerra 

En Washington, el gobernador electo, Bob Ferguson, anunció que su equipo venía estudiando hace meses las propuestas electorales de Trump. "Sabíamos de nuestra experiencia durante su primer mandato que teníamos que estar preparados por si era elegido", dijo el hasta ahora fiscal general del estado. Incluso, precisó, estaban repasando "línea a línea" el Proyecto 2025.

Palabras similares se oyeron desde Arizona, Minnesota, Illinois y Colorado. Los gobernadores de estos últimos, J.B. Pritzker y Jared Polis, incluso anunciaron una nueva coalición de semejantes para oponerse al próximo Ejecutivo: Governors Safeguarding Democracy (GSD).

Los gobernadores que se suscriban a la alianza (de momento, sólo ellos dos) designarán redes de asesores sénior que colaborarán entre ellas. En su web, la GSD asegura que se dedicará a tres tareas: diseñar estrategias para "proteger el derecho en los estados", "reforzar las instituciones estatales clave" y desarrollar guías para que otros gobernadores imiten.

Con mucho todavía por definir (como las fuentes de su financiamiento), al menos su objetivo queda claro: crear un frente común contra Trump.  

¿Resistencia interna?

Otro frente podría estar emergiendo dentro del Gobierno federal. Aunque como un rumor, difícil de magnificar. Se intuye apenas a partir de declaraciones trascendidas a la prensa sobre las entrañas de las agencias y los departamentos federales.

"Lo más probable es que socaven sus medidas y esperen a que deje de ocupar el cargo", dijo sobre Robert F Kennedy Jr el analista Raymond James, quien trabajó en Salud y Servicios Humanos durante Trump I. "Hay miles de maneras" de hacerlo, añadió en conversación con Axios. Aquello es, en gran medida, cierto: los cargos políticos elegidos por POTUS necesitan de funcionarios de carrera para implementar sus objetivos.

Tras conversar con decenas de empleados públicos y cargos políticos, Político aseveró que "un número de oficiales" estaban debatiéndose entre "irse del Gobierno y quedarse a defender la misión de las agencias en las que trabajan". Entre "luchar o huir", como lo llamó en el título de la pieza.

"Necesitas gente de carrera allí para asegurarte de que los maníacos a cargo no puedan atropellar las leyes federales y las costumbres del DOJ", dijo un abogado de aquel departamento en otro artículo del mismo medio. Coincidió Norm Eisen, crítico frecuente de Trump: "Deberían quedarse". Quedarse y resistir a sus nuevos jefes.

A esto mismo se refirió Mark Paoletta, abogado en el equipo de transición republicano para Justicia. Aunque destacó que "hay empleados de carrera magníficos en el Gobierno", durante el primer mandato de Trump hubo varios casos de oposición interna. Quienes no estén de acuerdo, sostuvo, "deberían irse o ser despedidos".

"El deber de un abogado es promover los objetivos de su cliente dentro de los límites de la ley, no sustituir sus puntos de vista por los del cliente", aseguró. Aunque pueden "sugerir vías alternativas de acción", una vez que el presidente da una orden, su trabajo es cumplirla.

"Según la Constitución, el pueblo confirió TODO el poder ejecutivo al PRESIDENTE, no a los abogados no elegidos que le asisten en el ejercicio de ese poder".

Instituciones activistas

"Desde el primer día, estamos listos para luchar". La organización progresista ACLU no se anda con rodeos: "Hemos sobrevivido 105 años y 19 presidentes. Trump tendrá que enfrentarse a nosotros".

Incluso antes del 5 de noviembre, ACLU empezó a prepararse para una posible victoria del republicano, quien, asegura, promueve una "visión distópica de la vida estadounidense que amenaza nuestras libertades fundamentales".

Durante su primer mandato, le gatillaron 434 desafíos legales. Para el segundo idearon una hoja de ruta: The Trump MEMOS. A lo largo de 130 páginas desgranan cómo será su respuesta en el Congreso, las cortes y la calle ante medidas migratorias, penales, sanitarias… 

Una de las ONG más litigiosas del país, asegura contar con más de 50 oficinas locales a lo largo del país. También dice tener más de 4 millones de integrantes. Todos tienen un rol en The Trump MEMOS.

Otra organización afilando armas es Democracy Forward. En la primera Administración Trump, presentó unos 100 desafíos legales. En su web ahora recibe al visitante con un mensaje de su presidente, Skye Perryman: "Cuando la Administración Trump-Vance infrinja la ley o viole la Constitución en detrimento de las personas y las comunidades, estamos preparados para llevarlos a los tribunales". 

Página web de Democracy Forwarddemocracyforward.org/VOZ.

"Sabíamos que Trump podía ganar y por eso hemos liderado un amplio movimiento para prepararnos para este momento", intentó aplacar a los suyos la presidenta del National Immigration Law Center, Kica Matos, el día siguiente a la victoria del republicano.

"Hay demasiado en juego durante las próximas semanas para sucumbir a la desesperación. En cambio, nos uniremos, levantaremos el coraje y la resiliencia de las comunidades de inmigrantes y lucharemos con todo lo que tenemos".

Black Lives Matter tampoco se anda con vueltas: "Esta es una llamada al campo de batalla". En un reciente correo a sus seguidores, BLM Grassroots asegura que aunque "la gran mayoría de los votantes blancos" devolvieron a Trump a la Casa Blanca, eso, además de un "retroceso", es un "toque de clarín".

"Debemos redoblar nuestro compromiso de con la vital labor de coordinar nuestros esfuerzos", asegura antes de afirmar que "nuestra lucha nunca ha dependido de quién ocupe la Casa Blanca".

"Rechazamos el fascismo y la supremacía blanca encarnados por Donald Trump y su futura Administración y reafirmamos nuestra promesa de movilizarnos y enfrentar toda política, práctica y estructura que perpetúe la injusticia racial y la violencia sancionada por el Estado".

Juegos de guerra

En mayo y junio, las organizaciones Democracy Futures Project y Brennan Center for Justice sometieron a 200 exfuncionarios, activistas y militares retirados a ejercicios de simulación de un segundo Gobierno de Trump.

La simulación empezaba con la juramentación del magnate. Los participantes se repartieron roles: miembros del equipo de gobierno, de la oposición, líderes activistas. Trump anunciaba medidas, ellos respondían desde sus personajes. 

Así lo relató Rosa Brooks, profesora de Georgetown, en The New Republic. Aquellos "juegos de guerra", así bautizados por ella misma, "no fueron nada tranquilizadores". 

A partir de estos ejercicios bélicos, Brooks recomienda una serie de tácticas: desaconseja la litigación mientras que promueve acciones del "ámbito de la política y la cultura"; desalienta las protestas masivas en calles y campus ("resultaron contraproducentes"); anima a "echar arena en los engranajes siempre que sea posible", por ejemplo con objeciones de funcionarios y militares en activo; llama a establecer un mando central y jerárquico que coordine la oposición.

En uno de sus consejos más sorprendentes, pide abandonar algunas banderas de izquierda en pos de una unidad más amplia: "La izquierda necesita aflojar con la cultura de la cancelación, las rígidas pruebas de pureza y las mezquinas políticas de identidad".

A los puestos de batalla...  

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