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Trump no le está cerrando la puerta a los hispanos

El presidente no rechaza a los migrantes, exige nuevas reglas para integrarlos a una economía que necesita manos, talento y visión de futuro.

Latinos por Trump/ Christopher Brown

Latinos por Trump/ Christopher BrownCordon Press

En un clima político cargado de retórica basada en el miedo y la confusión, es momento de ofrecer una perspectiva distinta.  ¿Y si, lejos de representar una amenaza, las políticas del presidente Trump ofrecieran una oportunidad para que los migrantes legales se integren de forma productiva a un nuevo capítulo en la historia económica de Estados Unidos?

Esta visión no es ideológica ni extrema; es práctica. América necesita manos, habilidades y personas dispuestas a contribuir con disciplina. La migración legal, basada en el mérito y en la participación económica, es el complemento ideal para una estrategia de renovación industrial. Cada vez más migrantes optan por capacitarse, emprender o integrarse a sectores que se están transformando con la reindustrialización, como la manufactura, la logística, la tecnología y la infraestructura.

En ese contexto, el propio Trump reconoció recientemente la importancia de los migrantes en sectores clave. En una reunión con su gabinete, afirmó que “hay que cuidar a los agricultores y a los hoteles porque necesitan a esa gente” y anunció que se ralentizará ciertas deportaciones en sectores con amplia mano de obra migrante, además aseguró que a trabajadores de la agricultura y la hotelería que se auto deporten les permitiría volver de manera legal. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, más de dos tercios de los trabajadores agrícolas en Estados Unidos son extranjeros, y al menos el 42 % son indocumentados. En la hotelería, la mano de obra hispana es igualmente predominante.

Este reconocimiento, aunque parcial, revela una verdad incuestionable: incluso dentro de un discurso de control migratorio, Trump comprende que la economía estadounidense necesita migrantes. Y no solo lo comprende; ha diseñado políticas económicas que, bien aplicadas, pueden favorecer a los trabajadores hispanos.

Durante su primer mandato, la desregulación de sectores productivos y los recortes tributarios dinamizaron el mercado laboral. Las cifras lo confirman: los ingresos familiares de los latinos aumentaron un 7,1 % y la pobreza en estos grupos se redujo al nivel más bajo registrado. Además, la tasa de desempleo hispana cayó a 3,9 % en 2019, la más baja de la que se tenga registro.

Hoy, al proponer una nueva fase de rebajas fiscales y simplificación normativa, especialmente para las pequeñas empresas, Trump plantea un entorno aún más favorable para el progreso económico de los migrantes. Y este impulso se refuerza con las medidas del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), liderado por Elon Musk, que busca reducir la carga administrativa para empleadores y trabajadores. Sus iniciativas apuntan a simplificar trámites, agilizar permisos y reducir costos de cumplimiento, lo cual favorece especialmente a emprendedores y empleados hispanos en sectores productivos.

Las comunidades hispanas han demostrado ser resilientes, trabajadoras y visionarias. Según la Stanford Latino Entrepreneurship Initiative, las empresas propiedad de hispanos están creciendo un 35 % más rápido que el promedio nacional. Actualmente existen más de cinco millones de negocios hispanos en Estados Unidos, que generan más de 800 mil millones de dólares al año. Estas empresas no solo impulsan la economía, también fortalecen comunidades, generan empleo y promueven la innovación local.

Más allá del emprendimiento, los oficios industriales y técnicos que se benefician de la estrategia arancelaria ofrecen oportunidades reales para los migrantes legales. Estos empleos, más estables y mejor remunerados que muchos del sector servicios, abren caminos concretos de movilidad económica para quienes están dispuestos a esforzarse e invertir en su futuro.

Por eso, es hora de que los migrantes lideren. En lugar de interpretar las políticas de Trump como un rechazo, debemos verlas como una base sobre la cual construir: una plataforma para el crecimiento interno, el comercio justo y una migración que fortalezca al país en lugar de debilitarlo.

Si los hispanos entendemos el momento, dejaremos de jugar a la defensiva y empezaremos a liderar. Aprovecharemos esta ventana histórica no solo para participar, sino para construir. Porque Trump no nos cierra las puertas. Nos abre las fábricas. Y hoy más que nunca, Estados Unidos necesita migrantes legales con coraje, esfuerzo y visión de futuro para aportar al desarrollo del país.

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