De erigirse como uno de los hombres más poderosos del chavismo a ser exhibido como un trofeo: ¿quién es Tareck El Aissami?

Acusado y buscado por narcotráfico por Estados Unidos, fue durante mucho tiempo uno de los altos miembros de la dictadura de Nicolás Maduro.

Este martes, el Ministerio Público de Venezuela, encabezado por el fiscal general del régimen de Nicolás Maduro, Tarek William Saab, anunció de forma repentina el arresto de Tareck El Aissami, un poderoso jerarca chavismo que llegó a ser vicepresidente de Venezuela, presidente de PDVSA (la compañía estatal petrolera) y ministro de Petróleo.

El Aissami fue acusado tras pasar más de un año desaparecido, luego de renunciar a su último cargo de ministro. Se lo acusa puntualmente de desfalcar $23.000 millones de la venta petrolera venezolana.

“Hemos logrado que se develara la participación directa y la consecuente detención de Tareck El Aissami, detenido para ser presentado e imputado por el Ministerio Público en las próximas horas”, informó Saab en una declaración a la prensa. “El objetivo de esta mafia, encabezada por Tareck El Aissami, no era otro que implosionar la economía nacional, destruir nuestra moneda presionando al alza del dólar paralelo y hacer fracasar las políticas económicas impulsadas por el Ejecutivo”.

Saab no se ahorró nada en la rueda de prensa. Ni siquiera los insultos. Un hecho que no deja de sorprender porque El Aissami llegó a ser un hombre de confianza absoluta para el dictador Nicolás Maduro y su predecesor, el difunto Hugo Chávez.

Tarek William Saab anuncia detención de Tarek El Aissami
El fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, muestra una foto de Tareck El Aissami siendo detenido. (AFP/Oficina del fiscal general en Venezuela)

En 2019, cuando El Aissami era un constante foco de investigaciones por parte de la Justicia de Estados Unidos, Maduro lo defendió públicamente recordando los orígenes libaneses y obreros del exministro caído en desgracia.

“Se la pasa el gobierno de Estados Unidos atacando a Tarek El Aissami porque es hijo de un matrimonio árabe, padre árabe, madre árabe de una familia que está una parte en Siria y otra en el Líbano una familia trabajadora, de gente honesta, de gente patriota, de gente humanista”, dijo Maduro. “El Departamento de Estado y los traidores que se han ido para allá a ponerse al servicio del imperio gringo lo atacan porque es un hombre valiente, que no tiene precio es un verdadero patriota, revolucionario, un socialista. Lo quieren vincular a Hezbollah. Yo lo conozco bien a Tarek, lo conozco muy bien”.

La noticia sobre su detención llega apenas un día después de que el exgeneral venezolano Clíver Alcalá fuera sentenciado en Nueva York a 21 años de cárcel por dotar armas a las Fuerzas Revolucionarias Armadas Colombianas (FARC), un grupo guerrillero colombiano que opera en Venezuela y Colombia.

El Aissami no era un nombre más dentro de la estructura criminal en el régimen de Maduro. De hecho, hasta hace un año, tras su renuncia y desaparición, todavía era uno de los más poderosos, pues bajo su poder se encontraba el Ministerio de Petróleo, una de las carteras más importante del gabinete venezolano.

Pero El Aissami no solo era relevante por ser el jefe de un poderoso ministerio, sino por su influencia internacional, siendo el nexo clave entre la dictadura de Maduro y la organización terrorista Hezbolá.

De hecho, por sus vínculos con el narco y el crimen trasnacional, formaba parte de la lista de más buscados de Estados Unidos, que señaló por narcotráfico al exministro en 2017.

Así lo describe el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE): “En febrero de 2017, la Oficina de Control de Activos de Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos designó a Tareck Zaidan El Aissami, un ciudadano venezolano, como un narcotraficante especialmente designado (SDNT, por sus siglas en inglés) de conformidad con la Ley para la Designación de Cabecillas del Narcotráfico en el Extranjero por jugar un papel significativo en el narcotráfico internacional”.

“Él facilitó cargamentos de narcóticos desde Venezuela, incluyendo control de aviones que salieron de una base aérea venezolana y rutas de drogas mediante los puertos en Venezuela. En sus antiguas posiciones, él supervisó o fue dueño parcial de cargamentos de narcóticos de más de 1.000 kilogramos desde Venezuela en múltiples ocasiones, incluyendo aquellos con México y los Estados Unidos como destinos finales”, describió la agencia migratoria.

De erigirse como uno de los... by emmanuel.rondon

 En 2019, El Aissami se convirtió en el segundo funcionario del régimen de Maduro en ser acusado por Estados Unidos por violar sanciones impuestas por Washington por sus vínculos con el narcotráfico.

La Fiscalía federal en Manhattan anunció en ese momento que el funcionario esquivó las restricciones impuestas por Estados Unidos viajando a Rusia y Turquía en jets privados proporcionadas por empresas americanas. Fueron, en total, cinco cargos los que se impusieron a El Aissami que representan en total 150 años de prisión. Washington, además, ofreció $10 millones por información que lleve a su arresto.

En ese momento, Estados Unidos también imputó a Samark José López Bello, señalado por ser el testaferro de El Aissami.

Además de sus acusaciones en Estados Unidos, el exministro fue el hombre clave en toda la reformación del sistema penitenciario venezolano que provocó, de forma directa, la conformación de la figura de “El Pran”, una figura jerárquica criminal dentro de Venezuela que representa el liderazgo dentro de las cárceles del país sudamericano.

El Aissami también fue una pieza clave de la política exterior de Venezuela. Siendo una de las figuras que dio sentido al vínculo íntimo del régimen de Maduro con Irán y Siria y uno de los responsables del acercamiento de Caracas a Turquía.

En total, El Aissami es el jerarca chavista de mayor rango detenido por su propio sistema. Un hecho que se consuma en un contexto político delicado en el país sudamericano, que está a las puertas de una “elección” presidencial cuestionada por la falta de garantías y por la cruenta persecución contra la disidencia política.

La carta de presentación política y criminal de El Aissami

La carrera del poderoso ministro de Petróleo venezolano en el chavismo es longeva e importantísima. Empezó, de hecho, desde abajo, hasta prácticamente ocupar dos de los cargos más importantes del país sudamericano.

Tras graduarse en Derecho y Criminología en la Universidad de Los Andes (ULA), una de las facultades más importantes del interior venezolano, empezó a trabajar en 2003 en la administración pública como el primer jefe de la Misión Identidad, un programa creado bajo la Administración del predecesor de Nicolás Maduro, el difunto Hugo Chávez. Apenas dos años más tarde, se lanzó a las elecciones parlamentarias y ganó un escaño por el estado de Mérida. Allí empezó su fuerte ascenso dentro del sistema chavista, convirtiéndose en una figura esencial.

En enero de 2007 dejó su puesto como diputado y ocupó el viceministerio de Prevención y Seguridad Ciudadana. Un año y medio después, la subida de El Aissami fue meteórica, convirtiéndose en el ministro de Interior y Justicia, un cargo que ocupó hasta octubre de 2012, justo el mes donde Chávez había sido reelecto como presidente a meses de su muerte oficial en 2013.

De acuerdo con la organización Insight Crime, como ministro de Interior y Justicia El Aissami fue uno de los arquitectos de la destrucción del sistema de seguridad venezolano y el promotor principal de la agitación criminal que somete al país sudamericano desde hace más de una década.

Primero, El Aissami creó en 2009 a la Policía Nacional Bolivariana (PNB), que básicamente le quitó fuerza y poder a los organismos de seguridad estatales, especialmente los pertenecientes a las gobernaciones y alcaldías donde gobernaba la oposición al régimen de Chávez. Desde entonces, los datos son implacables: la criminalidad incrementó en la capital Caracas y en otras ciudades del interior del país.

En resumidas cuentas, Venezuela, bajo la gestión de El Aissami, se convirtió en uno de los países más inseguros del planeta.

Asimismo, bajo su guardia el exministro ordenó modificaciones sustanciales al sistema penitenciario que propiciaron la aparición de una nueva figura de poder en las cárceles venezolanas: el “pran”.

Fue El Aissami quien ordenó la flexibilización de las reglas de visita a las cárceles, que generó el ingreso de bienes y servicios a estas instituciones de forma regular fomentando el establecimiento de economías ilegales dentro de las prisiones. Así fue cómo surgieron los “pranatos”, liderados por los “pranes”.

“Los pranes, presos con mayor poder y hombres subordinados, comenzaron a cobrar un impuesto por todo lo que ingresaba a la cárcel. Los negocios de comida, barberías, locales comerciales también comenzaron a pagar un impuesto al pran, que sumó cada vez más poder, hasta que trascendió a las paredes de la cárcel”, se explica en Insight Crime. “Tanto hijos y esposas, como trabajadoras sexuales, drogas y alcohol, comenzaron a ingresar con mayor libertad a los recintos, y las bandas criminales establecidas en la cárcel replicaron su organización fuera de los penales”.

En 2012, el ya polémico ministro El Aissami —quien era vinculado a narcotraficantes de peso como Walid Makled, un poderoso criminal convertido a informante que fue sentenciado en 2015 a catorce años de prisión en Venezuela por tráfico de drogas y lavado de dinero— dejó su cargo y fue electo gobernador del estado Aragua, la región donde surgió la peligrosa banda “El Tren de Aragua”.

El Tren de Aragua es una de las organizaciones criminales con mayor crecimiento en el mundo y ya empezó a tener presencia en algunas ciudades importantes de Estados Unidos, como Chicago y Nueva York.

De acuerdo con el reporte de Insight Crime, el crecimiento del Tren de Aragua y el ascenso de El Aissami como gobernador no es coincidencia. Como líder de ese estado, el alto jerarca del chavismo obstruyó los esfuerzos de la policía local para desmantelar el grupo. Asimismo, permitió el cierre de la estación policial del barrio San Vicente, una zona tomada por el grupo criminal donde se estableció un centro de operaciones bajo la mirada cómplice de las autoridades.

“Un reporte de Transparencia Venezuela alega que El Aissami también estuvo involucrado en el traslado de prisioneros desde la cárcel de Tocorón al estado Sucre en 2018 para que el Tren disputara el control de la ruta de droga con las bandas locales”, también señala la organización.

Los vínculos de Tareck El Aissami con el crimen trasnacional y una pista de su caída en desgracia

Una investigación del diario The New York Times en 2019 arrojó un hecho sorprendente. Tareck El Aissami, quien había sido vicepresidente de Venezuela entre 2017 y 2018 teniendo hasta 15 de las funciones del dictador Maduro, no solo fue investigado por el Departamento de Estado, sino también por la Inteligencia venezolana.

La detención de Tareck El Aissami
Tareck El Aissami detenido por las autoridades venezolanas. (AFP - Oficina del fiscal general en Venezuela)

De acuerdo con el Times, El Aissami y su padre, Carlos Zaidan El Aissami, migrante sirio que alguna trabajó con Hezbolá durante sus visitas a su país natal, ayudaron a colar en Venezuela a militantes de la organización terrorista para capacitarlos en sus esfuerzos por expandir las redes de espionaje por toda Latinoamérica.

La idea, según documentos de la agencia de Inteligencia venezolana citada por el Times, también era empezar a trabajar y fortalecer las rutas de droga para el financiamiento de la agrupación terrorista.

En dichos documentos, también se establecieron los vínculos de El Aissami y su familia con el narcotraficante caído en desgracia Walid Makled.

Además, el medio reseña que los documentos mencionan que El Aissami resguardó 140 toneladas de químicos que se cree fueron usados para la producción de cocaína, un negocio que llevó al exministro a amasar una gran fortuna mientras Venezuela atravesaba una severa crisis económica.

“Los documentos muestran que El Aissami —con ayuda de un testaferro que es blanco de sanciones económicas estadounidenses— compró un banco en Estados Unidos, parte de una constructora, una participación accionaria en un centro comercial panameño, tierras pensadas para un complejo turístico de lujo y varios proyectos inmobiliarios en Venezuela, incluyendo una ‘mansión millonaria’ para sus padres”, reseñó el Times.

En el artículo se detalla que las investigaciones de las autoridades contra El Aissami eran una prueba de cuán fragmentados se volvieron los servicios de seguridad del régimen de Maduro, siendo Venezuela un nido de corrupción sin precedente donde la figura de El Aissami se erigía como una de las más influyentes, poderosas e incuestionables del chavismo.

Al final, en menos de un año, pasó de ser el poderoso ministro que controlaba las rutas del narco, a un trofeo de guerra expuesto por el fiscal del régimen chavista.