El impune ascenso del Tren de Aragua

Existe actualmente presencia de la megabanda venezolana en varias localidades de Estados Unidos, así como representación en toda Sudamérica y varios países de Centroamérica.

Hace pocos días saltó a los titulares de los diarios que, en Nueva York, miembros de la banda criminal Tren de Aragua asolaban las calles para robar violentamente celulares a los transeúntes y alejarse a toda velocidad. Verdaderos escuadrones de personas montadas en motocicletas arrebatan teléfonos en las calles de Nueva York y los llevan a las casas de seguridad del Tren de Aragua.

Los piratas informáticos a su servicio, según indicaba el New York Post, con los móviles robados realizan transacciones hasta que vaciaban las cuentas bancarias de las víctimas, agotan las aplicaciones de efectivo y realizan transacciones fraudulentas en Estados Unidos y Sudamérica. Luego los teléfonos eran limpiados y vendidos por células de la misma organización. La policía neoyorquina intentó incluso alertar a los ciudadanos difundiendo un video en el que una mujer era arrastrada por una calle de Brooklyn por estos delincuentes y ha podido vincular el incremento de la delincuencia local con esta megabanda venezolana que parece estar trasladando sus operaciones en el territorio estadounidense haciendo que sus miembros crucen la frontera sur y soliciten asilo.

Existe actualmente presencia del Tren de Aragua en varias localidades de Estados Unidos, así como representación en toda Sudamérica y varios países de Centroamérica. Se trata de la organización criminal que más vertiginosamente ha crecido y la más violenta y exitosa en términos de expansión. Tratar la historia del Tren de Aragua como un simple caso policial es dejar de lado las poderosas razones sociales y económicas que explican su crecimiento e impunidad y sus sospechosas conexiones políticas. Se trata de la expansión de un poder criminal apañado por la necesidad de la tiranía chavista de contar con la violencia parapolicial a su favor y de la política de descontrol fronterizo de los países vecinos que sirvieron como caldo de cultivo para esta auténtica multinacional del crimen. Una historia tan apasionante como terrorífica.

Los orígenes

La banda nació en Aragua, uno de los veintitrés estados de la República Bolivariana de Venezuela, en el centro-norte del país, hacia el 2010 con la construcción del tren en la región de Aragua, como parte del Plan Socialista de Expansión de Desarrollo Ferroviario de Venezuela. Un grupo de trabajadores, ellos sus principales líderes Larry Changa, Héctor Niño Guerrero y Johan Romero (John Petrica), se organizaron para realizar actividades delictivas y extorsivas dentro de la construcción.

La organización creció en paralelo a la conversión de Venezuela en un Estado fallido. Hugo Chávez se consagró presidente en 1998 y hasta su muerte se dedicó a construir una narcotiranía que irradiaba su poder al resto de la región. Sus políticas relativas a la seguridad y su retórica de victimización de la delincuencia fomentaron el caos y la cooptación del poder judicial que hizo propio el dogma garantista para con el crimen organizado. La delincuencia se disparó bajo su poder y si en 1999 los homicidios eran de 25 por cada 100.000 habitantes, para el 2014 la cifra ascendía a 64 según el Banco Mundial, pero hay estudios que indican que la cifra podría ser de más de 80.

La banda se distingue de otros grupos de la región por dedicarse a un portafolio casi infinito de delitos e incluso prestan servicios a otras organizaciones delictivas del resto del mundo. Su conexión con el régimen bolivariano también le permite generar ganancias con la comercialización de alimentos y obtener cuotas en las negociaciones para la firma de los contratos mineros o deportivos. Están insertos en el tejido institucional, por ejemplo a través de la Fundación Somos el Barrio JK, que recibe apoyo monetario del Estado y participan en actividades oficiales con las autoridades.

La banda es relativamente nueva respecto de las otras organizaciones criminales de la región, pero a poco de fundarse ya se habían hecho con el control de San Vicente, una localidad del estado Aragua con una ubicación estratégica por su acceso a un lago, al aeropuerto y a la autopista que conecta la zona con un puerto muy importante de Venezuela. Sus miembros llegaron a decidir sobre los más detallados aspectos de la vida en San Vicente, desde las viviendas hasta el transporte público o la justicia entre vecinos. Muchos comercios cerraron al no poder pagar las “vacunas” como la banda denomina a la extorsión a cambio de seguridad que se aplica al comercio y la industria. Las mujeres también son víctimas dado que la trata es uno de sus fuertes y la captación es constante a través de concursos de belleza, agencias de modelos, la promesa de viajes a EE UU u otros países. La extorsión es un rubro que han llevado a todos los países en los que se instalan, pero la mayoría de sus víctimas son venezolanos.

El Tren de Aragua no se dedica exclusivamente al narcotráfico ni al secuestro, sino que es adaptativo. En este sentido, los investigadores sostienen que “Tren de Aragua es un caso de estudio sobre la gobernanza criminal. Se trata de una banda convertida en un ejército delictivo transnacional y en un sustituto violento del Estado en comunidades donde las instituciones legítimas han abandonado su deber”. Según las investigaciones, organizativamente el modelo es similar al de las maras, a diferencia de otros grupos criminales como los carteles mexicanos o los grupos colombianos formados en la subversión armada. El Tren de Aragua se encarga de gerenciar los corredores de narcotráfico en el Estado Sucre hacia las islas del Caribe, del control de las minas de oro en el sur de Venezuela y la trata de personas por las fronteras de Colombia y Chile. Mayormente el dinero obtenido es enviado a Venezuela.

El Niño Guerrero: cuando Nicolás Maduro se convirtió en presidente, el problema se agravó con la política de “zonas de paz” que en 2013 se implementaron para frenar el desborde de violencia. Consistían en zonas donde se impedían los operativos y presencia policiales a cambio de que las bandas abandonaran las armas y las actividades ilegales. Por supuesto que el plan fracasó y los grupos delictivos librados a su impune gobernanza, mejoraron el reclutamiento y el poder económico. Aragua fue una “zona de paz” y allí forjó su liderazgo Héctor Rusthenford Guerrero Flores, más conocido como el Niño Guerrero que cuando tenía 21 años asesinó a un policía y comenzó su meteórica carrera criminal por la que fue condenado a 17 años de prisión por ese y otros delitos. El Niño Guerrero no fundó Tren de Aragua pero llegó a liderarlo cuando José Álvarez Rojas, alias el Chino Pradera, que había fundado la banda un par de años antes, murió en 2016 durante un enfrentamiento.

El nombre Tren de Aragua surge porque varios de los trabajadores, que participaron en la construcción del tren del Estado Aragua, eran miembros de un sindicato que extorsionaba a los contratistas, traficaban los puestos de trabajo en las obras, etc, y en consecuencia a la incipiente banda se la empezó a llamar con ese nombre. Algunos de sus miembros terminaron presos en la prisión local conocida como la cárcel de Tocorón, entre ellos Héctor Rusthenford Guerrero, que escapó, fue recapturado y comenzó a juntar presos miembros del sindicato y a presos comunes y desde allí consolidó la organización criminal. El gobernador en ese momento era Tareck El Aissami, posteriormente presidente de Petróleos de Venezuela y parte del Olimpo de la tiranía de Maduro.

Recluido en Tocorón, el Niño Guerrero dirigía su pranato, una forma de mafia carcelaria venezolana en la que los criminales son llamados pran (líder principal que tiene poder de mando dentro de una cárcel). Los pranatos son claves para entender la cultura alrededor del crimen ya que los pranes son millonarios, controlan las cárceles y viven la reclusión llenos de lujos y desarrollando sus negocios. Poseen laboratorios de drogas, campos de golf, parques acuáticos, casinos, piscinas, servicios de belleza, ventas de motocicletas, gimnasios, centros religiosos, parques infantiles, discotecas y, por supuesto, espacios en donde acumulan y comercian armas. Desde las oficinas que los pranatos tienen en los penales se manejan negocios de prostitución, trata, drogas, secuestros y extorsiones y todo tipo de estafas. Los pranes como los del Niño Guerrero sólo son posibles gracias a la complicidad con las autoridades locales y nacionales, evidentemente. Tal complicidad se evidencia en ejemplos contundentes como la ayuda que Guerrero brindó a Nicolás Maduro para atacar ferozmente a quienes participaban de las protestas de 2017 contra el régimen. Y a las sospechosas condiciones de su fuga.

La fuga

El Tren de Aragua comenzó a expandirse fuera de la cárcel y luego se expandieron al resto del país casualmente coincidiendo con la gestión de Tarek El Aissami que luego fue, también casualmente, viceministro de Prevención y Seguridad Ciudadana, ministro del Interior, vicepresidente de la República y vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Cuando el poder y el alcance del Tren de Aragua se convirtieron en un escándalo mayúsculo el Gobierno de Maduro decidió una “intervención” del penal. La intervención ocurrió en septiembre de 2023 con la llamada “Operación de Liberación Cacique Guaicaipuro” que buscaba retomar el control del penal pero que en realidad sirvió para que 500 presos se fugaran de Tocorón, entre ellos el Niño Guerrero, que se cree que huyó a Perú. En la cárcel se encontraron armas de guerra, salas de minado de Bitcoin y hasta un zoológico.

Se necesitaron 11.000 agentes para el operativo, aunque en modo alguno se trató de una sorpresa. Los presos habían sido alertados y se escaparon por los túneles que usaban para entrar y salir al exterior a su gusto. Durante la inspección los policías indicaron que además había motos de alta y baja cilindrada, un parque infantil, heladerías, restaurantes, un estadio de béisbol y una discoteca llamada Tokio.

El Observatorio Venezolano de Prisiones denunció el número de reclusos fugados y señaló que detrás de la “intervención” a Tocorón existía un pacto entre el líder del Tren de Aragua y las autoridades. El Niño Guerrero se encargó de salir del penal días antes de la intervención. Curiosamente, el general Remigio Ceballos a cargo del operativo lo calificó de «exitoso» y detalló que habían requisado las armas de guerra que tenían los presos almacenados, hecho confirmado luego por Nicolás Maduro, pero olvidó detallar que el armamento estaba en cajas con sellos de la Guardia Nacional Bolivariana. La OVP se preguntaba, además, cómo si el penal tenía una población de más de 5.500 presos durante la intervención quedaron sólo 1.500.

El caso Larry Changa: cofundador del Tren de Aragua, Larry Amaury Álvarez Núñez vivió por años en Chile y sin antecedentes, luego de salir de Tocorón y fue el encargado de instalar las operaciones del Tren de Aragua en Chile. En 2015 lo dieron muerto o desaparecido en su Venezuela natal, pero tres años más tarde reapareció con su nombre verdadero: Larry Amaury Alvarez Núñez, cuando ingresó al país sin ningún tipo de antecedentes que alertara a la autoridades. Se radicó en Santiago junto a su esposa, donde estableció distintos negocios y una casa de cambio para lavar dinero. Incluso obtuvo la residencia temporal y un RUT como extranjero. En 2021 adquirió varios vehículos vinculados a investigaciones por homicidios cometidos en Santiago y dejó de estar por debajo de los radares. Fue citado por la Brigada de Homicidios, a inicios de 2022 y frente a las autoridades reconoció ser parte del Tren de Aragua y estar emparentado con Antonio Álvarez Cisneros, más conocido como El Potro, un famoso beisbolista y cantante de reggaetón venezolano, que entre 2014 y 2015 fue ministro de Deportes de Nicolás Maduro, pero que ahora era sólo un emprendedor respetuoso de la ley y arrepentido del pasado. Las autoridades chilenas, increíblemente, lo dejaron en libertad. Tal vez por desconocimiento de la peligrosidad de la organización, tal vez por la ideología gobernante.

La cuestión es que Larry Changa viendo que estaba expuesto tomó un vuelo para Colombia y al llegar a Bogotá las autoridades le impidieron el ingreso así que regresó a Chile y de ahí salió de forma clandestina hacia Bolivia por Colchane. Desde entonces, su paradero es completamente desconocido. Según diversos medios, desde inicios de 2023 Carabineros tiene sospechas de que Larry está al mando del Tren de Aragua en Chile. En el país han recrudecido los secuestros, especialmente en Bío Bío donde las instrucciones sobre qué hacer con las víctimas las daba un tal "Larry Changa”. Uno de los ejemplos fue el de un comerciante venezolano, raptado en Los Vilos. La víctima fue trasladada a Valparaíso, región supuestamente donde residiría Larry, o en las cercanías de la Región de Coquimbo donde el Tren de Aragua habría comenzado traficar la marihuana plantada en la zona del secano costero.

La inmigración

En miras a su expansión internacional que había comenzado en Colombia, Perú, Ecuador, Chile, Bolivia, Brasil, Panamá, etc; el Tren de Aragua comenzó a utilizar la ruta que los venezolanos usaban para huir de la miseria y la opresión del régimen chavista y luego madurista, que se profundizó a partir de 2014. Operar en Venezuela no era rentable debido a la pobreza extrema que reinaba en el país. Según la investigadora Ronna Rísquez, autora del libro El Tren de Aragua: La banda que revolucionó el crimen organizado en América Latina, "Los migrantes se han convertido en sus primeras víctimas”, y sitúa la crisis de 2017 como un momento clave: "Fue el año de mayor conflictividad política, social y económica del país, y cuando comenzó la tercera gran ola migratoria, …, en su internacionalización, la megabanda siguió la ruta de los migrantes venezolanos". Según Rísquez, en el caso de Estados Unidos, algunos integrantes del Tren de Aragua se establecieron en el Estado de Florida y han abierto iglesias evangélicas desde donde reciben ayudas económicas. El gran potencial del mercado estadounidense llama a las bandas criminales que se localizan donde hay más recursos.

Un ejemplo muy citado y que despertó las alarmas ocurrió justamente en 2017 cuando un ciudadano español que vivía en Venezuela fue secuestrado en Aragua y se pidió un rescate de 500.000 euros. La Guardia Civil española y el FBI, que buscaban al español, descubrieron que las llamadas extorsivas eran efectuadas desde Tampa, Florida. El autor de las llamadas era un ciudadano venezolano, residente en EEUU, con un extenso historial delictivo en su país de origen, publicó el diario El País. El español pasó 38 días en cautiverio en zonas boscosas y aseguró que fue custodiado permanentemente por 20 hombres armados.

Debido a esta situación, Interpol ha advertido que el mismísimo Niño Guerrero puede haber huido a Estados Unidos, mezclándose entre los millones de inmigrantes que han entrado en el país desde que Joe Biden asumió la Presidencia, las autoridades no tienen dudas de que otros miembros del Tren de Aragua se han infiltrado en el país.

La red multinacional: según un artículo de la BBC, en los albores expansivos, el Tren de Aragua envió a sus miembros hacia la frontera de Brasil, a las costas con Aruba, Curazao y Bonaire y a la frontera con Trinidad y Tobago. Habrían controlado el tráfico ilegal hacia las islas del Caribe y también habrían enviado miembros al sur de Venezuela donde tendría presencia criminal sobre las operaciones de Las Claritas, el cuarto yacimiento de oro más importante del mundo con una salida hacia Brasil. Versiones periodísticas también sostienen que comenzaron a venderle armas a la banda brasileña Primeiro Comando da Capital, que supuestamente provenían de las propias Fuerzas Armadas.

En Colombia también están presentes, un video donde dos personas torturan y matan a un inmigrante sirvió de prueba para que la policía de Bogotá capturase a Alfredito y Capi, dos miembros del Tren de Aragua que según las autoridades colombianas lucha con otras bandas locales por el control del territorio. Actualmente el Tren de Aragua está consolidado en varias ciudades de EEUU como Chicago y Miami. En El Paso, en la frontera con México han sido detenidos al menos 38 miembros de la pandilla fueron arrestados en 2023 según CNN. Yurwin Salazar, otro de sus miembros, fue acusado por la muerte de José Luis Sánchez Valera, un policía venezolano jubilado que vivía en el sur de Florida. En Chicago fue detenido Edwin Camejo mientras vendía drogas a un policía encubierto. Existe la certeza de que las operaciones ya estarían extendidas en otras ciudades estadounidenses.

Existieron diversas detenciones de miembros de la organización en Colombia y Perú a partir de 2018, pero ya en aquella época comenzaron a bajar masivamente desde Bogotá por Ecuador hasta Chile. A partir de 2019 tomaron el control de caminos y pasos entre Venezuela y Colombia, y aprovechando el cierre de la frontera y el paso masivo de venezolanos que huían de la narcodictadura, usaron su control de los pasos fronterizos para cobrar peajes y además trasladar mercancía robada y drogas.

En 2022 la policía peruana detuvo a cinco miembros fuertemente armados. Uno de los detenidos fue Edison Agustín Barrera, alias “Catire” que admitió haber cometido seis homicidios en Perú. Poco después la policía local detuvo a otros cuatro venezolanos en un departamento en Lima, también relacionados con la banda. En la misma localidad, una prostituta fue filmada en febrero de 2023 suplicando por su vida antes de que le dispararan a quemarropa 31 balas como un mensaje a otras bandas ya que el Tren de Aragua quería reemplazar a las prostitutas locales con mujeres venezolanas. El 8 febrero, la justicia peruana emitió una sentencia de 12 años de prisión para Roberth Alfaget Paz Esqueda, un ciudadano venezolano vinculado al Tren de Aragua, por el delito de explotación sexual de dos mujeres venezolanas, de 19 y 15 años, respectivamente.

Como modus operandi entran en las comunidades utilizando la violencia excesiva, disparando a prostitutas controladas por bandas rivales y realizando ejecuciones en vivo en las redes sociales para establecer su presencia. Tren de Aragua ha utilizado la ola migratoria para esconderse entre los solicitantes de asilo legítimos de forma tan cruel y abierta que en Texas las autoridades documentaron a los miembros de la banda cobrando a sus compañeros venezolanos por usar los baños entre otros servicios.

El jefe de detectives de la policía de Nueva York, Joseph Kenny, reveló que los ladrones de celulares que han sido arrestados y que son miembros del Tren de Aragua, vivían en albergues para inmigrantes. Los miembros de la pandilla cruzan la frontera, solicitan asilo y se dirigen a Nueva York donde reclutan a otros inmigrantes en los refugios. El FBI está pidiendo que los victimarios denuncien esta modalidad en la que los pandilleros envían un WhatsApp diciendo: "Necesito teléfonos. Tengo dólares. Estoy disponible. Vayan a buscarlos". También extorsionan a los venezolanos exigiéndoles que paguen sobornos a cambio de protección e incluso para cruzar la frontera de Venezuela a Colombia y de México a Estados Unidos.

Recientemente, los miembros del Tren de Aragua fueron arrestados tras atacar a la policía en Times Square: Wilson Juárez  y Kelvin Servita-Arocha fueron detenidos por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas. Ocho inmigrantes han sido acusados ​​de un ataque en enero contra dos policías de la policía de Nueva York en Times Square. La policía de Nueva York recientemente emitió advertencias sobre la pandilla sudamericana que se infiltra en los cinco distritos después de que sus miembros se infiltraron en el país solicitando asilo, solo para establecerse en la ciudad. Según el Post el miércoles se instó a las tropas de la Guardia Nacional, que patrullan los refugios para migrantes en el Empire State, a estar atentas a los tatuajes distintivos del Tren de Aragua en los solicitantes de asilo entrantes.

Las políticas de promoción de una inmigración sin control han sido vitales para el crecimiento del Tren de Aragua, y sin dudas perjudican a aquellos que no han cometido delitos, incluso a quienes huyen de la delincuencia que se ha instalado en sus países y cogobierna con las dictaduras de la región. La política de todo el continente, no sólo la abiertamente cómplice del crimen organizado, ha permitido el crecimiento exponencial del tren de Aragua en muy poco tiempo y parece difícil que haya quien se atreva a enfrentarlos.