El poderío de los hispanos
Ser hispano en Estados Unidos es una de las bendiciones más grandes que podemos tener.
Los hispanos hemos llegado a Estados Unidos bajo diferentes circunstancias, pero con el mismo propósito. Algunos han llegado en busca de mejores oportunidades, otros hemos venido por cuestiones de seguridad; algunos han llegado con todo y otros hemos llegado sin nada, pero todos hemos venido buscando algo mejor y que, quizá, no tuvimos en nuestros países.
Así fue como llegué a esta nación en el año 2005, buscando la seguridad que mi país, México, no me otorgó. No fue fácil cerrar la puerta de mi casa en Chihuahua por última vez, y dejar allá lo más valioso para mí: mi familia y mis amigos.
Los procesos migratorios tampoco fueron fáciles; desde el principio fueron complicados, largos y costosos, pero todo ha valido la pena.
Como la gran mayoría, llegué sin saber hablar inglés y sin saber qué esperar. Toqué muchas puertas, realicé trabajos que nada tenían que ver con mis habilidades ni mis sueños, pero me mantuve firme y siempre confiando en que Dios tenía algo bueno para mí. Poco a poco, y con mucho esfuerzo, se fueron abriendo las puertas, hasta que llegué a trabajar en lo que más me apasiona: en dar voz a las historias de la gente que, al igual que yo, ha pasado por tantas dificultades para llegar a donde están. Es por eso que valoramos tanto las oportunidades que Estados Unidos nos ha brindado.
Durante mis años de carrera periodística en Estados Unidos, he conocido a decenas, si no a cientos, de hispanos que llegaron sin nada y han logrado más de lo que soñaron: he conocido a refugiados que nunca habían tenido las oportunidades que aquí tienen; he conocido a personas que llegaron lavando platos y ahora son dueños de conocidos negocios y restaurantes; he conocido a estudiantes que llegaron sin saber inglés y han conseguido becas para ir a las mejores universidades del mundo; he conocido a la primera mujer nacida en México en ocupar un lugar en la Cámara de Representantes… y la lista podría continuar. El común denominador ha sido el esfuerzo, el trabajo duro y el agradecimiento por las oportunidades que les ha brindado este país.
Hay hispanos que desperdician la oportunidad de estar en un país en el que, si trabajas duro, todo se puede lograr. Afortunadamente, la mayoría somos gente trabajadora, tenemos valores, creemos en Dios y nuestras familias son nuestra prioridad. La pregunta es: a qué grupo quieres pertenecer.
Tristemente, también he conocido el otro lado de la moneda: los hispanos que vienen a delinquir, los que se quejan de todo, los que abusan de las ayudas que les provee el Gobierno y los que desperdician la oportunidad de estar en un país en el que, si trabajas duro, todo se puede lograr.
Afortunadamente, la mayoría de los hispanos somos gente trabajadora, tenemos valores, creemos en Dios y nuestras familias son nuestra prioridad. La pregunta es: a qué grupo quieres pertenecer.
Hoy, más que nunca, tenemos la oportunidad de crear un impacto positivo en esta gran nación, que hemos escogido como nuestro hogar. De acuerdo a cifras del censo de 2020, somos alrededor de 62,1 millones de hispanos en el país: el segundo grupo étnico más grande, después de los blancos no hispanos. Representamos ya el 18,7% de la población de Estados Unidos. Así mismo, la población hispana creció un 23% desde el censo de 2010.
Según la Agencia Federal de las Pequeñas Empresas (SBA), hay más de 5 millones de negocios en manos hispanas, que aportan más de 800.000 millones de dólares anuales a la economía del país.
Sin duda, estamos viviendo momentos difíciles y cruciales, pero hoy más que nunca los hispanos podemos hacer la diferencia en Estados Unidos. Defendamos los que nos impulsó a llegar aquí: nuestros valores, la fe, la familia, la búsqueda de la libertad y la prosperidad. Celebremos con orgullo nuestra Herencia Hispana.