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La última oportunidad para evitar la guerra en el Líbano

Como detalló Lazar Berman, en un artículo en el 'Times of Israel', "con sus ataques aéreos masivos a los misiles de Hezbolá, Netanyahu sigue intentando que el grupo terrorista detenga el fuego después de 11 meses. Si no lo hace, la guerra (es decir, la invasión terrestre) parece la única opción".

Imagen de Beirut tras un ataque de la aviación israelí contra líderes de Hezbolá el pasado día 21 de septiembre.

Imagen de Beirut tras un ataque de la aviación israelíCHINE NOUVELLE / SIPA / Cordon Press

Justo después de que Hamás perpetrara el pasado 7 de octubre uno de los pogromos más salvajes de la Historia, el grupo terrorista títere de Irán Hezbolá comenzó una campaña no provocada de bombardeos contra Israel a la que Jerusalén ha evitado responder con contundencia hasta hoy.

Pese a verse obligado por esos ataques a evacuar de manera indefinida a decenas de miles de israelíes del norte del país, el Gobierno de Netanyahu ha intentado por lo general limitar su respuesta a ataques localizados y de intensidad moderada en el sur del Líbano.

Esta política —motivada tanto por la necesidad de centrarse en las operaciones contra Hamás como por la de cumplir las exigencias de contención de Washington— le ha valido a Netanyahu los reproches de multitud de israelíes. No sin razón, los críticos del primer ministro en esta cuestión consideran inaceptable acostumbrarse al desplazamiento de una parte de su población por la acción terrorista sostenida de una milicia hostil.

Éxito israelí al desbaratar el sistema de comunicaciones de Hezbolá

En una operación preparada a conciencia durante años, Jerusalén logró desbaratar la semana pasada el sistema de comunicaciones de Hezbolá haciendo explotar los buscas con que los terroristas creían protegerse del espionaje israelí a sus teléfonos. Miles de portadores de integrantes de la milicia lo suficientemente importantes como para haber recibido uno de estos buscas resultaron heridos en las explosiones, entre ellos el embajador de Irán. Varias decenas murieron en las detonaciones, que volvieron a repetirse un día después en los walkie talkies que usaban los terroristas.

Sin descartar que se produjera algún daño colateral, es difícil imaginar una forma más limpia de matar al mismo tiempo a un número mayor de terroristas cuya identidad había sido confirmada previamente por sus propios jefes que les creyeron merecedores de recibir el busca. Y pese a ello, como ya estamos acostumbrados a ver, una gran parte de la comunidad internacional entre las que vuelven a destacar el secretario general de Naciones Unidas y el Gobierno de España condenó la acción israelí como un acto criminal y gratuito.

Críticas a Israel pese a eliminar a un terrorista por el que EEUU ofrece $7 millones

Pese a la humillación y el golpe sufridos con el ataque de los buscas, Hezbolá siguió bombardeando Israel, que —aprovechando seguramente el caos provocado por las explosiones en los bolsillos y las manos de miles de terroristas— eliminó al comandante de la unidad de Hezbolá, Ibrahim Akil, y a otros diez terroristas en un ataque de precisión contra el edificio del sur de Beirut en el que se encontraban.

El Departamento de Estado de EEUU sigue ofreciendo 7 millones de dólares por información que lleve a la captura del ya difunto terrorista Akil, a quien describe como un actor clave en los atentados de abril y octubre de 1983 contra la embajada de EEUU y contra el cuartel de los marines estadounidenses y franceses en Irak, en el que murieron 241 militares estadounidenses y 58 soldados franceses.

Ni siquiera este detalle biográfico del jerarca terrorista eliminado ha llevado a las administraciones de Washington y París a dar las gracias a los israelíes. Por el contrario, tanto EEUU como Francia siguen reprochando a Israel que tome medidas contra los ataques constantes e indiscriminados de Hezbolá contra su territorio y le exigen que siga aguantando, quizá con la esperanza de que los terroristas se cansen.

La última fase de esta escalada la vemos desde hace unos días con la continuación del fuego de Hezbolá y los bombardeos más intensos que lanza Israel desde el 7 de octubre.

Los ataques de Hezbolá sólo son menos mortíferos porque Israel no usa escudos humanos

La campaña israelí ha provocado ya el desplazamiento de multitud de libaneses y la muerte de centenares de personas, entre terroristas y civiles. Ha de servir para que queden destruidas las infraestructuras desde las que Hezbolá sigue atacando Israel con cohetes que sólo son menos letales que los israelíes porque, a diferencia de la milicia chií, Israel no utiliza a los civiles como escudos humanos y tiene entre sus prioridades protegerlos.

En un titular reciente y absolutamente alucinante, el diario español El País interpretaba de esta forma la situación: "Israel empuja a Hezbolá a una guerra que la milicia evita desde hace meses". Casi al mismo tiempo, el Times of Israel daba en el clavo con este otro: "Israel sigue intensificando la escalada con la esperanza de que Nasrala (el líder de Hezbolá) desista".

“Con sus ataques aéreos masivos a los misiles de Hezbolá, Netanyahu sigue intentando que el grupo terrorista detenga el fuego después de 11 meses. Si no lo hace, la guerra (es decir, la invasión terrestre) parece la única opción”, dice el subtítulo del texto firmado por Lazar Berman en el Times of Israel.

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