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Ahora sí, Israel actúa pensando en el largo plazo

Las eliminaciones, reconocidas o no por Israel, de líderes terroristas, y la continuación de la contraofensiva en Gaza demuestran que esta vez el Estado judío está realmente dispuesto a pagar el precio para llevar calma a la región, más allá de las hipócritas voces que le piden detener o reducir las ofensivas.

Fuerzas israelíes en la Franja de GazaFDI / AFP

Con la eliminación de Ismail Haniya, jefe del buró político de Hamás, en una probable operación israelí, sumada a los recientes asesinatos selectivos, reconocidos por Israel, de Mohammed Deif, líder militar del grupo islamista en Gaza, y de Fuad Shukr, número dos de Hezbolá, entre otros, el Estado judío está demostrando que ningún terrorista está a salvo, desde el más irrelevante hasta el máximo líder, sin importar en qué parte del mundo se encuentre. Ese parece ser el mensaje que está dando Israel a sus enemigos.

Además, todo parece indicar que la guerra en Gaza va a continuar hasta que Hamás libere a los rehenes y el grupo terrorista palestino deje el poder para dar lugar a una agrupación que reconozca a Israel como un Estado judío y democrático y abandone la violencia contra los israelíes.

La masacre del 7 de Octubre ha sido un punto de inflexión. Israel ya no piensa en el corto o mediano plazo, sino en el largo. Sabe que el precio a pagar será caro pero momentáneo y para alcanzar la calma en la región es necesario obtener una victoria contundente en todos los frentes. 

Tal como suele expresar el activista árabe-israelí Yoseph Haddad, “Israel tiene que hablar en árabe”, ergo, el Estado judío debe aplastar a sus enemigos de la región, sin miramientos, ya que sus vecinos sólo entienden un idioma: la fuerza. 

Es necesario señalar que la paz alcanzada por Israel con Egipto en 1979 y con Jordania en 1994 no estuvo relacionada con un repentino sentimiento pacifista de los líderes árabes, sino con las victorias israelíes en las guerras que hubo antes de los acuerdos.

Israel pagó un alto precio en los conflictos armados en los que se vio envuelto en reiteradas ocasiones debido a que sus vecinos buscaban borrarlo del mapa, pero sus enemigos pagaron un precio aún mayor, especialmente en la Guerra de los Seis Días, en 1967. Y fue por este motivo que la paz llegó. 

La situación con sus vecinos incluso había dado otro salto positivo a principios de esta década, cuando Israel alcanzó acuerdos de paz con Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Marruecos y Sudán, y todo parecía indicar que, antes del 7 de Octubre, el Estado judío estaba por firmar un pacto similar con Arabia Saudita, el principal rival de Irán en la región, lo que seguramente hubiera derivado en que otros países árabes y/o musulmanes se unieran al camino de la paz con Israel.

Meses antes de la masacre del 7 de Octubre, cuando Israel sufría una ola de terrorismo que incluía atentados terroristas palestinos y ataques con cohetes desde Gaza, Líbano y Siria, Haddad advirtió, en un artículo publicado en el medio israelí Mida, que la división de los israelíes debido a las luchas internas en torno a la reforma judicial propuesta por el Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu estaba llevando a que el Estado judío perdiera su “capacidad de disuasión”

“Es hora de recalcular la ruta y permitir que las FDI hablen en árabe”, expresó Haddad. Y añadió: “La política de contención sólo pospone el final, y cuando llegue el momento de pagar, el precio será más alto. En Medio Oriente, toda contención se percibe como rendición y debilidad”.

Haddad, que fue herido gravemente mientras combatía a Hezbolá en la Segunda Guerra del Líbano en 2006, se refirió en su escrito a las contraofensivas limitadas de Israel que buscaban no escalar el conflicto en ningún frente, por lo que, cual pitonisa, pareció predecir lo que llegaría después: la masacre del 7 de Octubre, la cual derivó en lo que considera “la Segunda Guerra de la Independencia de Israel”, tal como declaró en una entrevista con VOZ días después del ataque terrorista. 

Israel no sólo está librando una guerra contra Hamás y otros grupos terroristas en Gaza, también lo está haciendo en el norte contra el grupo libanés Hezbolá, y en menor medida contra extremistas en Siria y Yemen, e indirectamente contra Irán. Se trata de una situación inaceptable que una gran parte del mundo parece no dimensionar correctamente o incluso la justifica.

Sin embargo, esta vez, las autoridades israelíes parecen estar presentando atención a lo que ha estado planteando Haddad: pensar en el largo plazo, más allá de los hipócritas repudios de gran parte del mundo y de las amenazas de los grupos y gobiernos racistas y terroristas que buscan borrar del mapa al Estado judío.

Las contraofensivas limitadas otorgaban calma en el corto plazo y garantizaban que no hubiera por un tiempo determinado una guerra a gran escala, pero de esta manera los grupos terroristas en Gaza, la Ribera Occidental, Líbano y Siria podían usar ese tiempo de relativa tranquilidad para rearmarse, mejorar su infraestructura y planificar ataques cada vez más fuertes contra Israel

La pregunta es difícil pero necesaria: ¿hubiera sucedido la masacre del 7 de Octubre si las FDI hubieran pensado en el largo plazo con anterioridad, atacando a sus enemigos de la manera que lo están haciendo hoy?

Las amenazas de Hamás y otros grupos terroristas palestinos, Hezbolá, Irán, etc, deben tomarse en serio, claro, pero hay que tener en cuenta que ninguno de sus líderes se siente seguro actualmente; ni en Siria, ni en Líbano, ni en Qatar, ni en Irán, sin importar cuán importante sea su figura. El brazo de Israel ha demostrado que puede llegar a ellos, que no están dispuestos a perder el poder y mucho menos la vida. Su orgullo los llevará a perpetrar algún ataque, claro, como lo hizo Irán tras la ofensiva atribuida a Israel en Siria, en la que murió un alto comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán, entre otros miembros de esa fuerza, pero nada que pueda provocar una guerra total.

Israel está llevando a cabo una guerra en varios frentes que no se limita a sus fronteras, sin importar con quién se entromete, preocupándose menos por el precio a pagar en el corto plazo y por las hipócritas voces de la comunidad internacional. Esto hace que su capacidad de disuasión se fortalezca, lo cual es fundamental para un país rodeado de enemigos armados hasta los dientes y que cuentan con el apoyo de Irán y Qatar, y algo más solapado de grandes potencias como China y Rusia.

El cortoplacismo es cómodo por breves períodos de tiempo, pero las decisiones inteligentes, en todos los ámbitos, deben tomarse teniendo en cuenta el largo plazo, más cuando tu mera existencia depende de tales decisiones. Las voces que piden un "alto el fuego” o “moderación” a Israel no lo entienden, en el mejor de los casos.

El periodista Brendan O’Neill señaló en Spiked que para muchos medios y organizaciones “los ataques a Israel por parte de Hezbolá, Hamás y los hutíes se consideran malos, claro, pero es la respuesta de Israel la que realmente se teme, la que se ve como potencialmente apocalíptica”. 

O’Neill agregó que “incluso después del pogromo de Hamás del 7 de Octubre, en el cual masacraron a más judíos en un solo día que cualquier otro desde los nazis, los progresistas perdieron más sueño por la promesa de Israel de una ‘venganza poderosa’ que por el terror fascista de Hamás”. Y remarcó que situaciones similares se dieron tras las respuestas israelíes contra los hutíes y Hezbolá. 

El mensaje de O’Neill es claro: Israel debe seguir haciendo caso omiso a las condenas mundiales, ya que a ninguna otra nación cuyos niños fueran masacrados por los cohetes de un ejército hostil se le exigiría lo que se le exige al Estado judío.

Israel entendió que la “escalada” que le piden a gritos que detenga es la que necesita el mismo Israel y el mundo libre, pero tal como concluyó O’Neill, las gafas identitarias a través de las cuales Occidente mira a Medio Oriente "lo han cegado ante la verdad y la moralidad".

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