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La conquista ucraniana de Kursk

Ucrania tiene bajo su control en estos momentos un millar de kilómetros cuadrados y más de setenta localidades.

Cartel de carretera que conduce a Kursk, RusiaRoman Pilipey / AFP

Hace aproximadamente una semana, el Ejército ucraniano lanzó una operación militar transfronteriza en la región rusa de Kursk. Rusia no ha podido de momento repelerla.

Según algunas informaciones, las fuerzas de Kiev siguen ganando terreno en ese óblast, sin cometer las atrocidades que han caracterizado a todas las conquistas rusas al otro lado de la frontera y ante la indiferencia generalizada que ya mostró la población rusa durante el levantamiento de Prigozhin.

La apatía que esta sociedad está demostrando ante una guerra tan criminal para Rusia como para Ucrania, si dejamos de lado la cuestión de la responsabilidad moral y contamos los muertos, parece ser prueba de la tendencia rusa hacia la irresponsabilidad y el borreguismo en la que tanto insisten los ucranianos.

Tras varios días de silencio, el presidente Zelenski ha informado de lo que ocurre en Kursk. Ucrania tiene bajo su control en estos momentos un millar de kilómetros cuadrados y más de setenta localidades.

Más allá de la influencia que la operación tenga en el curso general de la guerra, la toma ucraniana de parte de Kursk vuelve a demostrar la competencia, la audacia y la determinación de los ucranianos. Con una Rusia muy superior en tropas de ataque en casi todo el frente, la única opción obvia para Ucrania era seguir resistiendo y rezar para que se agoten los recursos del enemigo debilitándolo todo lo posible con operaciones específicas de guerra asimétrica.

Abriendo un nuevo frente dentro de Rusia, Kiev recupera la iniciativa que le viene negando desde el principio la pusilanimidad desesperante de Occidente. Rusia ya ha tenido que destinar a la defensa del óblast a tropas que empleaba para ganar territorio en Ucrania. Se ha hablado además de posibles operaciones similares de Ucrania en otros óblasts fronterizos como Bélgorod, y la posibilidad obliga a Putin a asignar más recursos a la defensa de la frontera.

El revés para Rusia de Kursk podría tener suficiente entidad para decantar el conflicto, o podría no serlo. Si nada cambia en el frente (y el Ejército ucraniano consigue mantener o incrementar el pedazo de territorio que tiene bajo su control en Rusia), Kiev avanzará hacia las inevitables negociaciones con algo que ofrecer al Kremlin a cambio de recuperar una parte de la Ucrania ocupada por Rusia.

El gran obstáculo para empezar a hablar era hasta ahora que Rusia no tiene ningún aliciente para ceder, y la actual Casa Blanca es incapaz de formular amenazas creíbles que empujen a las concesiones al enemigo.

Por pequeño que sea, un canje de territorios entre ambos bandos mejora la posición de Ucrania en el cuadro que se pinte de la paz. La operación de Kursk también envía un mensaje del que el Kremlin tomará nota en el futuro: toda agresión contra Ucrania llevará la guerra también a Rusia, como lo ilustra la siguiente anécdota.

Una empresa extranjera de servicios trabajaba antes de la guerra desde uno de los territorios del sur de Rusia que ahora están ocupados. Todos los empleados ucranianos se fueron a la Ucrania controlada por Kiev o a países de Europa. Con excepción de uno, que se marchó a Kursk.

En el chat de la compañía, los empleados han de informar de las pausas que hacen para comer, por indisposición o por cualquier otra causa. Los empleados que se han quedado en Ucrania también escribían a veces ‘relocation’, el término elegido para designar los desplazamientos, en caso de alerta de bombardeos, a un refugio antiaéreo. Por primera vez desde el comienzo de la invasión, el empleado refugiado en Kursk fue el qué escribió ‘relocation', lo que provocó una reacción casi eufórica en sus compañeros de Ucrania. También con estas pequeñas victorias se ganan las guerras.

Un último apunte sobre lo de Kursk. Es, como decía antes, una demostración más de carácter de Ucrania, a quien por muchas razones nos conviene tener en nuestro equipo a los conservadores que creemos en un mundo libre vibrante, orgulloso y fuerte.

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