Guerra comercial y caos en la bolsa, ¿qué hay detrás de la “estrategia” de Trump?
Para algunos, el presidente simplemente utiliza las tarifas como herramienta para lograr objetivos políticos, otros creen que se trata de una nueva era de proteccionismo.

Donald Trump en la Casa Blanca/ Jim Watson
Este lunes el Nasdaq alcanzó su mayor caída en un día desde 2022, aumentando los temores de una posible recesión y las críticas a la estrategia arancelaria del presidente Donald Trump. El resultado de esta guerra de aranceles depende de muchos factores y, sobre todo, de cuál es el objetivo final del presidente.
Para algunos, Trump simplemente utiliza las tarifas como estrategia para lograr objetivos políticos, como disminuir el tráfico a través de la frontera y la inmigración ilegal. Otros creen que el objetivo es también económico y se trata de imponer aranceles recíprocos para proteger los productos americanos. Hay quienes creen que es la consecuencia de una visión proteccionista impulsada por ciertas personalidades de su grupo más cercano, que tienen los ojos puestos en el sector industrial y que cree que esa es la clave para la prosperidad de la clase media.
La realidad es que Trump parece tener todas esas intenciones al mismo tiempo. Unos días unas toman más preponderancia que otras, pero en general ha dado declaraciones apoyando todas esas ideas. Aún no sabemos qué tan lejos está dispuesto a llegar, pero lo que sí nos ha quedado claro, para bien o para mal, es que de un día para otro puede cambiar de opinión y retirar los aranceles que anunció con tanto entusiasmo solo horas atrás. Este martes, anunció que ya no se impondrá la segunda tanda de aranceles del 25 % que anunció ayer al acero y aluminio de Canadá.
La economía es una red de múltiples conexiones y mecanismos de transmisión en la que los resultados finales pueden variar ya que dependen de muchos factores. Es cierto que durante el primer periodo del presidente Trump, su política de aranceles no causó inflación, en el sentido estricto de un aumento generalizado y sostenido de los precios, y es que sus recortes de impuestos, la desregulación, y en general la seguridad y el buen ambiente para el empresario dieron a la economía un impulso positivo mucho más fuerte que los efectos negativos de los aranceles.
Pero que esto haya sucedido en la primera administración no es garantía de que suceda esta vez. Los ires y venires del presidente en cuanto a los aranceles son preocupantes ya que generan incertidumbre y eso se ve reflejado en la bolsa de valores. Lo que los inversionistas están viendo en este momento es, de manera clara, el perjuicio que trae esa política arancelaria, y de manera todavía muy difusa, los posibles beneficios que podrían venir del anunciado recorte de impuestos y desregulación, pero eso todavía no está seguro y no se saben las proporciones.
A pesar de que la agitada estrategia arancelaria del presidente causa incertidumbre, y eso es negativo, el lado positivo es que muestra que en cierta medida su estrategia fundamental, la base de su comportamiento, como buen empresario que ha sido toda la vida, es fluctuar dependiendo de los resultados que está viendo. Lo que nos da la esperanza a quienes defendemos el libre mercado como fuente fundamental de la prosperidad, de que si el presidente ve que sus aranceles en cierto sector están causando un daño evidente, echará para atrás.
La imposición de tarifas puede ser buena en cierta medida y dependiendo del contexto. ¿Es bueno presionar a un país para que rebaje los aranceles que ha puesto a Estados Unidos? Por supuesto que sí. Sería una medida pro mercado y una estrategia para beneficio de todos, pero si en el camino el resultado final es dos países con impuestos del 50 % y con un grave problema diplomático, el desenlace no es bueno.
Por ahora es muy pronto para saber cuál de las diferentes estrategias o corrientes del grupo más cercano al presidente va a prevalecer, si la más proteccionista, o aquella que ve los aranceles solo como una estrategia política, o cualquiera de las otras que están en medio del camino. Sin embargo, el compromiso del presidente con el recorte de impuestos y del gasto es un punto a favor, y su instinto básico de negociante, que puede cambiar la estrategia según el resultado, debe darnos esperanza de que esta situación puede resultar muy bien, y ojalá alejada del proteccionismo extremo.