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La fiscal Bondi da un paso en falso al entregar carpetas sobre Epstein a influencers y provoca molestias en la Casa Blanca

Los altos funcionarios de la Administración Trump no estaban enterados de la decisión de la fiscal general de entregar archivos sobre el caso Epstein.

Pam Bondi en una imagen de archivo

Pam Bondi en una imagen de archivoAFP

Emmanuel Alejandro Rondón

La semana pasada, cuando varios influencers conservadores salieron de la Casa Blanca con carpetas relacionadas al caso de Jeffrey Epstein, el público especuló con que se aproximaba una nueva ola información desclasificada sobre el pederasta más infame de la era moderna. Sin embargo, el resultado final fue absolutamente decepcionante, especialmente para los seguidores del presidente Donald Trump, quienes criticaron la escasa información que salieron de esos archivos.

Sin embargo, sorprendentemente, la decisión de liberar esas carpetas no fue decisión de la Casa Blanca, mucho menos de Trump, sino de una funcionaria en particular: la fiscal general Pam Bondi, quien quiso sorprender al ala oeste con las carpetas, probablemente pensando que serían un éxito mediático y un nuevo logro de la Administración Trump de cara a su base.

No obstante, Bondi enseguida se dio cuenta que la decisión no fue la mejor. En primer lugar, la prensa, tanto tradicional como independiente, rápidamente detectó que la información recibida por los influencers -entre los que destacaron Liz Wheeler, Rogan O'Handley y Chaya Raichik, la creadora de Libs of TikTok- ya había sido previamente revelada durante los litigios civiles o penales relacionados con Epstein y su socia Ghislaine Maxwell. El público no tardó en deducir lo propio al revisar los archivos de forma independiente.

Según un reporte de ABC News, el movimiento de Bondi tomó de imprevisto tanto a los funcionarios de la Casa Blanca como a los influencers, que tenían programada una reunión con el vicepresidente JD Vance y la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, en el marco de un evento organizado para los activistas que el presidente Trump consideró esenciales durante la campaña electoral.

Según el reporte, desde que se entregaron las carpetas, la Casa Blanca tuvo que hacer un trabajo rápido en silencio para intentar controlar las repercusiones, contactando de forma privada a los influencers que fueron críticos con la fiscal Bondi y la repartición de carpetas.

Ese mismo día, algunos reporteros independientes conservadores ya habían revelado, citando fuentes internas, que Bondi había actuado por su cuenta, intentando sorprender a la Casa Blanca.

No obstante, solo generó molestia y confusión entre los altos funcionarios, incluyendo los más cercanos al presidente Trump.

En un intento por controlar las repercusiones, Bondi también movió ficha, acusando a la Oficina del FBI de Nueva York de retener unilateralmente miles de documentos relacionados al caso Epstein que ya había previamente solicitado, según una misiva pública enviada al director del FBI, Kash Patel, quien había acompañado a la fiscal general a entregar las carpetas sobre Epstein.

En esa misiva, Bondi pidió a Patel que investigue qué sucedió, solicitándole un reporte detallado sobre el asunto y, además, sugerencias de castigos para los implicados.

Por lo pronto, James E. Dennehy, el jefe de la Oficina del FBI en Nueva York, la más grande del país, dejó su cargo luego de que le solicitaran la renuncia un día después de la misiva. 

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