Françoise Bornet, la protagonista de la histórica foto de Robert Doisneau, falleció a los 93 años. En 1950, se dejó fotografiar junto a su novio de aquel momento, Jacques Corteaux, sin saber que años después esa imagen rompería récords de ventas alrededor del mundo.
Su muerte se produjo el pasado lunes 25 de diciembre y fue confirmada a comienzos del 2024 por el diario Le Parisien.
Resulta que la revista Life le había encargado a Doisneau un reportaje sobre los enamorados de la Ciudad de la Luz, por lo que el artista envió decenas de fotografías, entre las que se encontraba la de Bornet. Al momento de la foto, que en un primer momento se pensaba que había sido casual, la joven estudiante de arte dramático accedió a posar junto a Corteaux mientras se besaban cerca del Ayuntamiento de París, por lo que la escena se tituló Le baiser de l’Hôtel de Ville, o El Beso del Ayuntamiento.
Ha fallecido Françoise Bornet,la protagonista de este famoso beso que, junto a su novio Jacque Cortesux, inmortalizó Robert Doisneau frente al Ayuntamiento de París en 1950.Bornet nos dejaba el 25 de diciembre a los 93 años,xo para siempre quedará este símbolo del Paris romántico pic.twitter.com/W6aNONyGYE
— Peke Baldrich (@pekebaldrich) January 2, 2024
"Estaba con mi amante. Seguimos besándonos. Nos besábamos en todas partes. Todo el tiempo. Robert Doisneau estaba en el bar y nos pidió que posáramos para él", explicó en su momento Bornet.
En un principio la imagen pasó prácticamente al olvido, perdida entre los demás trabajos del artista francés, pero inesperadamente atrajo la fama mundial a finales del siglo XX.
En 1992, en medio del auge del marketing y las imágenes simbólicas, la foto batió todos los récords de ventas, con la comercialización de más de 400.000 copias sobre diferentes soportes. Además, en el 2005 se vendió uno de los originales de la foto por 184.960 euros.
Semejante repercusión llevó a la propia Bornet a reclamar en 1993 un porcentaje por la reproducción de su imagen, aunque la justicia local le negó la comisión solicitada, apoyándose en que su cara no se reconocía con claridad al estar tapada por la de su pareja.