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Tormenta en el NIH: dudas sobre su papel en el origen del covid, falta de transparencia y amenazas de reforma

Legisladores republicanos presentaron una nueva propuesta para trocear el instituto a cargo de la mayor agencia de financiación de investigaciones biomédicas del mundo.

(CordonPress)

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Nació hace más de un siglo en un laboratorio de una sola sala. El "laboratorio de higiene", como lo bautizó su fundador, el joven médico Joseph J. Kinyoun, estaba dentro de un hospital del Servicio Hospitalario de la Marina, dedicado a la salud de los mercantes. Su objetivo era estudiar, microscopio en mano, cómo ciertos organismos microscópicos causaban enfermedades infecciosas. Para evitar, en última instancia, la importación de epidemias.

Más de un siglo más tarde, aquel laboratorio-sala creció hasta convertirse en la organización pública que más investigaciones biomédicas financia en el mundo: los National Institutes of Health (NIH).

Cuenta, actualmente, con un presupuesto de cerca de 50 mil millones de dólares y más de 18.000 empleados. Está formada por 27 institutos y centros, cada uno con una misión propia. Desde el National Eye Institute (NEI), dedicado, como indica su nombre, al estudio del ojo, hasta el Center for Scientific Review (CSR), abocado a la revisión de las subvenciones con las cuales llega a instituciones de todo el mundo.

Pero este coloso está enfrentando una crisis de confianza que puede acabar trinchándolo, achicando su cartera y quitándole responsabilidades. Tras casi una década desde que se aprobó su último presupuesto, el Congreso se prepara para revisar su funcionamiento con una serie de propuestas que tendrán que sortear la polarización política y la resistencia de grupos de pacientes, científicos y empresas.

Una reputación herida 

El NIH solía tener una sólida reputación política, la suficiente como para gozar de respaldo demócrata y republicano. No faltaban, sin embargo, cuestionamientos por el tamaño y lentitud de su burocracia -circuló incluso una propuesta para reducir sus institutos de 27 a seis-, la distribución desproporcionada de sus subvenciones -que, alegaban sus críticos, perjudicaban a minorías como los afroamericanos y los hispanos, y se concentraban en algunas pocas instituciones como UCLA, Duke y Stanford- y el tipo de investigaciones debería financiar.

A estos cuestionamientos, recientemente se sumó un reporte de la Comisión de Energía y Comercio de la Cámara que detalla cómo el NIH mintió al comité sobre una "peligrosa" investigación del virus del mono, así como informaciones de que algunos de sus científicos habían intentado ocultar hasta 710 millones de dólares en regalías del bolsillo de empresas privadas.

Sin embargo, el fuelle de los nuevos pedidos de reforma se encuentra en el misterio del origen de la pandemia del 2020.

Los NIH y el génesis del covid

Tras cuatro años, el orígen de la pandemia sigue siendo un interrogante. Existen dos teorías. La del contagio natural postula que el virus fue transmitido directamente de un animal -quizás un murciélago o pangolín- a una persona y de ahí, de persona en persona. La del accidente de laboratorio, en cambio, ve la mano del hombre en la creación del contagioso virus que, por una u otra vía, habría escapado de un centro de investigación.

Wuhan, China, el sitio donde primero se detectaron casos de contagio, tiene escenarios para argumentar ambas teorías. Mientras que algunos apuntan al mercado mojado de la ciudad como posible lugar donde alguien podría haber ingerido una animal infectado, otros señalan al Instituto de Virología de Wuhan (WIV).

El NIH entra en juego porque habría subvencionado a la organización sin ánimo de lucro EcoHealth Alliance (EHA), que a su vez financió la investigación de virus de murciélagos en el laboratorio de Wuhan. Por tanto, podría haber un vínculo entre el dinero de los contribuyentes estadounidenses, distribuido por el NIH, y el inicio de la pandemia. 

Ganancia de función

El tipo de investigación que, según la teoría del accidente, originó el virus se conoce como ganancia de función (GOF): un conjunto de técnicas que alternan las funciones de un organismo para aumentar sus capacidades. Por ejemplo, un virus podría ser modificado para volverlo más transmisible o dañino.

"Los experimentos de ganancia de función en el laboratorio pueden ayudar a los científicos a anticipar los cambios que pueden sufrir los virus en la naturaleza, ya que permiten estudiar qué características específicas les permiten transmitirse persona a persona", aseguraron en un artículo en defensa de la GOF las profesoras de Microbiología e Inmunología Seema Lakdawala y Anice Lowen.

"A diferencia de los experimentos en la naturaleza, éstos se llevan a cabo en condiciones de laboratorio muy controladas, diseñadas para limitar el riesgo de infección para el personal de laboratorio y otras personas, incluido el control del flujo de aire, el equipo de protección personal y la esterilización de residuos", explican antes de advertir:

"Es importante que los investigadores observen cuidadosamente la seguridad en el laboratorio para minimizar el riesgo teórico de infectar a la población general. Es igualmente importante que los virólogos sigan aplicando las herramientas de la ciencia moderna para calibrar el riesgo de propagación viral natural antes de que se convierta en brote".

Aunque el Gobierno suspendió el financiamiento a EcoHealth Alliance y estableció este año nuevos lineamientos para supervisar los estudios de ganancia de función -además de las investigaciones de patógenos de "doble uso", llamadas así porque tienen el potencial de ser usados como armas biológicas-, las dudas sobre el origen del covid avivan la pregunta de si estas iniciativas serán suficientes.

En un principio, las autoridades sanitarias estadounidenses desdeñaron en bloque la idea de que el virus se hubiese generado durante un estudio de ganancia de función en Wuhan. Llegando, incluso, a tildarla de conspiración.

La voz cantante del rechazo inicial fue Anthony Fauci, entonces presidente del NIAID. Pero en junio de este año, fue Fauci, otrora portavoz de la respuesta gubernamental a la pandemia, quien sorprendió con su cambio de postura: "Mantengo la mente abierta sobre el posible origen", dijo en su primer testimonio público ante la Cámara de Representantes desde que dejó el cargo.

A pesar de asegurar que los estudios financiados por el NIH no podían ser precursores del SARS-CoV-2, no descartó que otras investigaciones realizadas en el centro chino pudieran haber iniciado la pandemia.

La postura firme contra la hipótesis del origen artificial y los posteriores titubeos de Fauci son uno de los motivos detrás de la crisis de confianza del NIH. 

Proyectos de cambio

"Dada la preocupación suscitada durante y después de la pandemia del Covid-19 y la necesidad de maximizar el impacto del dinero de los contribuyentes, es imperativo construir unos NIH más fuertes y responsables", afirmaron los representantes Cathy McMorris Rodgers y Robert B. Aderholt en una opinión publicada en la revista especializada Stat.

En aquel texto, los legisladores republicanos presentaron un plan para reformar el organismo público. Reduciría, entre otras medidas, sus institutos y centros de 27 a 15. También paralizaría la financiación de estudios de ganancia de función en patógenos peligrosos hasta que haya mejores políticas de supervisión. La aprobación de estos últimos pasaría a una "entidad de supervisión pública e independiente".

Dividiría, asimismo, al National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID) en dos, aparentemente para quitar poder al cargo antes ocupado por Fauci. Pretende también resolver otros "problemas persistentes, como la falta de transparencia en mecanismos de subvenciones, el acoso sexual desenfrenado y la creciente amenaza de influencia extranjera indebida".

Una propuesta publicada a fines de junio por los republicanos de la Cámara mantendría el presupuesto del año fiscal anterior: unos 48 mil millones de dólares.

El senador Bill Cassidy publicó en mayo una serie de propuestas que incluyen medidas para reducir las redundancias estructurales, mejorar la transparencia y la recolección de datos sobre los programas financiados, y hacer frente a conductas indebidas.

Al igual que Rodgers y Aderholt, Cassidy destacó la necesidad recuperar la confianza en la agencia: "El sentimiento público hacia las instituciones científicas se ha degradado en los últimos años, exacerbado por la percepción de falta de transparencia y la preocupación por los sesgos políticos durante la respuesta a la pandemia COVID-19. Para que el potencial de la investigación futura de los NIH se desarrolle plenamente, la agencia debe hacer de la restauración de la confianza pública en el proceso científico y en las instituciones científicas una prioridad".

Por su parte, la representante demócrata Diana DeGette y el republicano Larry Bucshon enviaron misivas en junio pidiendo opiniones a grupos de interés para analizar el impacto y proponer actualizaciones a una ley que financió a los NIH en 2016.

Una camino difícil 

"El principal obstáculo a la fusión de institutos es que siempre habrá grupos de defensa de los pacientes u otros (incluidos grupos de científicos) que se opongan a la mayoría de las fusiones”, explica Jocelyn Kaiser, reportera especializada que cubre a los NIH para Science.

Research!America y United for Medical Research, por ejemplo, emitieron sendos comunicados repudiando las iniciativas más recientes para reducir la financiación de la agencia. "La decisión de recortar la asignación que financia los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) y otros organismos de investigación en un momento en que nuestra nación se enfrenta a amenazas masivas para la salud como el Alzheimer, la crisis de los opiáceos agravada por la epidemia de fentanilo, y la mortalidad materna, es escalofriante", aseguró la última.

Kaiser sostiene en conversación con VOZ que los grupos de presión, incluyendo las agrupaciones de pacientes, creen que "las fusiones reducirían la financiación de la investigación de sus enfermedades". Pero, aclara, los motivos de desencanto con las reformas son variados: la industria de las bebidas alcohólicas se enfrentó a una iniciativa para unir los institutos dedicados al alcohol y el abuso de las drogas alegando que estigmatizaría a los consumidores.

Del lado de los legisladores, la brecha partidista podría no ser insalvable. Legisladores de ambos partidos opinaron que el NIH necesitaba cambios. Kaiser destaca como ejemplo que los demócratas podrían mirar con buenos ojos el plan de Rodgers y Aderholt porque no elimina por completo las investigaciones de ganancia de función: "Hay margen para el consenso bipartidista en algunos temas de la reforma".

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