Los Boinas Negras, el último recurso de la dictadura comunista cubana

Perfectamente entrenados para combatir a la disidencia interna, actúan no sólo como una fuerza represiva, sino también como una fuerza de anticipación que se infiltra entre la población.

Hay en Cuba unas cuantas leyendas y muchos secretos en torno a los Boinas Negras y las Avispas Negras, dos cuerpos de élite de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, las FAR. Muchos seguidores del régimen dicen que el nombre Avispas Negras viene de un discurso de Fidel en el que aseguró que los revolucionarios eran como avispas que pican y muerden y nunca se rinden. Es una leyenda urbana, nadie sabe concretar cuándo y dónde dijo eso. Sí se sabe que están entrenadas para enfrentarse a una invasión extranjera; algo que el propio régimen sabe desde hace muchos años que no va a pasar.

En cambio, los cubanos han podido experimentar en sus propias carnes la dureza y la buena preparación física y mental de los Boinas Negras, en realidad la Brigada Especial Nacional (BEN), una fuerza diseñada y preparada para combatir a la disidencia interna, reprimir a la población, realizar actividades antiterroristas (en Cuba cualquier disidente es un terrorista) y atacar sin piedad a civiles desarmados. Están entrenados para no pensar y actuar, y llevan sus convicciones revolucionarias y comunistas en el ADN. Son las tropas que sacó el régimen a la calle para sofocar las revueltas del 11 de julio de 2021, y no han dejado de actuar desde entonces. También las Avispas Negras están movilizadas por todo el país y distribuidas entre las tropas de las FAR, como bien ha podido saber Voz Media de fuentes próximas al régimen. Porque Cuba es un país militarizado.

"Los Boinas Negras son el último recurso del régimen, ellos sofocaron la peligrosísima revuelta de hace dos años y no han dejado de actuar desde entonces. Si fallan es el fin de la dictadura", explican a Voz Media las mismas fuentes. Estos especialistas en artes marciales, combates urbanos, asaltos o explosivos actúan como brazo armado de las agencias de Inteligencia cubanas y dependen del Ministerio del Interior, pero también del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional, que coordina el único hijo varón de Raúl, Alejandro Castro Espín, apodado El Tuerto porque recibió una fuerte herida en un ojo cuando estaba en Angola (aunque no lo perdió y fue solo probando un arma porque jamás combatió).

Sobre el terreno los Boinas Negras actúan con absoluta autonomía, "más o menos cómo lo hace el grupo Wagner, pero aquí la figura del líder no aparece tan clara como la de Prygozhin", explican fuentes conocedoras del funcionamiento interno del Ejército. Tienen el mejor material militar que hay en Cuba (y prácticamente el único), de procedencia rusa, y obedecen a un 'doble mando'. Por una parte, a su jerarquía militar clásica, pero por otra y más importante a unos cuantos políticos que siempre tienen como referencia al Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y en última instancia a Raúl Castro, La Momia, a la que conservan a toda costa y con muchísimo esmero para mantener el precario equilibrio de poder que aún existe en la Isla.

Entrenamiento chino

Pero el secreto del éxito de los Boinas Negras no reside tanto en su formación militar e ideológica, ni en su buen armamento. "Reside, sobre todo, en su forma de actuar. Los Boinas Negras no son solo una fuerza represiva, de reacción, son sobre todo una fuerza de anticipación", explican a Voz Media fuentes en el interior de la Isla. "Ellos se anticipan a cualquier problema y se desplazan rápidamente para combatirlo, al más puro estilo chino, que son los que los han entrenado en este sentido entre los años 2006 y 2010". Y ponen como ejemplo lo ocurrido con el Movimiento San Isidro (MSI), nacido en septiembre de 2018 para protestar contra el Decreto 349 que penaba la libertad de creación y expresión en el país. "Había decenas de infiltrados en el MIS y entre los manifestantes y ciudadanos que apoyaban a los artistas y escritores independientes. Se movieron rápido y tenían controlados a todo el mundo en todo momento".

Cuando se produce el famoso manotazo que propina el ministro de Cultura, Alpidio Alonso, a un periodista, "los trabajadores del Ministerio de Cultura se movilizaron y desalojaron a todo el mundo rápidamente", cuenta la versión oficial del Ministerio de Cultura. "¿Hay alguien que se pueda creer que eran simples trabajadores del ministerio?", subrayan a Voz Media personas conocedoras del funcionamiento de la Inteligencia cubana. Desde ese momento, el Movimiento San Isidro y los activistas del 27-N comenzaron a desaparecer de la escena pública hasta ser irrelevantes.