Panamá: el conservador José Raúl Mulino gana cómodamente las elecciones y se convierte en el nuevo presidente

Su perseguidor más cercano, el abogado independiente Ricardo Lombana, quedó a nueve puntos del hombre de confianza del expresidente Martinelli.

Tal y como indicaban las encuestas, José Raúl Mulino, un hombre de confianza del popular expresidente Ricardo Martinelli, se impuso cómodamente en las elecciones generales de este 5 de mayo y se convirtió en el nuevo presidente de Panamá para el periodo 2024-29.

Mulino, quien sustituyó la candidatura del inhabilitado Martinelli in extremis, se impuso con claridad alcanzando el 34,47 % de los votos, aprovechando la gran popularidad que todavía arropa al expresidente.

Si bien las encuestas daban a Mulino como el favorito, el resultado sorprende por la distancia con el resto de los contrincantes (le sacó nueve puntos al segundo), especialmente porque la participación electoral rozó el 80 % en una de las jornadas electorales de mayor movilización en la historia del país.

Antes de que se oficializara el triunfo de Mulino, las autoridades electorales extendieron rápidamente la felicitación al nuevo presidente.

"Me complace en nombre del Tribunal Electoral comunicarle que (...) es usted en este momento de forma extraoficial el ganador a la presidencia de la República" de Panamá, dijo el magistrado Alfredo Juncá.

“Asumo con gran responsabilidad y humildad el puesto... Es un honor para mí, para mi familia, recibir esta llamada”, respondió Mulino, quien después dio un discurso de victoria combativo.

“Aquí hemos llegado con el voto mayoritario del pueblo panameño, duélale a quien le duela”, dijo el nuevo presidente panameño, quien después señaló que, a pesar de la “persecución política” que sufrió en los últimos meses, “no me anima, a pesar de todo lo que me hicieron en esta campaña, una gota de venganza, contra nadie”.

Martinelli, inhabilitado políticamente tras ser condenado a casi 11 años de prisión por lavado de dinero en el caso conocido como New Business, había manifestado sus intenciones de lanzarse a la Presidencia. Sin embargo, tras ser encontrado culpable por la justicia panameña y privado de ejercer cargos públicos, se refugió en la Embajada de Nicaragua y decidió impulsar la candidatura de Mulino, que fue su ministro de Seguridad Pública y Justicia.

Pero más allá de los casos de corrupción que lo envuelven, Martinelli sigue siendo tremendamente popular en Panamá debido a que presidió al país entre 2009 y 2014, un ciclo de gran bonanza económica para la nación panameña que todavía recuerda con añoro la gestión del expresidente, especialmente tras los últimos años de inflación e inestabilidad económica producto, en parte, por la crisis del COVID-19 y la sequía que golpea el Canal de Panamá, del que depende cerca del 10 % de la economía del país.

De hecho, Martinelli, a pesar de ser sentenciado y estar refugiado en la sede diplomática de Nicaragua, se mantuvo muy activo en la campaña electoral y puso todos sus esfuerzos en respaldar a su mano derecha Mulino, que aprovechó la gran división que hubo en el padrón electoral y además abordó durante su campaña un tema vital para captar la atención de los panameños: la inmigración ilegal.

Una de las propuestas más desafiantes y complejas de Mulino, dirigida claramente a los panameños que viven en la zona de la frontera sur del país, fue la de cerrar el tapón del Darién para controlar los masivos flujos migratorios irregulares que transcurren en esa inhóspita selva.

En abril, Mulino aseguró que restringirá el paso a los migrantes ilegales que tienen como destino final Estados Unidos.

“Panamá no es un país de tránsito”, dijo el entonces candidato en declaraciones recogidas por EFE. “Vamos a cerrar Darién y vamos a repatriar a todas estas personas como corresponda (…) La frontera de Estados Unidos, en lugar de estar en Texas, se trasladó a Panamá”.

Al final, la campaña de Mulino, aunque cuestionada, funcionó.

El más cercano perseguidor de Mulino fue el abogado independiente Ricardo Lombana, que en los últimos meses repuntó en las encuestas y terminó a nueve puntos de Mulino, con el 25 % de los votos.

En el tercer puesto llegó el expresidente Martín Torrijos, antecesor de Martinelli e hijo del dictador panameño Omar Torrijos, el hombre que persuadió a Washington para que cediese el control del Canal de Panamá en la década del setenta. Torrijos alcanzó el 16 % de los votos.

Más atrás, otro abogado, Rómulo Roux, quien en algún momento llegó a ubicarse segundo en las encuestas y sonó como un candidato serio para pelear por la Presidencia gracias a una plataforma enfocada en el turismo y la logística, tuvo que conformarse con el cuarto puesto alcanzando el 11,21 % de los votos.

Una de las noticias del día, aunque no fuera precisamente sorpresiva, fue el flojo desempeño del actual vicepresidente de Panamá José Gabriel Carrizo, quien, a pesar de prometer medidas demagogas como el aumento del salario mínimo, apenas pudo cosechar el 5,76 % de los votos siendo superado, incluso, por la diputada Zulay Lytset, que quedó quinta con el 6,23 %.

El resultado del candidato oficialista fue lógico, considerando que el actual gobierno panameño cosecha bajísimos índices de popularidad a pesar de que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) es uno de los partidos más tradicionales del país, siendo la icónica agrupación política del general Omar Torrijos.

Carrizo, quien en su momento se convirtió en el vicepresidente más joven de Panamá, al final fue una de las caras visibles de los múltiples escándalos de corrupción que rodeó a la Administración del actual presidente Laurentino Cortizo, considerado por los panameños como uno de los peores mandatarios de la historia del país y, según los índices de favorabilidad, el más impopular en las últimas décadas.

Tras el fracaso de Cortizo, los panameños se decantaron por dar dos pasos atrás y volver a una vieja cara conocida: Ricardo Martinelli, el gran triunfador detrás de la victoria del flamante presidente José Raúl Mulino.