El régimen persigue con severidad a quienes sacrifican reses. Pero es que hace unos días el pan salió de la libreta de racionamiento.

Antes de que aquel grupo de barbudos bajara de Sierra Maestra y entrara en La Habana para iniciar lo que denominarían “la revolución”, Cuba era un país relativamente próspero

Tenía problemas, claro está. Pero en términos comparados puede decirse que Cuba estaba a la cabeza del desarrollo regional. Entonces, tan sólo Argentina y Venezuela la superaban en renta per cápita. Su desempleo era el más bajo de toda la región. Y había ido corrigiendo algunas de sus deficiencias estructurales, por ejemplo en educación, hasta situar el porcentaje de alfabetización en el 76%, el cuarto más alto de América Latina. 

En términos relativos, los cubanos habían logrado importantes avances en sus condiciones de vida: tenían la tasa de mortalidad infantil más baja de la región, ocupaban el segundo lugar en número de automóviles y teléfonos per cápita, el primero en número de televisores por habitante y presumían de tener seis millones de cabezas de ganado. 

Desde hace ya muchísimo tiempo, en la isla las cosas han cambiado. Apenas hay carne. El régimen persigue con severidad a quienes sacrifican reses. Pero es que hace unos días el pan salió de la libreta de racionamiento. 

Una vez más, el régimen comunista ha demostrado su extrema incapacidad para levantar la economía. Ya no puede dar ni pan. Y de nuevo se prepara para volver mendigar subsidios. ¿Será a Rusia? ¿Será a China? ¿Será a Irán?

A pesar de las consecuencias –ya son muchos los detenidos y los que se encuentran en paradero desconocido–, miles de cubanos se agolpan en las calles de Bayamo, Granma, Santiago, Holguín o Ciego de Ávila para pedir “corriente y comida”. Culpan al régimen comunista de la asfixia que padecen. El paquetazo que entró en vigor a principios de marzo es un nuevo golpe, uno más. Y han perdido el miedo. Porque nada teme quien apenas tiene algo que perder

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo uno de los países antaño más prósperos y desarrollados de América Latina es incapaz de proporcionar pan, luz, azúcar a su población? 

Han pasado muchas décadas desde que el régimen de La Habana renunció a tener un tejido productivo capaz de satisfacer las necesidades del país. La revolución desmanteló el sistema económico hasta entonces vigente, compuesto fundamentalmente por pequeñas y medianas empresas. Confiscó las propiedades, provocó la salida de un valiosísimo capital humano y prohibió cualquier atisbo de libertad de empresa, para sustituirla por una economía centralizada. Y fracasó. Por eso la Cuba comunista ha vivido subsidiada por naciones extranjeras –la Unión Soviética, primero; Venezuela, después–, a cuyos intereses se ha plegado. 

Una vez más, el régimen comunista ha demostrado su extrema incapacidad para levantar la economía. Ya no puede dar ni pan. Y de nuevo se prepara para volver mendigar subsidios. ¿Será a Rusia? ¿Será a China? ¿Será a Irán?

Hace unos días, al menos 17 jóvenes cubanos murieron en Ucrania luchando por Vladímir Putin. Por eso cobra sentido que, además de “corriente y comida”, los cubanos griten “¡Patria y vida, libertad!”