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Reino Unido: desencanto y desilusión del electorado

Ha sido una debacle tory, no una paliza laborista.

El nuevo Primer Ministro KEIR STARMER llega a Downing Street en LondresCordon Press

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Las elecciones generales celebradas este jueves en el Reino Unido han revelado un panorama político marcado por el desencanto del electorado. Aunque el Partido Laborista emergió como el ganador con 421 escaños (la mayoría absoluta se sitúa en 326), su victoria no se debe atribuir a un desbordante entusiasmo ciudadano, sino a una notable erosión del apoyo a la tradicional opción derechista del Partido Conservador (Tory) y al peculiar sistema electoral británico, que convierte en diputado al candidato del partido más votado en cada una de las 650 circunscripciones electorales, dejando a los demás sin representación.

Participación electoral en mínimos históricos

Una de las muestras más elocuentes de esa desafección ciudadana es que el nivel de participación, que se prevé caerá al 60 %, es el segundo más bajo desde 1885, sólo empeorado por el 59 % de 2001. La apatía y la desconfianza en una clase política ineficaz y desconectada de las necesidades de la ciudadanía han sido patentes.

Un laborismo que arrasa por el sistema, no por los votos

El Partido Laborista ha obtenido una mayoría parlamentaria aplastante. Sin embargo, obtiene un 64 % de los escaños (211 diputados más que en las anteriores elecciones) con un porcentaje de voto del 34 %, mucho menor que el que obtuvo Tony Blair para alcanzar una mayoría equivalente en los Comunes. Cabe recordar que en las elecciones de 2017, y con una participación mayor, el Labour obtuvo el 40 % de los votos, pero fue ampliamente derrotado en número de escaños. Ha sido una debacle tory, no una paliza laborista.

Desplome conservador y auge de fuerzas alternativas

El Partido Conservador, que en las elecciones anteriores había alcanzado un resultado excepcional, sufrió un desplome significativo, obteniendo sólo el 19 % de los escaños (121 diputados) con un 24 % de los votos. 250 diputados menos. Este resultado marca el fin de una generación de líderes conservadores, cuyo desgaste en la gestión pública y la percepción de ser una organización endogámica y centrada en privilegios personales han alienado a muchos de sus votantes tradicionales.

Los tories se beneficiaron en las elecciones de diciembre del 19 de las expectativas generadas por el Brexit, prometiendo una recuperación del control de los asuntos nacionales y una gestión más efectiva fuera de la Unión Europea. Sin embargo, los resultados han sido decepcionantes: se desperdició una gran mayoría parlamentaria para administrar eficientemente los problemas reales de los ciudadanos, ofrecer un Gobierno más cercano, lejos de los mandarines de Bruselas, que desarrollase un nuevo proyecto nacional tras el Brexit (los tories pierden masivamente escaños en zonas que votaron por la salida de la UE, que es donde los ha ganado el Partido de la Reforma). Ninguna de las expectativas de desregulación y fiscalidad atractiva para la inversión global se han materializado. La sanidad y las infraestructuras son muy deficientes, la calidad del sistema educativo se encuentra muy erosionada, el acceso a la vivienda es un grave problema y la seguridad ciudadana se ha deteriorado significativamente. Junto a esto, la percepción de que el PC adoptó en muchos casos la narrativa impuesta por la izquierda, abandonando cualquier intento de ofrecer una posición ideológica alternativa en asuntos de familia, impuestos y libertades, y la falta de proyecto nacional son factores que están en la raíz de la emergencia del Partido de la Reforma. Adicionalmente, la desastrosa gestión de la crisis del covid y las peleas intestinas, con múltiples cambios de liderazgo y tres primeros ministros desde las últimas elecciones, han exacerbado la percepción de elitismo y división. Todo ello ha llevado al desastre al Partido Conservador.

Desproporción en la representación

El desencanto con los conservadores no se ha traducido en un aumento masivo del voto laborista. En cambio, ha surgido con fuerza el Partido de la Reforma, de tintes más desacomplejadamente conservadores, y ha resurgido el Partido Liberal Demócrata, de orientación centrista. Ambas formaciones han captado una porción significativa del voto de aquellos desencantados con las opciones tradicionales.

La disparidad en la representación parlamentaria es aún más evidente cuando se examinan los resultados de esas dos formaciones en auge. Mientras el Partido de la Reforma, a pesar de haber captado el 14 % de los votos, ha obtenido una representación mínima en el Parlamento, con sólo el 1 % de los asientos (4 escaños), los liberal-demócratas, con un porcentaje de votos que ronda el 12 %, han conseguido un porcentaje equivalente de asientos con 71 escaños. Con menos votos que los reformistas y sólo dos puntos más de voto a nivel nacional comparado con 2019, el Partido Liberal Demócrata gana 63 diputados adicionales y alcanza niveles de representación no vistos desde el siglo XIX.

Los tories no han sangrado por el centro: lo han hecho por la derecha. Es de resaltar que la suma del porcentaje de votos de PC y PR, aunque no hubiera evitado la derrota electoral de los conservadores, podría haber salvado múltiples escaños para la derecha. Para ejemplificar el verdadero impacto del PR en estas elecciones: quedó en segunda posición en 103 circunscripciones, en 12 de ellas a menos de 5.000 votos del primero. Se calcula que si todos los votos del PR hubieran beneficiado al PC, este hubiera obtenido 180 escaños más. Curiosamente, a diferencia de lo que sucede en naciones como España, los analistas de la derecha no culpan al Partido de la Reforma ni a sus votantes por la derrota, sino al Partido Conservador por su incapacidad para inspirar y movilizar a sus votantes naturales.

Transformaciones en la izquierda

En la parte de la izquierda, se trataba simplemente de abandonar la percepción de un liderazgo radical y extremista. El nuevo primer ministro, Keir Starmer, es un líder poco carismático, pero no genera los antagonismos de exdirigentes laboristas como Jeremy Corbyn, que habían hecho de ese partido una opción inviable. El mismo Corbyn ha sido elegido fuera de las listas del Labour. Los laboristas pierden así mismo votos en zonas mayoritariamente musulmanas en favor de una serie de candidatos extremistas del llamado bando pro-Hamás. Este cambio marca la primera vez que el islamismo político radical tiene representación significativa en el Parlamento.

El Partido Laborista también se ha beneficiado del colapso electoral del Partido Nacional Escocés (SNP), plagado de escándalos en su liderazgo y con un proyecto independentista sin rumbo. El SNP ha sufrido una seria derrota, con su cuota de voto reducida en 15 puntos, mientras que la del Laborismo ha aumentado en 17 puntos en Escocia. Ahora parece que el SNP no ganará más de 10 escaños al final del conteo.

El futuro político del Reino Unido

El resultado de estas elecciones sugiere una reconfiguración del panorama político británico. El sistema electoral ha permitido una sobrerrepresentación del Partido Laborista, pero el verdadero cambio se observa en la diversificación del voto y el crecimiento de nuevas fuerzas políticas.

A partir de hoy surgen una serie de preguntas que se irán respondiendo en los próximos meses: ¿conseguirá el nuevo primer ministro moderar los instintos más militantes y marxistas de muchos de los activistas de su partido? ¿Qué posición adoptará el nuevo Gobierno sobre el papel del Reino Unido en el mundo fuera de la Unión Europea y las medidas necesarias para recobrar competitividad (la previsible subida de impuestos y el afán regulador e intrusivo del ala izquierda son motivos de más preocupación que esperanza)? ¿Tendrá el islamismo una voz diferenciada a la de la izquierda tradicional en el Parlamento? ¿Leerá el Partido Conservador su derrota como un mensaje para fortalecer su base ideológica y diferenciar sus propuestas de las de la izquierda? ¿Qué nueva generación de líderes capitaneará la transición del partido tory y cuál será su relación futura con el Partido de la Reforma y sus propuestas? ¿Cómo evolucionará el desencanto de ese 40 % de abstencionistas y el 14 % de los votantes del PR que probablemente continuarán sintiéndose desilusionados y masivamente infrarrepresentados en esta Cámara de los Comunes, como resultado de un sistema electoral que prima la proximidad de cada diputado con sus representados pero que deja sin voz parlamentaria a amplias partes del electorado?

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