Los estadounidenses han perdido la fe en las universidades de prestigio: aquí las razones

Menos del 40% cree que las Ivy League van en la dirección correcta; mientras que el porcentaje de aplicaciones cayó casi 10 puntos. ¿Qué ocurre?

El último gran escándalo que envuelve a las universidades de prestigio de Estados Unidos fue el de las presidentes de Harvard, la Universidad de Pensilvania y el MIT, y lo relacionado al auge del antisemitismo dentro de los campus.

Propiamente, en el marco de la guerra de Medio Oriente entre Israel y los grupos terroristas árabes, estudiantes de las tres de las universidades más prestigiosas del mundo han emprendido una fuerte retórica antisemita. Pese a que pareciera lo correcto, las autoridades de las universidades se han negado a sancionar a los estudiantes antisemitas y, ante una audiencia del Senado, en la que fueron increpadas, las presidentes Claudine Gay, Liz Magill y Sally Kornbluth —de Harvard, Penn y el MIT, respectivamente— se negaron a condenar los ataques contra las comunidades judías de sus instituciones.

La polémica, cubierta ampliamente por este diario, dejó un hueco mortal en la reputación de las universidades. De hecho, desde hace años muchos comentaristas, analistas y articulistas de medios tan reconocidos como el Wall Street Journal sostienen que las grandes universidades de prestigio de EEUU, o Ivy leagues, entraron en una deriva ideológica que las alejó de la excelencia academia y las acercó al activismo político e identitario.

La denuncia ya no viene, ni siquiera, del ala conservadora de la política americana. Más recientemente, y a propósito de la misma polémica sobre el antisemitismo, dos importantes comentaristas demócratas, Fareed Zakaria y Bill Maher, criticaron con fuerza la deriva de las Ivy league.

"Las mejores universidades de Estados Unidos deberían abandonar su larga aventura política, centrar su atención en sus puntos fuertes y recuperar su reputación como centros de investigación y aprendizaje", dijo Fareed Zakaria en un editorial en su programa de CNN.

Los americanos perdieron la fe en las Ivy Leagues

"Cuando uno piensa en las mayores fortalezas de Estados Unidos, el tipo de activo que el mundo mira con admiración y envidia, las universidades de élite de este país estarían en el tope de la lista; pero los americanos no piensan lo mismo", dijo.

Fareed Zakaria cita una encuesta de Gallup que revela la súbita caída de la popularidad de las universidades. De acuerdo con la encuesta, en el 2013 el 73% de los americanos consideraba muy importante a las universidades. Esa cifra cayó a 41% en el año 2019.

Un sondeo del Pew Research Center, del 2018, arrojó que el 61% de los americanos consideraba que las universidades de prestigio iban en la dirección equivocada, mientras que solo el 38% creía que estaban haciendo lo correcto.

Con respecto a los americanos que aplican a las universidades, el número cayó del 70% en el 2017 al 62% en el 2023, de acuerdo con un trabajo del New York Times.

Esto, como explica Fareed Zakaria, ya no perfila a Estados Unidos como un país a la vanguardia académica en el mundo.

El comentarista explica que, en gran parte, estas cifras se deben a que, debido a la obsesión ideológica e identitaria de las Universidades, ya las casas de estudio no son lugares amigables para todos los pensamientos y las comunidades. 

"Las buenas intenciones se han transformado en una ideología dogmática y han convertido a las universidades en lugares de objetivos políticos perversos y no de méritos académicos", dijo Zakaria.

El periodista recuerda el caso de la Corte Suprema contra la affirmative action, en 2023, cuando los jueces derogaron el principio que les permitía a las universidades admitir estudiantes, no con base en los méritos académicos sino en cuotas raciales. Como reacción a la decisión de la Corte Suprema, las universidades eliminaron exámenes de admisión estandarizados con el fin de "lograr equidad racial".

"Los que más sufrirán son los estudiantes brillantes de entornos difíciles, que utilizan estos exámenes para demostrar que son calificados", dijo Zakaria al respecto.

Amén de no herir sensibilidades, ahora las universidades tratan de no reprobar a sus alumnos. Un reporte del New York Times, de este invierno, reveló que casi el 80% de los estudiantes de Yale sacan "A" en sus evaluaciones.

En esta línea, la mayoría de las universidades de prestigio han desarrollado prácticas para proteger las emociones de sus estudiantes. En consecuencia, como escriben Greg Lukianoff y Jonathan Haidt en The Atlantic, las casas de estudio han establecido "códigos de discurso" que prohiben la utilización de palabras o expresiones que algunos estudiantes o comunidades podrían considerar ofensivas.

Citando al activista Van Jones, Zakaria dice: "Las universidades deberían de ser lugares seguros físicamente, pero inseguros intelectualmente".

"Están educando a un montón de idiotas"

En conversación con Greg Lukianoff, abogado, periodista y presidente de la Foundation for Individual Rights and Expression (FIRE), el comentarista Bill Maher abordó el caso de las universidades élites.

"Yo siempre estoy del lado de la libre expresión. Y, claro, hay límites, como la violencia; pero lo que me incomoda es la doble moral", le dijo Maher a Lukianoff.

"Hoy dicen que se jodan los judíos. ¿Podrías imaginar que dijeran eso de otro grupo? No puedo pensar en ningún otro grupo al que podrías decirle que se jodan, y eso sería tolerable", dijo.

Lukianoff le respondió que la doble moral en los campus es aterradora, pero que es una consecuencia natural de las políticas que las universidades han llevado ejecutando desde hace años.

"Si esas políticas las impusieras por igual a todo el mundo, no durarían un segundo", agregó Lukianoff.

¿Qué se han hecho a sí misma las universidades?

En una columna en el Wall Street Journal, la escritora Peggy Noonan ahonda sobre el tema del desprestigio académico de las casas de estudio y apunta: "La gente normal solía imaginarse cómo es una universidad: hilera de libros relucientes, profesores eruditos, un aire de investigación honesta. Esa ya no es una imagen que la gente ve. Ahora es otra cosa, menos impresionante, menos conmovedora. Pero importante para nuestra continuidad como sociedad".

Noonan asegura que "las élites que dirigen nuestras universidades de élite están acabando con su propio estatus".

"También están bajando la estima que se tiene a los graduados universitarios", escribe.

Hoy por hoy ya a los estudiantes no los incentivan a asimilar, leer, aprender, relacionarse, imaginar, empatizar o juzgar. En cambio, la exigencia es a "interiorizar una visión determinada del mundo y repetir como loros".