Milei está loco… ¡Menos mal!
En un país como Argentina, donde la ‘normalidad’ solía estar relacionada con la corrupción, la mentira, la violencia y la falta de oportunidades, es fundamental que gobierne alguien que se desvíe de la norma.
El presidente argentino Javier Milei suele ser blanco de duras críticas por parte de sus detractores, siendo los más virulentos aquellos que pertenecen a la extrema izquierda y el peronismo, especialmente de tendencia kirchnerista, la corriente que ha gobernado 16 de los 20 años anteriores a que el economista libertario asumiera la presidencia en diciembre de 2023 y que han generado la grave crisis económica que hoy sufren los argentinos.
En reiteradas ocasiones, las críticas apuntan contra la “locura” del presidente. Lo califican de “psiquiátrico”, “psicópata”, “demente”, etc. De hecho, recientemente, durante el debate que culminó con la aprobación de la llamada Ley Bases del presidente argentino, cuyo objetivo es llevar a cabo una reforma del Estado, una senadora kirchnerista calificó a Milei de “enfermo mental”, sugiriendo que no es apto para dirigir el país. Los kirchneristas sí son aptos, claro, pero aparentemente 16 años no han sido suficientes para demostrarlo. En fin.
Las críticas contra Milei no sólo están basadas en este tipo de falacias ad hominem de alto nivel intelectual, sino también en su vida personal, señalando que mantiene una relación incestuosa con su hermana, que ocupa el cargo de secretaria general de la Presidencia, y que mantiene un vínculo extraño con sus perros; una cuestión absolutamente privada y menor para el funcionamiento del país, pero por la cual el vocero presidencial es consultado una y otra vez por parte de periodistas opositores.
Para ser justos, es necesario aclarar que no sólo lanzan este tipo de críticas constructivas, también apuntan contra las políticas del Gobierno para reducir las enormes regulaciones estatales, advirtiendo que “la Patria está en peligro” y cantando que “la Patria no se vende”.
¿Y qué decir de los desmanes causados con las piedras y bombas incendiarias lanzadas contra las fuerzas de seguridad, los vehículos prendidos fuego y la destrucción de propiedad estatal y privada en las calles cuando se votaba la Ley Bases en el Senado? Argumentos por demás convincentes.
Lo cierto es que la oposición está desesperada. Tanto a la izquierda como a los kirchneristas se les comienzan a terminar los negocios que solían hacer usando a los pobres como rehenes. Ese es el principal motivo por el cual reclaman un Estado fuerte y presente. El problema para ellos es que ahora una gran parte de la sociedad argentina se ha dado cuenta del engaño, y es por eso que tienen este tipo de reacciones desesperadas.
Sin embargo, es necesario reconocer que tienen razón: Milei, efectivamente, está absolutamente loco… ¡Menos mal!
Sólo un loco pudo creer que un liberal libertario podía llegar a ser presidente en un país como Argentina, y por si eso fuera poco, diciendo que llevaría a cabo un fuerte ajuste que sería muy duro, aunque necesario, para la ya golpeada sociedad del país sudamericano.
Sólo un lunático pudo confiar en que iba a poder gobernar un partido con una pequeña minoría en ambas cámaras y sin gobernadores ni alcaldes en todo el país.
Sólo un desquiciado está dispuesto a enfrentar a una amplia alianza de mafias de izquierda y peronistas, compuestas principalmente por los sindicatos, las mal llamadas organizaciones sociales y legisladores, dispuestos a hacer lo que sea con tal de derrocarlo.
Sólo una persona que no está en sus cabales puede ponerse del lado correcto del mundo, aliándose a Estados Unidos, Israel y Occidente en general, en un país acostumbrado a hacer amistades con los enemigos del mundo libre. Esto, desde ya, representa un peligro incluso para la integridad física del propio Milei, especialmente a la luz de lo ocurrido con el fiscal Alberto Nisman, quien fue asesinado en 2015 luego de acusar a Irán de cometer el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina en 1994 en Buenos Aires y de haber denunciado a la entonces presidente Cristina Fernández de haber intentado encubrir a los iraníes.
En conclusión, el hecho de que Milei esté totalmente trastornado es positivo, ya que en un país como Argentina, donde la normalidad solía estar relacionada con la corrupción, la mentira, la violencia, la falta de oportunidades provocada por un Estado elefantiásico y la cultura de la holgazanería promovida por los poderosos para generar un pueblo pobre y dependiente, es fundamental que, más allá de sus aciertos y errores, gobierne alguien que se desvíe de la norma.