Kamala Harris llega a las urnas sin conceder una sola rueda de prensa
La vicepresidente no ha comparecido ante los periodistas en los 107 días que ha estado al frente de la campaña demócrata tras el golpe contra Joe Biden.
Kamala Harris ha mantenido hasta el final la estrategia del silencio en la medida de lo posible. Aunque al final de la campaña consintió en conceder entrevistas -tan sólo una en un medio hostil como Fox-, se ha negado a participar en ruedas de prensa para evitar la exposición a preguntas de periodistas sin filtrar durante 107 días, desde que anunció su candidatura en solitario la misma jornada del golpe a Joe Biden.
La realidad es que el no hablar fue lo que más rédito le reportó a la vicepresidente. Su momentum, llevada en volandas por unos medios izquierdistas que la presentaron como una semidiosa encarnada frente al decrépito y deprimente Biden, llegó precisamente cuando la candidata demócrata aún no había abierto la boca. Una postura que no pudo mantener porque incluso las plataformas afines comenzaban a criticar su mutismo.
Con el debate contra Trump en ABC como único éxito en sus apariciones televisivas -y eso porque los supuestos moderadores del evento eligieron ser hooligans demócratas y echarle un cable-, la candidata demócrata comenzó a abrir la mano y visitar medios amigos. Sin embargo, y a pesar de las ayudas recibidas, estas visitas comenzaron a mostrar una Kamala muy lejos del ideal que presentaban los periodistas afines y mucho más cerca a la vicepresidente peor valorada de la historia con números aún más flojos que los de Biden.
El hundimiento final de Kamala coincide con su mayor exposición mediática
De hecho, su única experiencia en campo contrario, en Fox, con Bret Baier, supuso un serio varapalo para la candidata. A pesar de que Baier no la presionó demasiado, Harris mostró su peor cara, con ensaladas de palabras, gestos malhumorados y gritos. Y eso de lo que se vio en cámara. Por detrás, su equipo hizo todo lo posible por boicotear la entrevista llegando tarde sobre la hora acordada y gesticulando para acortar la duración de la entrevista, también pactada.
El posterior carrusel de entrevistas de la vicepresidente tuvo como resultado un impresionante desplome en la intención de voto en las encuestas. De hecho, en los últimos 15 días dilapidó más de 1,5 puntos de ventaja, según los principales agregadores de noticias, y, de hecho llega a las elecciones en caída libre, mientras que Trump ha ido mejorando sus números significativa y llega a las urnas como favorito.