Y el ganador es... ¡Hamás!
El mundo será un lugar mucho menos seguro si se impide a Israel derrotar a Hamás y desmantelar sus capacidades militares.
¿Qué pasará si se permite que Hamás gane esta guerra? ¿Si se permite a Hamás lograr lo que se proponía con sus asesinatos en masa, secuestros y violaciones? ¿Si las víctimas de estas atrocidades (el pueblo de Israel y todos los países que luchan contra el terrorismo) pierden? ¿Si las perspectivas de paz en la región y el mundo libre se ven seriamente dañadas? ¿Si la relación entre Estados Unidos e Israel y la pérdida de fe en Estados Unidos como garante de la libertad continúan fracturándose?
Quizá la Administración Biden recompense a los terroristas reconociendo unilateralmente un Estado palestino que, por supuesto, se militarizará enseguida. Los fracasos de la Finul a la hora de mantener la paz en el sur del Líbano y de la Unrwa a la hora de contrarrestar el terrorismo en Gaza deberían sugerir cautela.
Si esos fueran los resultados de la guerra en curso, Hamás se verá alentada a repetir –como prometió que haría "una y otra vez"– la barbarie del 7 de octubre, no sólo en Israel sino en otras naciones occidentales, incluida la nuestra. ¿Por qué no? Si un delito sale rentable, volverá a ser cometido. He aquí una de las razones por las que castigamos los delitos. El presidente Joe Biden lo ha dicho con respecto a los crímenes rusos en Ucrania. Ha advertido correctamente de que si se permite que Putin obtenga un beneficio de su ataque a Ucrania, se le alentará a atacar a otros países. Biden tiene razón en eso. ¿Por qué no ha dicho lo mismo de Hamás? ¿Por qué intenta impedir que Israel derrote a Hamás? ¿Por miedo a perder votos de los demócratas antiisraelíes de extrema izquierda?
Biden está ignorando, y con razón, a los votantes pro Putin, pero escuchando a los votantes antiisraelíes. ¿Por qué está capitulando ante las amenazas de los elementos de extrema izquierda presentes en el Partido Demócrata? No sólo es incorrecto desde el punto de vista moral y diplomático: es una estupidez política. Esos fanáticos antiisraelíes no van a determinar el resultado de las elecciones presidenciales de 2024. Los votantes centristas, como los que recientemente eligieron a Thomas Souzzi para el Congreso, sí lo harán. Y los votantes centristas apoyan a Israel más que a Hamás.
Los izquierdistas antiisraelíes no van a votar por Trump, que es más proisraelí que Biden. Tampoco es probable que se queden en casa el día de las elecciones y ayuden así al republicano. Por otro lado, los centristas puede que voten en contra de Biden si creen que está en deuda con The Squad u otros extremistas antiamericanos.
Por importantes que sean las implicaciones electorales internas del debilitamiento del apoyo de Biden a Israel, las implicaciones internacionales son mucho más trascendentales. El mundo será un lugar mucho menos seguro si se impide a Israel derrotar a Hamas y desmantelar sus capacidades militares . El doble rasero que Biden parece estar aplicando a una victoria rusa, que correctamente dice que es inaceptable, y a una victoria de Hamás, que parece estar dispuesto a tolerar, es inexplicable como una cuestión de política racional y de decencia básica de Estados Unidos.
La trágica realidad es que Hamás está ganando la guerra, al menos según su propia definición de victoria. Ha vuelto a la opinión mundial contra Israel, especialmente entre los jóvenes. Ha provocado una ruptura en las relaciones de Israel con Estados Unidos. Ha involucrado a la Corte Internacional de Justicia y a las Naciones Unidas. Ha dañado las perspectivas de paz con Arabia Saudita. Ha dañado las relaciones entre Israel y sus vecinos. Y ha fortalecido el apoyo a Hamás entre los palestinos de Cisjordania.
Biden debe estar tan dedicado a impedir una victoria de Hamás como lo está a impedir una victoria rusa . Sin embargo, ese no es su enfoque actual. En cambio, se centra en la tasa de mortalidad entre los civiles de Gaza. Tampoco tenemos idea de cuántos civiles inocentes, en comparación con los terroristas y quienes los ayudan, se encuentran entre los muertos. Tampoco tenemos idea de cuántos de los muertos fueron utilizados como escudos humanos por Hamás o murieron por cohetes fallidos lanzados desde la propia Gaza. No podemos simplemente aceptar las cifras sesgadas publicadas por los agentes de propaganda de Hamás, quienes ya se desacreditaron al emitir información falsa y fueron encontrados disparando contra sus conciudadanos para impedirles buscar seguridad en el sur de Gaza, como los israelíes les habían instado a hacer.
Israel está haciendo todo lo razonable para disminuir las víctimas civiles, mientras Hamás intenta aumentarlas en ambos lados. La política estadounidense debería ser ayudar a Israel a derrotar a Hamás e impedir la recurrencia y propagación de su terrorismo contra civiles, en lugar de ayudar a Hamás a asegurarse una victoria atando las manos de Israel.
La trágica realidad es que Hamás está ganando la guerra, al menos según su propia definición de ganar. Ha vuelto a la opinión mundial contra Israel, especialmente entre los jóvenes. Ha provocado una ruptura en las relaciones de Israel con Estados Unidos. Ha involucrado a la Corte Internacional de Justicia y a las Naciones Unidas. Ha dañado las perspectivas de paz con Arabia Saudita. Ha dañado las relaciones entre Israel y sus vecinos. Y su predicamento entre los palestinos de la Margen Occidental se ha reforzado.
Los costos han sido elevados, pero la mayor parte han recaído en civiles palestinos e israelíes. A Hamás no podrían importarle menos las muertes palestinas, como lo demuestra el hecho de que nunca ha proporcionado refugio a civiles, mientras construye vastos túneles para proteger a sus propios combatientes . El mundo puede ver el daño infligido a los habitantes de Gaza como un costo de la victoria de Hamás, pero Hamás no lo ve de esa manera.
Entonces, a menos que la Administración Biden cambie de rumbo y anime a Israel a lograr su objetivo militar legítimo de derrotar a Hamás, el terrorismo ganará y la civilización perderá.