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 EL TIEMPO QUE LLEVA KAMALA HARRIS SIN COMPARECER EN UNA CONFERENCIA DE PRENSA

Israel contra el EJE POSNAZI, la guerra por Occidente

El Estado judío es, hoy, el único consciente del peligro y el único empeñado en salvar el espíritu de Occidente.

7 de Octubre: Un grupo de personas se coge de la mano en un acto conmemorativo del primer aniversario del atentado de Hamás en el sur de Israel, en Tel Aviv, el 7 de octubre de 2024.

Aniversario del 7 de Octubre en Tel AvivJack Guez/AFP.

La política internacional ha sostenido, en la últimas décadas de manera dogmática, que no es posible vencer al terrorismo islámico. No es casual que esta derrotista forma de pensar se dé en el momento de mayor retroceso del espíritu occidental como concepto civilizatorio. El auto odio, la vergüenza por propio pasado y un sinnúmero de taras sociales y psicológicas, han desdibujado los logros de la cultura que hizo del occidente libre el espacio más próspero, justo, tolerante y solidario del globo.

Es bajo este derrotismo determinista que los países más poderosos han basado su accionar geopolítico. Naciones Unidas es un fiel reflejo de esta claudicación. Pero el Poder odia el vacío, de manera tal que conforme los países libres se autoflajelaban hacia adentro y se enmasculaban hacia afuera; el espacio yermo de Naciones Unidas fue cooptado por el Partido Comunista Chino y por las tiranías islamistas. Este rumbo de Naciones Unidas ha sido el escudo protector de todo el totalitarismo mundial. Al mismo tiempo, ONU colaba, gracias a esa diplomacia culposa y desgraciada, alocadas agendas anticapitalistas, malthusianas, sedientas de decrecimiento y estatismo.

Los que odian a la cultura occidental van ganando posiciones a pasos agigantados. Mientras, las democracias liberales miran el espectáculo con resignación, cuando no con fatalismo disfrazado de tolerancia. Occidente se rinde frente a sus odiadores y esta serie de triunfos políticos, culturales y diplomáticos pueden haberle dado a Irán, hace un año, la idea de que el momento de terminar la faena antisemita había llegado.

Las señales no eran pocas y tiene sentido que los ayatolas, Sinwar, Nasrallah, Haniyeh o los hutíes pensaran que el 7 de octubre de 2023 iban a salir victoriosos: EEUU está sumido en la peor crisis moral de su existencia, cooptado por una dirigencia abiertamente contraria a sus padres fundadores y a toda idea de libertad. Sus élites penetradas por una judeofobia visceral, que ha infectado todo el sistema educativo de manera terminal; y su ejército arrodillado frente al wokismo.

Europa, nuestra cuna, invadida por una columna prepotente que no ha disimulado, ni por un instante, su desprecio por los países de acogida, y que han realizado cientos de miles de ataques en nombre de un dios vengador y de una conquista que tampoco disimulan. Esa misma Europa, a la vez, se empeñaba en morir demográfica, energética, científica, cultural y militarmente.

África está siendo colonizada por el islamismo más cruento, culpable de las peores violaciones, limpiezas étnicas y masacres actuales. Por otro lado, la mayoría de América Latina se siente hermanada con cualquier movimiento antioccidental en nombre de un resentimiento imbécil que lleva cinco siglos.

"Macron está del lado de terrorismo y eligió mostrarlo abiertamente en el aniversario del ataque".

Esto envalentonó al EJE POSNAZI, compuesto por un lado por la izquierda identitaria conocida como “ideología woke”; y por el otro por el islamismo colonizador. Pero algo ocurrió que cambió los ánimos del EJE POSNAZI, que ahora llora apaciguamiento porque Israel se ha decidido a cambiar el statu quo marcado por la sumisión.

Claro ejemplo de este comportamiento es el accionar del presidente francés. El pasado sábado en la radio France Inter, Macron pidió el embargo mundial de armas contra Israel. Sí, al país que está siendo atacado en 7 frentes por el terrorismo. Hace unas semanas le dijo a Netanyahu que era Israel quien estaba “empujando a la región a la guerra”. Macron negó el apoyo a la marcha contra el antisemitismo de finales de 2023 y no se congratuló por la eliminación del terrorista que ejecutó a 58 soldados franceses, ni por la eliminación de la cúpula de Hezbolá. Macron hizo a Francia votar contra Israel en la ONU cada vez que pudo y financia a la UNRWA a pesar de que muchos de sus miembros son dirigentes de Hamás. Macron comprometió su apoyo a la Corte Penal Internacional, cuyos fiscales buscan arrestar a Netanyahu y a los soldados israelíes.

No es la primera vez que Francia cumple con las órdenes emitidas en masa contra los judíos. Francia no aprende de su historia, y cree que puede vender imparcialidad, pero impedir que una de las partes de una guerra consiga armas es tomar posición. Macron está del lado de terrorismo, y eligió mostrarlo abiertamente en el aniversario del ataque, para proporcionar apoyo ideológico contra Israel.

El apoyo ideológico woke es una parte fundamental del EJE POSNAZI y posiblemente sea la mayor amenaza existencial para la supervivencia del judaísmo (no ya de Israel, de todos los judíos). Israel ha demostrado en estos días que puede vencer al terrorismo islamista, pasando por encima de la voluntad de la política internacional que le impidió avanzar tantas veces a lo largo de este año. Pero el aparato de propaganda antijudío ha redoblado esfuerzos y Macron es el ejemplo palmario de que la mayor amenaza a la supervivencia del judaísmo proviene del Occidente suicida.

El derrotismo de Occidente se convenció de que cualquier guerra contra el terrorismo fracasaría. Por eso, la política frente a la colonización yihadista de Medio Oriente y frente a los movimientos migratorios europeos fue contenerlos, darles subsidios, victimizarlos y como si esto fuera poco, maniatar social y penalmente a quién denunciara lo obvio. Israel no fue ajena a esta política, dio permiso de trabajo, curó y educó, además de pagarles generosamente, a miles de los espías que sirvieron luego para realizar la masacre del 7 de octubre. Europa y EEUU hicieron más que eso, los regaron de dinero público, adaptaron el sistema judicial para que fuera condescendiente con ellos y les permitieron gobernar sus ciudades y parlamentos. Nadie quería la guerra en Occidente, e Irán contaba con eso.

Pero el 7 de octubre fue un error de cálculo, sumado a otro error de cálculo, envuelto en otro error de cálculo. Es posible que Hamás no hubiera calculado que la desastrosa falta de reacción israelí en las primeras horas del pogromo, que le permitió a los asesinos subhumanos campar a sus anchas filmando y publicando sus atrocidades, cambiara la mentalidad del gobierno de Netanyahu. Es posible que Irán descontara una respuesta favorable de los gobiernos y de los ciudadanos de la región. Es posible que Europa y EEUU pensaran que doblegarían la política y la voluntad de Israel como lo venían haciendo desde hacía años. Es posible que Qatar pensara que las fortunas volcadas durante el último siglo en universidades y medios de comunicación tendrían mayor influencia.

"El pequeño país judío ya ha demostrado que no está dispuesto a dejarse matar".

Es posible que Hezbolá pensara que con un frente abierto, Israel no se atrevería a abrir otro contra la organización terrorista más poderosa del mundo. Así como Sinwar convirtió a Gaza en un enclave infernal al servicio de Irán; Nasrallah le entregó a Irán el control del Líbano y fue clave para la victoria iraní en Siria. Irán inventó a Hezbolá como parte de su proyecto imperial de Oriente Medio, y durante los últimos años se recuperó económica y militarmente gracias a la administración Biden-Kamala. Demasiados incentivos para la sed de sangre de los ayatolas.

En todo este fatalismo lógico existió sólo un factor al que nadie prestó atención: el increíble espíritu del pueblo judío. Prácticamente no hay imperio que no haya perseguido a los judíos, pero todos fueron desapareciendo, y el pueblo judío sigue allí. En el año 721 a. C. Asiria arrasó al Reino del Norte (Israel), y luego al Reino del Sur (Judea). Senaquerib atacó Judea durante el reinado del rey Ezequías y destruyó sus ciudades principales y llevó cautivas a las diez tribus. Años más tarde, cuando Babilonia puso fin al dominio egipcio, hizo de Judea su vasallo. Las revueltas del Reino de Judea contra Babilonia en el 601 a 586 a. C. fueron intentos de escapar del dominio del Imperio neobabilónico que terminaron con la destrucción del Reino de Judea, hasta la Rebelión de los Macabeos del siglo II a. C. Las fuerzas babilónicas entonces capturaron su capital, Jerusalén y destruyeron el Templo de Salomón, comenzando el cautiverio babilónico en el que los judíos fueron expulsados de Judea.

Las guerras judeo-romanas enfrentaron a los judíos con el poderosísimo Imperio Romano en los siglos primero y segundo de nuestra era. La primera guerra judeo-romana ocurrió entre los años 66 y 73. La guerra de Kitos tuvo lugar entre los años 115 y 117 y el último enfrentamiento, la revuelta de Bar Kojba, ocurrió entre los años 132 y 136. En todos los casos, los judíos luchaban por su reino independiente, se vieron devastados y arrojados a una diáspora que duraría casi dos mil años. Este exilio brutal implicó para el pueblo judío siglos de ciudadanía de segunda clase.

La expulsión de los judíos se compone de varias persecuciones que se produjeron en distintos momentos de las edades Antigua, Media y Moderna. El exilio de Inglaterra en 1290, marca un sendero que fue in crescendo. En el siglo XIII, la marginación de las comunidades hebreas se convirtió en un dogma eclesiástico. Cuando a finales del siglo XIV la peste arrolló Europa, empezó a recaer la culpa sobre los judíos y las oleadas de pogromos fueron provocadas precisamente por las noticias falsas que se divulgaron sobre esta comunidad. En 1348, Berna, Burgdorf, Soleura, Escafusa, Zúrich, San Galo y Rheinfelden expulsaron a toda población judía. En toda Europa se comenzó a expulsar definitivamente a los hebreos que huyeron hacia el Este o se establecieron en regiones rurales. La más famosa expulsión, la de España, es posiblemente de las últimas acontecidas.

Son innumerables las difamaciones de sangre y los pogromos de los siglos XIX y XX. ⁠El Holocausto vino a darle el tenor industrial a la búsqueda de acabar con los judíos, que continuó con el ataque simultáneo de 7 ejércitos cuando la Israel moderna no tenía ni 24 hs de fundada. Siguieron más guerras, dos intifadas e innumerables ataques terroristas en Israel y contra la comunidad en el mundo, hasta llegar al pogromo del 7 de Octubre, que desató una guerra en todos los frentes y el mayor asalto con misiles de la historia realizado por Irán cuando comenzaba este octubre. No es la primera vez que el pueblo judío enfrenta una posible extinción, porque eso es lo que significaría perder esta guerra. El pequeño país judío ya ha demostrado que no está dispuesto a dejarse matar y que su voluntad de supervivencia es mayor que el poder de todos los imperios de la historia.

"La política internacional está pusilánimemente rendida ante el EJE POSNAZI".

La cobardía de la diplomacia internacional, la de los altos el fuego, del apaciguamiento y las misiones de paz, y la narrativa de que “la violencia nunca es la respuesta” y que se debe bajar la cabeza ante la prédica yihadista, ese destino de sumisión ante el totalitarismo islamista fue desoído por Israel, por eso está fuera de sí, desquiciado el EJE POSNAZI y se expone de esta forma pornográfica. El poder militar israelí y Netanyahu le han recordado al mundo que las guerras se deben ganar y que el EJE POSNAZI no es invencible.

Cuando te declaran la guerra, luchar o rendirse son acciones de guerra. No es posible negar la realidad, someterse es también jugar un papel en la guerra y ese es el papel que el EJE POSNAZI quiere para el país hebreo. Una derrota de Israel es una derrota frente al consorcio más devastador jamás pensado: comunistas e islamistas, y la devastación que persiguen no se limita al diminuto país judío. La política internacional está pusilánimemente rendida ante el EJE POSNAZI, creyendo que hay que apaciguarlos para que no se enfurezcan.

Israel es, hoy, el único país consciente del peligro y por eso está librando una batalla cuyo resultado podría cambiar el destino de Occidente y del mundo entero.

Israel es, hoy, el único país empeñado en salvar el espíritu de Occidente.

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