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Meterse con Israel no es negocio

La caída de Asad en Siria es otra demostración de que los enemigos del Estado judío deben pensárselo cien veces antes de atacarlo.

Fuerzas israelíes cerca de la frontera con SiriaJalaa Marey / AFP

Los enemigos de Israel siguen pagando un precio muy alto tras la masacre del 7 de Octubre. Si Irán y sus proxies, Hamás en Gaza y Hezbolá en el Líbano, creían que había llegado la hora del Estado judío, no pudieron estar más equivocados. 

Hamás y Hezbolá perdieron a sus líderes más importantes, miles de terroristas y buena parte de su infraestructura; e Irán, enfocado en su guerra indirecta contra Israel, ha desprotegido al dictador sirio Bashar al-Asad, que recientemente perdió el poder en manos de grupos yihadistas, por lo que los iraníes a no podrán enviar armamento a Hezbolá y Hamás a través de Siria, lo que debilita aún más a Teherán y sus proxies en Gaza y el Líbano.

Claro que los yihadistas que hoy controlan la mayor parte del territorio sirio, liderados por la organización Hayat Tahrir al Sham (HTS), también asesinarían con placer a todos los judíos del mundo, especialmente en Israel, pero seguramente no intentarán molestar a los israelíes, al menos en el corto plazo, ya que vieron la capacidad del Estado judío de no solo lidiar con siete frentes simultáneos, sino también de humillarlos de manera contundente. Si quieren mantenerse en el poder, saben que no es negocio meterse con Israel.

Israel, por su parte, hace bien en reforzar su frontera con Siria y tomar la zona desmilitarizada hace 50 años y bombardear depósitos de armas abandonadas por las fuerzas de Asad, con el fin de que no lleguen a manos de los yihadistas sirios ni puedan ser enviadas al Líbano. 

Estos yihadistas no son de fiar y seguramente tienen intenciones de gobernar como los talibanes en Afganistán, oprimiendo sharía style a la población.

También los kurdos deberán tener cuidado, claro, ya que a pesar de que mantuvieron una alianza indirecta contra el régimen de Asad, su enemigo común, lo cierto es que los yihadistas los detestan y podría ocurrir otro genocidio como el perpetrado por ISIS en 2014 contra los yazidíes en Irak, que incluyó secuestros, violaciones y asesinatos.

El Medio Oriente es un vecindario complejo, plagado de dictadores criminales, como lo era Asad, y de grupos islamistas radicales. Los asesinatos, los presos políticos, las violaciones, los secuestros, etc, están a la orden del día y es algo ya normalizado, lamentablemente. Salvo en Israel, no se puede esperar que en estos países se respeten los derechos humanos más básicos. No se puede esperar la panacea, gobierne quien gobierne, ya que sólo entienden un idioma: la fuerza. Y el Estado judío lo habla a la perfección para poder defenderse y seguir existiendo.

El progresismo 'se despertó'

Muchos medios de comunicación, organizaciones mal llamadas de derechos humanos y los habituales progres occidentales con banderas palestinas, que sólo sirven para demonizar a Israel, de pronto se dieron cuenta de que ocurren otras cosillas en Medio Oriente. Se los nota confundidos, sin saber de qué lado ubicarse, ya que debieron dejar el no jews, no news transitoriamente. Claramente, no les importan los palestinos, ni los derechos de las minorías, ni siquiera acabar con las guerras; sólo quieren demonizar a los judíos y a Occidente.

Sin embargo, ahora la realidad los vuelve a golpear por sorpresa. Dejaron de lado a millones de personas que han estado sufriendo asesinatos y las peores atrocidades durante años con el fin de no desviarse de su oscura agenda.

Los enemigos de Israel deben aceptar que el Estado judío no desaparecerá

Israel sabe que la izquierda occidental no cambiará y sabe que sus enemigos tampoco lo harán, pero sobre todo sabe que está en este mundo para quedarse y cómo debe actuar para seguir existiendo. Los enemigos del Estado judío tienen dos opciones: aceptarlo o aceptarlo. Y lo saben: meterse con Israel no es negocio.

La caída de Asad es otra demostración de que los enemigos del Estado judío deben pensárselo cien veces antes de atacarlo.

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