La "compleja, sutil y violenta" persecución de las cristianas

Un informe de la organización Puertas Abiertas describe la dramática situación de las mujeres que profesan el cristianismo.

"Prepárate, mañana te casarás con el sobrino de tu madrastra. Yo no te eduqué bien, quizás él lo haga". Sara (15 años) había pasado los últimos 10 días encerrada en su habitación, sin comer. Con esas palabras, su padre, musulmán, le informó de la sentencia por su transgresión: defender el cristianismo en la mesa familiar.

La joven de Bagdad, Irak, había empezado a leer la Biblia -su padre le había dicho que no eran más que relatos inventados- y repetir rezos, para recordarlos. La fe predominante en su barrio, el cristianismo, le había llamado la atención. Su familia no reaccionó como esperaba: "Me sentí muy asustada y conmocionada, ya que mi padre siempre ha sido amable conmigo".

Tras escapar -todavía no está segura de cómo-, Sara comenzó a asistir a un centro de Puertas Abiertas, una organización que vela por la seguridad de los cristianos en más de 70 países. Esta semana, el grupo publicó un documento sobre la violencia que sufren las mujeres cristianas por ser, justamente, mujeres y cristianas.

"Para las mujeres y niñas, la persecución es compleja, sutil y violenta", advierte el Informe de persecución por razón de sexo, que también añade que la vulnerabilidad doble de las cristianas -por mujeres y adoradoras de Jesús- se combina, muchas veces, con otros padecimientos como la pobreza o el desplazamiento forzoso. Circunstancias, por tanto, que conjugan un cóctel tóxico de "condiciones de inseguridad extrema" para aquellas mujeres que profesan la fe cristiana.

Mientras periódicos, activistas y autoridades ponen foco en el Día de la Mujer este 8 de marzo, en las sombras, fuera de titulares y actos públicos, quedan estas mujeres que integran la perseguida comunidad cristiana, que el año pasado superó los 365 millones de creyentes que sufrieron "altos niveles de persecución y discriminación por su fe", de acuerdo a otro estudio de la organización.

Violación sexual, matrimonio forzado, secuestro...

"El sexo de una persona puede definir su experiencia con la persecución". Teniendo esto en cuenta, el estudio asegura que las mujeres y niñas cristianas son especialmente "vulnerables a la violencia sexual", mientras que los hombres y los niños "enfrentan un mayor riesgo de violencia física". Ambas formas de violencia suelen ir de la mano, como ilustra un caso ocurrido en el sur de la India, descrito en el informe:

 Un estremecedor ejemplo de esto es la historia de dos mujeres cristianas pertenecientes a la población kuki de Manipur que fueron atacadas sexualmente mientras el padre y hermano de una de las víctimas era golpeado hasta la muerte.

"Los familiares ejercen todo tipo de violencia y presiones para que el cristiano desista y vuelva a la religión de la familia", explica un experto citado por Puertas Abiertas sobre la situación en Marruecos, país en el Norte de África. "Las mujeres son mucho más vulnerables", añade, a esta presión.

Aquella es, según el informe, la forma de hostigamiento más frecuente, presente desde Corea del Norte hasta México, pasando por Nicaragua, Níger, Colombia, Omán y los otros 44 países en en la Lista Mundial de la Persecución 2024, que enumera los casos más graves de persecución anticristiana.

Más allá de esa especie ubicua de persecución, las cinco formas de violencia más habituales son el matrimonio forzado, el secuestro, la violencia sexual, la física y la psicológica; todas con el objetivo de mancillar o directamente destruir la "supuesta honra sexual y familiar" -los hombres, por su parte, se vuelven objetivo a ojo de sus perseguidores por "su supuesta fuerza como líderes y proveedores financieros"-.

Sobre el matrimonio forzado, Puertas Abiertas asegura que "es una forma de explotación y control, y en muchos casos este riesgo está enraizado con la violencia sexual". También destaca que en el último registro aumentó un 84%. Muchas veces, el objetivo de esta "práctica preocupantemente común" es obligar a la conversión:

En algunas zonas de República Democrática del Congo (RDC), Malí, Kirguistán y Mozambique, el secuestro nupcial por motivos religiosos constituye un riesgo. Las mujeres y niñas cristianas pueden ser secuestradas para ser casadas a la fuerza con soldados y otros no cristianos, frecuentemente con hombres musulmanes.

En toda la región de Oriente Medio y Norte de África (OMNA), las mujeres y niñas que se han convertido de otra religión, como el islam, corren el riesgo de ser obligadas a casarse con un hombre no cristiano que tenga cierta autoridad religiosa o que esté comprometido con la fe, con la esperanza de que su influencia en ellas consiga que se retracten. Las jóvenes pueden ser obligadas a casarse con hombres mucho mayores que ellas.

Violencia sexual, estrategia de guerra

Las cristianas de todas las edades son "blancos fáciles" para los agresores sexuales en contextos de violencia generalizada, como guerras o desplazamientos forzados, o impunidad, en casos como el de Pakistán (número 7 en la Lista Mundial de la Persecución 2024) donde la falta de legislación facilita los matrimonios precoces de niñas pertenecientes a minorías como la cristiana. Estas incluyen la violación, la esterilización forzada, el aborto forzado, el embarazo forzado, la prostitución, la esclavitud y el matrimonio forzado.

Cabe destacar que muchos de los escenarios donde prolifera el acoso a las mujeres cristianas se ubican dentro de las puertas del hogar familiar. Son "sutiles", en palabras de la ONG. Un testigo de la situación de Bangladesh (número 26 en la Lista Mundial de la Persecución 2024) asegura:

Tanto los hombres como las mujeres sufren violencia, pero el rasgo distintivo es que los hombres suelen ser objeto de actos visibles, a menudo en público, de persecución religiosa, mientras que las mujeres suelen sufrir persecuciones invisibles que a menudo tienen que ver con la vergüenza y la sexualidad.

La "naturaleza oculta" de este tipo de ataques y la estigmatización de la violencia sexual resultan en una "invisibilidad que dificulta la recopilación de datos", según el estudio. Los ataques en ámbitos domésticos, por ejemplo, no suelen "denunciarse por miedo a deshonrar a la familia u otras represalias".

Sin embargo, los abusos sexuales no se limitan al ámbito doméstico. En contextos conflictivos, como enfrentamientos armados, la violencia sexual puede usarse como una herramienta:

La violencia sexual se utiliza a menudo como arma de guerra para sembrar el terror, cambiar el equilibrio étnico en zonas de disputa, forzar el desplazamiento de la población, o proporcionar una "recompensa" a los soldados.

A su vez, las contiendas aumentan la violencia sexual dentro de los hogares:

La violencia de la pareja sigue siendo la forma más común de violencia sexual, tanto dentro como fuera de las comunidades afectadas por conflictos. Por citar un caso, las investigaciones han revelado que durante la guerra civil yemení los patrones de violencia doméstica, entre los que destaca la violencia sexual, han aumentado.

Captura de pantalla del Informe de Persecución por Razón de Sexo 2024 de la organización Puertas Abiertas.

Captura de pantalla del Informe de Persecución por Razón de Sexo 2024 de la organización Puertas Abiertas.
(Puertas Abiertas)

¿Hay esperanza?

Los expertos de Puertas Abiertas también aseguran que las condiciones de persecución extrema se producen cuando algún incidente agrava condiciones de vulnerabilidades precedentes. En otras palabras: "Se puede predecir cómo una sociedad tratará a sus miembros más vulnerables en tiempos de inseguridad si se observa cómo los trata bajo condiciones más estables". Entiéndase: para atajar futuros focos de persecución a las cristianas, se debe poner el ojo en sociedades donde las mujeres son infravaloradas y se encuentran desprotegidas, y donde el cristianismo es una minoría maltratada.

Poniendo atención incluso a casos donde el ataque a estas últimas sirve como refuerzo o cohesión de los valores mayoritarios:

Por ejemplo, en Níger, las mujeres cristianas son vulnerables al acoso sexual porque no cumplen los códigos de vestimenta islámicos.

Desde la organización también insisten en que las mujeres y los pastores deben ganar protagonismo en la búsqueda de soluciones, y en este sentido destacan:

Los agentes religiosos locales pueden estar en una posición única para comprender y responder a las necesidades de sus comunidades, incluidas sus necesidades espirituales. Se les conoce y se confía en ellos, y a menudo ya están arraigados en la comunidad

"El cambio es posible y, de hecho, ya está en marcha", afirman. "Esto es un estímulo y una invitación a participar".