El influyente teólogo alemán Gerhard Müller, un cardenal que fue exprefecto del Dicasterio de la Fe y editor de la gran obra teológica de Joseph Ratzinger, cuestionó los últimos documentos redactados por el cardinal y obispo Víctor Manuel Fernández —firmados por el papa Francisco—, en respuesta a un obispo brasileño que consultó sobre la posibilidad de que las personas trans accedan al sacramento del bautismo y puedan convertirse en padrinos.
“Cualquier alteración del cuerpo humano es y sigue siendo un pecado a los ojos de Dios. Por supuesto que hay casos muy raros en la naturaleza de individuos que nacen con aspectos masculinos y femeninos a la vez: los hermafroditas. Se trata, evidentemente, de pequeños porcentajes. En la naturaleza también nacen niños sin brazos o con otras discapacidades. Esto no significa que la Iglesia deba legitimar la realidad básica con la que todos hemos sido creados: ‘el varón y la mujer’”, afirmó Müller en una entrevista con Il Messagero.
El cardenal, cuyas críticas surgen luego de que el Vaticano organizara eventos con personas trans luego de la publicación de los documentos mencionados, también alertó que el texto, si bien no establece que personas transexuales puedan ser bautizados o ser elegibles para convertirse en padrinos, es problemático por su carácter ambiguo.
“Es confuso y perjudicial que el Magisterio se base en la terminología de una antropología nihilista y atea, pareciendo conceder a su contenido falso el estatus de opinión teológica legítima en la Iglesia”.
Finalmente, el cardenal dejó en claro que, según percepción, una persona que decidió mutilarse su cuerpo no debería ser bautizado.
“Los hermafroditas nacidos con esta particularidad pueden recibir el bautismo, pero no los que se han mutilado el cuerpo. Me pregunto si esa respuesta se dio porque hay transexuales que piden a sacerdotes u obispos un segundo bautismo pero con el nuevo nombre que tienen en el registro civil o quieren cambiar el documento de bautismo en los archivos parroquiales”, sentenció Müller, quien después recordó que “Mutilarse es un pecado grave a los ojos de Dios. Puedo cortarme una oreja, pero es pecado. El cuerpo humano es templo del Espíritu Santo”.
