Un atleta español se burla de las ridículas leyes trans: "Me siento hombre, pero en la montaña soy una mujer"

La legislación de España es una de las más radicales y complacientes con el lobby LGBT.

Cuando España aprobó hace un año su polémica ley trans (conocida como Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans), fueron miles quienes advirtieron de sus nefastas consecuencias para la sociedad, muy especialmente para las mujeres, en peligro de quedar anuladas ante los caprichos arbitrarios de la ideología de género. El Gobierno socialcomunista español, sin embargo, presentó esta ley como un gran avance en derechos sociales desoyendo la opinión de los expertos que alertaban de los fallos de la normativa.

Un año después, la realidad vuelve a poner en su sitio los caprichos woke, que adquieren un mayor peligro cuando se fomentan desde la administración de un país. En esta ocasión es un atleta, nacido hombre, quien evidencia cómo la ley española aísla y pone en franca desventaja a las mujeres deportistas. El atleta en cuestión se llama Quim (nombre masculino), que decidió registrarse en una carrera de alta montaña para mujeres porque la categoría masculina estaba completa. Quim ganó la carrera.

Para el atleta fue sencillo. Es musculoso y más rápido que sus competidoras femeninas. Pero todavía tuvo mucho más fácil registrarse en la competición como mujer. Simplemente alegó que su condición era la de 'género fluido' (personas que supuestamente cambian de género de forma aleatoria, siendo mujeres un día y hombres otro, o una mezcla de ambos y de ninguno a la vez). Una estafa con validez legal.

El / la ganador / a de la carrera explicaba sus peripecias en una entrevista ante las cámaras de una televisión española:

Me siento hombre con mi familia, con mis hijos y con mis amigos, pero en la montaña, en los momentos de ocio o contacto con la naturaleza, me siento mujer.

 

De este modo, una persona nacida hombre decidió arbitrariamente usar su "género líquido" (fluido) para registrarse como mujer en una competición deportiva y vencer al resto de competidoras. Algo de lo que se advirtió hasta la saciedad antes de la aprobación de la Ley Trans y que ya se ha vivido en otros países en los que el lobby LGBT consiguió imponer sus exigencias: de sobra conocido es el caso del nadador Lia Thomas y sus récords en la competición femenina.

La locura trans no sólo afecta al deporte femenino sino también a la propia integridad de las mujeres. La arbitrariedad de género permite a cualquier hombre nacido varón cambiar su descripción biológica a capricho y acceder sin mayor problema, por ejemplo, a un vestuario o lavabo femenino incluso en las escuelas.

Precisamente, algo que puso en evidencia casos como el del corredor español o el nadador estadounidense es que la locura trans no sólo afecta al deporte femenino sino también a la propia integridad de las mujeres. La arbitrariedad de género permite a cualquier hombre nacido varón cambiar su descripción biológica a capricho y acceder sin mayor problema, por ejemplo, a un vestuario o lavabo femenino incluso en las escuelas. Un despropósito y un ataque frontal contra las mujeres que tiene -y tendrá- consecuencias más allá de los meros resultados deportivos.

En el caso concreto de España, la ley trans aprobada hace un año es una de las más radicales del mundo, permitiendo que niños de apenas 12 años puedan cambiar de género o ser sometidos a mutilaciones genitales. También hay consecuencias para quienes denuncian la locura trans, con multas de hasta  €150.000 a quienes se atrevan a decir que un hombre es un hombre y una mujer es una mujer.