Cierre masivo de escuelas en Japón por la debacle demográfica

Más de 9.000 colegios han cesado su actividad en los últimos años por el hundimiento de los nacimientos, que en 2022 alcanzó un nuevo récord a la baja.

El suicidio demográfico de Japón marcó un nuevo hito en 2022. Por primera vez desde que existe el registro histórico se han producido menos de 800.000 nacimientos, agravando el problema de envejecimiento que sufre el país nipón. Como consecuencia de ello, unos 9.000 centros escolares se vieron obligados a cerrar y no volverán a abrir sus puertas.

Según informa Reuters, la tasa de natalidad de Japón se ha hundido de manera mucho más rápida y dramática de lo esperado en los últimos años. El récord negativo de 2022 supone que hubo 43.169 nacimientos menos que el año anterior y llega ocho años antes de lo que las previsiones oficiales preveían. Muy lejos de la tasa de reemplazo y del número de japoneses que fallecen cada año. En 2022 la tasa de mortalidad también estableció un nuevo récord, alcanzando los 1.582.033 fallecidos. Es decir, que la población japonesa perdió 782.305 personas.

Dos alumnos en una escuela

Ante esta situación, el cierre de escuelas se ha acelerado, especialmente en zonas rurales como Ten-ei, una zona montañosa de esquí y aguas termales de la prefectura de Fukushima. Un duro golpe para regiones que ya luchan contra la despoblación. Aunque se trata de un problema mundial, con especial incidencia en el sureste asiático, especialmente para China y Corea del Sur, la situación de Japón ha alcanzado niveles críticos, porque se trata de una tendencia que lleva mucho tiempo prolongándose en el tiempo.

Cada año cierran más de 450 colegios al año. En algunas regiones, especialmente en regiones rurales y apartadas, se mantienen los centros hasta que los últimos estudiantes consiguen graduarse. Es el caso de la Yumoto Junior High, en la zona montañosa del norte, que cerrará sus puertas tras la graduación de sus dos últimos alumnos de 15 años.

Japón anuncia "medidas sin precedentes"

La situación ha obligado al Primer Ministro, Fumio Kishida, a prometer "medidas sin precedentes" para impulsar la natalidad. Entre ellas se encuentra duplicar el presupuesto para políticas relacionadas con la infancia. Kishida señaló que el futuro pasa por mantener el entorno educativo, algo para lo que parece ser demasiado tarde.

2030, fecha límite para revertir la situación

"Para la década de 2030, la población joven de Japón descenderá el doble de rápido que en la actualidad. Los próximos seis y siete años serán la última oportunidad para dar la vuelta al descenso de la natalidad", señaló Kishida el 17 de marzo. Frente a ello pretender extender antes de esta fecha al 85% de los hombres la posibilidad de optar por una baja de paternidad y tratará de crear un entorno que permita a los jóvenes criar a sus hijos sin preocupaciones.

Además de que la implementación de estas iniciativas y similares suponen un aumento del gasto público, no se trata del principal problema al que se enfrentaría el Gobierno. La oposición calificó de "propaganda electoral" los anuncios e invitó a Kishida a mirar las cifras. La mentalidad japonesa es precisamente el gran obstáculo para que tengan éxito. Por ejemplo, menos del 15% que tenían derecho a coger la baja tras tener un hijo lo hizo por temor a que su tiempo libre aumente la carga de trabajo de sus compañeros.