Nikki Haley debería retirarse lo antes posible
De esa manera, la exembajadora estaría enviándole el mensaje al país de que, más allá de las diferencias con Trump y de su ambición de ser presidente, el país prima y vencer a Joe Biden es la prioridad.
Las primarias por la nominación republicana a la Presidencia estaban decantadas antes de que empezaran, como indicaban todas las encuestas. No obstante, con el resultado de los caucus de Iowa y las reacciones posteriores, en víspera de las primarias de New Hampshire, ya no hay nada que consultar.
La hegemonía de Trump sobre el Partido Republicano se mantiene casi que intacta. Luego del resultado de Iowa, donde el expresidente arrasó en los caucus, el respaldo conservador que ha recibido ha sido casi unánime, incluso de otrora contrincantes.
El primero que se le sumó fue el empresario Vivek Ramaswamy, que en Iowa logró poco más del 7% de los votos. A los días quien abandonó la carrera por la Presidencia fue el otro candidato que, al margen de Trump, más prometía: Ron DeSantis.
Este domingo 21 de enero el gobernador de Florida anunció que se salía de la carrera para darle paso a Donald Trump quien, como lo dejó claro DeSantis en su discurso de retirada, es hoy el candidato indiscutible del Partido Republicano. La decisión de DeSantis, aunque esperada, se enmarca dentro de una noción pragmática de la política: hay que vencer a Joe Biden en noviembre y quien tiene más chance, hoy por hoy, es Donald Trump.
Con DeSantis y Ramaswamy fuera de las primarias, ya solo queda la exgobernadora y exembajadora ante la ONU, Nikki Haley, quien en Iowa logró sacar 19.1% de los votos. Frente a las primarias de New Hampshire, que serán este martes 23 de enero, la proyección, de acuerdo con las encuestas, es que Haley lograría poco más del 30%; frente a más del 60% de los votos en el caso de Trump.
Antes de anunciar su candidatura, Nikki Haley gozaba de cierto prestigio dentro del Partido Republicano y el mundo conservador. Fue una exitosa gobernadora de Carolina del Sur y como embajadora de Trump ante las Naciones Unidas, del 2017 al 2019, defendió con garra los intereses de Estados Unidos y acosó a sus enemigos.
Ahora, por la campaña, la imagen de Haley se ha deteriorado tremendamente a los ojos del movimiento conservador. Sus fragilidades quedaron expuestas y también algunas posturas que no son atractivas para la derecha. Trump, quien fue su jefe, ahora la ataca sin piedad.
No hay forma de que Nikki Haley pueda darle vuelta a la expectativa —o, más bien certeza— de que Trump será el nominado. Por ahora, la exembajadora se dispone a continuar en la carrera con el deseo de eventualmente frustrarle la candidatura a Trump. Esto, a menos que suceda lo impensable, es inverosímil.
Casi todos los partidarios de DeSantis, antes enemigos de Trump, tomaron la decisión de apoyar al expresidente porque el objetivo trasciende a un político o a un líder. Estados Unidos vive días oscuros, de descrédito frente al mundo, gracias a la Presidencia demócrata de Joe Biden. Evitar un segundo mandato de Biden es, por ahora, lo que motiva a los más escépticos a acompañar la candidatura de Donald Trump. Es lo correcto.
Mientras Haley continúe en la carrera seguirá creando fisuras en su imagen y ampliando las pequeñas brechas dentro del Partido Republicano o la derecha de Estados Unidos. Nada de esto es conveniente, sobre todo si son daños colaterales de gratis, pues la candidatura de Haley se encuentra a la deriva.
Quizá la única esperanza que tiene Haley es que las tretas legales de los demócratas prosperen y logren arrebatarle la candidatura a Trump judicialmente. En ese escenario, no obstante, Haley, aunque con la vía más libre, no ganaría un adepto porque probablemente toda la derecha cierre filas, por solidaridad, en torno a Trump. Y esto, también, sería lo correcto, ya que Trump sería víctima de una de las perversiones democráticas más graves de la historia republicana de Estados Unidos.
Haley, para mantener intacto lo que le queda de prestigio y dignidad, debe retirarse de la carrera por la nominación republicana. Si lo hace antes de New Hampshire sería, incluso, mejor. De esa manera, la exembajadora estaría enviándole el mensaje al país de que, más allá de las profundas diferencias con Trump y de su ambición de ser presidente de Estados Unidos, el país prima y vencer a Joe Biden es la prioridad.
Al no tener chance, todo lo que haga Nikki Haley contra Trump será un harakiri.